sábado. 27.04.2024
TRIBUNA DE OPINIÓN

Adoctrinamiento e imposición de la ideología neoliberal

Estar en deuda se está convirtiendo hoy en la condición general para la vida social. No podemos vivir sin contraer deudas: crédito para estudiar, para el coche, para las vacaciones, hipoteca para el piso…

Hay un libro de Rainer Mausfeld muy interesante, ¿Por qué callan los corderos? Es un excelente manual para llegar a entender el adoctrinamiento cotidiano de la ideología neoliberal. Tiene un capítulo en el que el autor es entrevistado por Jens Wernicke, titulado Adoctrinamiento en los medios de comunicación (MC). La entrevista está referida a los medios de comunicación (MC) alemanes, aunque sus respuestas me parecen totalmente extrapolables a esta España nuestra.

Reflejaré las ideas principales de la entrevista e iré insertando consideraciones a los MC españoles, así como reflexiones personales sobre cuál debes ser el papel de los MC en una democracia. También aportaré algunos datos sobre el papel de la escuela  en esa labor de adoctrinamiento. Y las razones de esa servidumbre y sumisión de la gran mayoría frente a las élites económicas y políticas.

Señala Mausfeld que para entender el adoctrinamiento de los MC, hay que examinar su función política y económica en nuestra sociedad. Por ello, hay que distinguir los aspectos normativos de los descriptivos en las democracias occidentales europeas.

En cuanto al ámbito normativo, en una democracia real los MC, al igual que el sistema educativo, tienen una función especial. En muchos aspectos, una democracia plantea mayores exigencias psicológicas y cognitivas a cada individuo que otras formas de gobierno. Debe permitir a los ciudadanos participar activamente en la comunidad con un espíritu de solidaridad. Presupone ciudadanos maduros, ciudadanos informados sobre todos los asuntos relevantes de la comunidad y capaces de formarse un juicio independiente y socialmente responsable. Dado que esta comunidad se extiende mucho más allá de la esfera individual, los MC son necesarios para crear un espacio colectivo que permita conocer de una forma consciente la sociedad. Por ende, una verdadera democracia exige más calidad a sus MC y a su sistema  que en otras formas de gobierno.

Hago un inciso a esta España nuestra sobre la calidad de muchos de nuestros MC. Podemos hacernos una visión aproximada con los ejemplos de Ana Roja Quintana, Carlos Herrera, Eduardo Inda, Federico Jiménez Losantos, Susana Griso, Francisco Marhuenda, Antonio García Ferreras… Dejo para el final, a Vicente Vallés. Es el paradigma de una información neutral en su Telediario de la noche de Antena 3. Es puro esperpento de degradación de un informativo. Produce auténtico sonrojo y vergüenza. Por ello, me vienen a la memoria unas palabras de Upton Sinclair: “Es difícil conseguir que alguien entienda algo si su sueldo depende de que no lo entienda.”

Para cumplir esa función normativa, la visión de la realidad política no puede ser distorsionada sistemáticamente desde los MC a favor de determinados grupos de interés. Dado que los MC crean o deben crear el espacio de debate público, deben ofrecer a los grupos sociales la posibilidad de participar en igualdad de condiciones. Es lo que suele hacer Ana Roja Quintana en su programa. Según el periodista argentino Horacio Verbitsky: “Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto  es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio  y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas  pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,  lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”. Estas palabras de Verbitsky, ¿las conocen y reflexionan la prensa capitalina turiferaria de la  Emperatriz del “Madrí de las Maravillas”?

En cuanto a los aspectos descriptivos del funcionamiento real de los MC dentro de las relaciones de dominación y poder en las democracias occidentales  capitalistas han sido estudiados con amplitud. Y hay datos empíricos. Y estos demuestran de una manera contundente que los MC existen principalmente para estabilizar el status social y económico de quienes lo poseen o de aquellos de quienes dependen económicamente. ¿Esto, qué significa? Significa que transmiten la visión política de las respectivas élites económicas y políticas gobernantes, de manera que la selección e interpretación de los hechos está determinada por ello.

Los mecanismos de selección y promoción de los redactores que piensan “correctamente” son tan diversos como complejos.

John Dewey ya en 1935 dio con el meollo de la cuestión en su obra Our un-free press. Nos dijo que no se trata de “cuantos abusos concretos hay ni de cómo se pueden remediar”, sino de examinar el “efecto necesario del sistema económico actual en toda la esfera pública” y de preguntarse “hasta qué punto son posibles una auténtica libertad intelectual y una mayor responsabilidad social en las condiciones del sistema económico existente.”

Esta es la pregunta que deberíamos plantearnos, porque en la actualidad, los MC privados actúan inevitablemente en contra del proceso de democratización de las relaciones sociales. El ámbito actual de discusión se ha reducido tanto que la pregunta de Dewey  se considera hoy fuera del ámbito de los temas aceptables y razonables de acuerdo la Ventana de Overton, la cual hace referencia a una teoría política surgida en un think tank norteamericano, que describe como una ventana estrecha y establece el rango de ideas que el público puede encontrar aceptable, y que la viabilidad política de una idea se define principalmente por este hecho antes que por las preferencias individuales de los políticos. El nombre se debe a Joseph P. Overton, ex vicepresidente del Centro Mackinac de Políticas Públicas, el cual establece una escala de ideas, que van desde impensables, radicales, aceptables, sensatas, populares y políticas.

Resulta muy interesante el libro Los guardianes de la libertad, de Edward S. Herman y Noam Chomsky, El “modelo de propaganda” del libro ofrecía un marco de referencia útil para entender cómo la cobertura informativa típica filtra cierto tipo de datos mientras que enfatiza otros, lo que a la larga favorece el discurso dominante.  Y esto se explica porque los MC ya están integrados en las estructuras de poder económico a través de las relaciones de propiedad, lo que significa un ataque a la libertad de expresión.  El ex presidente de Ecuador Rafael Correa en una entrevista dijo: “desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta.”   En consecuencia, los MC no solo reflejan las estructuras de poder, sino que se convierten cada vez más en actores políticos para la estabilización y expansión de estas estructuras.

El Homo economicus, que considera el dinero como móvil fundamental de su comportamiento vital. El Homo consumens, obsesionado por el afán consumista, que le lleva a pagar un alto costo para satisfacer necesidades artificiales y totalmente prescindibles.

Esa idealización del “Cuarto Poder”, por lo expuesto habría que cuestionarlo, ya que no ejercen su función de control ni son guardianes del interés público frente a los centros de poder, sino que son sus perros guardianes, por la forma que seleccionan e interpretan las noticias, por lo que modifican los espacios de debate público. Ese término de calificar a los MC de perros guardianes, me recuerda el libro de Paul Nizan Los perros guardianes, escrito en 1932, en el que reprochó a los filósofos de su tiempo por lo que había que colocarlos contra la pared, el que de tanto preocuparse por elucubraciones estrictamente filosóficas, se olvidaron de los problemas auténticos de los hombres: la guerra, el paro, la política, la explotación obrera, el colonialismo… Es lo mismo que hacen los MC de hoy, olvidarse de los problemas de la gente al estar al servicio de los poderes económicos.

Todo lo expuesto  no implica la existencia de una conspiración de los MC con los centros de poder. No es necesaria. Todo el sistema de MC está organizado de tal manera que no necesita ningún control específico de su personal. Su conformidad con la ideología imperante es ya el resultado de los mecanismos de filtro, consecuencia directa de las relaciones de poder en las que están inmersos. Por una parte, estos mecanismos están relacionados con la selección de noticias, solo unas pocas grandes agencias comerciales  dominan el suministro de la materia informativa, lo que permite dirigir la atención de la opinión pública y los marcos de interpretación deseados de una manera muy eficaz. Por otra parte, estos mecanismos de filtrado también están vinculados con la selección de periodistas.

Los mecanismos de selección y promoción de los redactores que piensan “correctamente” son tan diversos como complejos. Estos reflejan los supuestos ideológicos tácitos y las cosmovisiones políticas comunes de los MC, y garantizan con eficacia la estabilidad ideológica de una empresa mediática. Debido a su integración en las estructuras de poder, la configuración del sistema de MC es tal que tanto los acuerdos personales como las “conspiraciones” son en gran medida innecesarios.

Las secuelas de este adoctrinamiento de los MC, de las escuelas y universidades están ahí.  Una de las ideas básicas en el neoliberalismo es una concepción del individuo como un “empresario de sí mismo” o como un capital humano, sin embargo, no es inherente de la condición humana. Por eso, el mito del “empresario de sí mismo” se debe fomentar entre la población: es necesario convencer al máximo de gente posible sobre el imperativo de conducir su propia vida como si una empresa fuera.  Ya lo hacen los MC. Pero también en el ámbito educativo. La educación juega un papel clave en la transmisión de esas ideas.

En este sentido, es relevante destacar que la formación en el espíritu emprendedor se ha convertido recientemente en una prioridad en los sistemas educativos de los países capitalistas. Así, por ejemplo, la LOMCE —la ley educativa vigente en España—, siguiendo las recomendaciones de la Unión Europea, estableció el “sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor” como una de las ocho competencias claves para el desarrollo personal, social y profesional de los alumnos. Este objetivo se aplica en asignaturas específicas de emprendimiento en ESO y Bachillerado, pero se debe fomentar de forma transversal en todas las materias. Junto con la educación, los medios de comunicación de masas, las redes sociales y la publicidad también extienden la fantasía del “empresario de sí mismo” como un modelo de comportamiento a imitar. Y, de esa forma, la racionalidad neoliberal ha conseguido infiltrarse en prácticamente todas la parcelas de nuestras vidas.

Un ejemplo paradigmático de ese adoctrinamiento neoliberal en la escuela lo podemos constatar en el artículo La irrupción del “empresario de sí mismo” en los libros de texto de ELE (libros  para profesores y estudiantes del español como lengua extranjera) de Pau Bori de la Universidad de Belgrado. Cito textualmente:

“Coinciden en dar protagonismo a historias de personajes que encarnan la figura del “empresario de sí mismo”. Encontramos, por ejemplo, textos y fotografías de dos de los emprendedores mundialmente más famosos en unos ejercicios de comprensión auditiva y lectora, y de gramática: Mark Zuckerberg y Jack Dorsey (Aula Internacional 4, pp. 10 y 12). De Zuckerberg, se relata que ideó Facebook cuando estudiaba en la universidad como una herramienta de comunicación entre los estudiantes, pero al cabo de poco tiempo se fue convirtiendo en una red social utilizada por millones de personas de todo el mundo. De Dorsey, se explica que creó Twitter el 2006 y ocho años más tarde ya tenía unos 300 millones de usuarios. 

En estos libros de ELE dan a historias de personajes que encarnan la figura del “empresario de sí mismo”. Encontramos, por ejemplo, textos y fotografías de dos de los emprendedores mundialmente más famosos en unos ejercicios de comprensión auditiva y lectora, y de gramática: Mark Zuckerberg y Jack Dorsey (Aula Internacional 4, pp. 10 y 12). De Zuckerberg, se relata que ideó Facebook cuando estudiaba en la universidad como una herramienta de comunicación entre los estudiantes, pero al cabo de poco tiempo se fue convirtiendo en una red social utilizada por millones de personas de todo el mundo. De Dorsey, se explica que creó Twitter el 2006 y ocho años más tarde ya tenía unos 300 millones de usuarios. Asimismo, hay una página entera dedicada a otro de los emprendedores más populares del planeta, Steve Jobs, encabezada por un título de corte evaluativo: “Fracasos que fueron éxitos”(Nuevo Prisma B1, p. 70).

Aparece una fotografía de Jobs hablando en público y la traducción al español de un fragmento de un discurso suyo en la universidad de Stanford donde relata su experiencia universitaria. Jobs explica que dejó la universidad después de los seis primeros meses, porque no veía de qué manera le podría ayudar en su futuro. Sin embargo, estuvo aún unos meses más en la universidad, asistiendo solo a clases que le parecían interesantes, como las de un curso caligrafía. En ese momento, los estudiantes deberían hacer hipótesis sobre qué pasó y escribir un párrafo final para la historia. A pesar de ello, el libro ofrece a continuación el desenlace del relato: Jobs explica que, diez años después, al estar diseñando un ordenador, ese curso de caligrafía que había seguido al azar le inspiró para idear el primer ordenador con tipografías bellas, el Apple.

El fragmento acaba con un consejo de Jobs dirigido a su audiencia: “Tienes que confiar en algo: tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea”. Por tanto, de acuerdo con esta historia, el éxito (o el fracaso) depende únicamente de comportarse con una determinada actitud y, por tanto, es una cuestión de responsabilidad individual. En otras palabras, el contexto social y económico no importa y si alguien no tira adelante en la vida será solo por su culpa.

Encontramos un mensaje similar en una entrevista a página entera a un experto en educación, encabezada por el siguiente titular: “Todos los niños pueden ser Einstein si los motivas bien” (Aula Internacional 5, p. 89). Según este experto, con motivación y un método adecuado cualquier persona puede triunfar en la vida, sin importar sus circunstancias familiares, sociales y económicas”.

No obstante, para profundizar y conocer mejor este adoctrinamiento neoliberal en la escuela podemos acudir al libro de Jaume Carbonell Sebarroja  La educación es política (2019). ¿Cómo se forja la subjetividad neoliberal en la escuela? Jurjo Torres en su libro Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y neocoloniales (2017), incluye cuatro dimensiones  de este individuo neoliberal, que se manifiestan de diferentes maneras en el currículo explícito y en el oculto.

El Homo economicus, que considera el dinero como móvil fundamental de su comportamiento vital. El Homo consumens, obsesionado por el afán consumista, que le lleva a pagar un alto costo para satisfacer necesidades artificiales y totalmente prescindibles. El Homo debitor, que se ve precipitado en la necesidad de la deuda como muestra de distinción social y que posibilita la privatización de  nuevos espacios de negocio, como los de los servicios públicos del Estado de bienestar. La importancia de la deuda en el neoliberalismo, la explica muy bien Maurizio Lazzarato en su libro La fábrica del hombre endeudado. ¿Quiénes son los beneficiados de la deuda pública y de los particulares?

Estar en deuda se está convirtiendo hoy en la condición general para la vida social. No podemos vivir sin contraer deudas: crédito para estudiar, para el coche, para las vacaciones, hipoteca para el piso… Los préstamos se convierten en los instrumentos para satisfacer nuestras necesidades sociales. Sobrevivimos endeudándonos y vivimos bajo el peso de pagar nuestras deudas. La deuda nos controla, disciplina nuestro consumo, nos impone la austeridad y llega incluso a dictar nuestros ritmos de trabajo y nuestras elecciones. En definitiva, la deuda es una fuente de sumisión para una gran mayoría de la población. Y en cuarto lugar, el Homo numericus, dimensión en que todo se cuantifica y se mide, para prever comportamientos, para emitir diagnósticos y, sobre todo para hacer evaluaciones. Las notas de cada uno son lo importante para competir con el alumno de enfrente, que es ya un enemigo. La educación como inversión financiera se antepone al derecho de la educación; la escuela, el instituto, la universidad como empresa sustituye a la comunidad democrática y solidaria, y el profesario -nuevo término que fusiona los roles de docente y empresarial- sustituye al maestro. Término que ha caído en desuso.

Otra idea del neoliberalismo es  la  meritocrática, que impone  una sociedad competitiva, en la que el status social de una persona está determinado por sus logros personales, según la cual nuestra sociedad es justa porque ofrece “igualdad de oportunidades”. El razonamiento circular meritocrático de la atribución del éxito es: los que están en la cima, lo están de forma justa, de lo contrario no estarían allí. Los que están en el fondo, lo están porque no se han esforzado bastante, y tienen lo que se merecen, por lo que son responsables de ello.

Esta es el dogma básico de nuestra sociedad, la que castiga a los perdedores de nuestro sistema económico por segunda vez, al someterlos al desprecio social. Dogma de la meritocracia que critica Michael J. Sandel en su libro de 2020  La tiranía del mérito. ¿Qué fue del bien común? Está compuesto por siete capítulos: Ganadores y perdedores, Grande por bueno: Breve historia moral del mérito, La retórica del ascenso, Credencialismo: el último de los prejuicios, La ética del éxito, La máquina clasificadora y Reconocer el trabajo.

Realiza un análisis profundo y crítico sobre el auge del concepto de la meritocracia, la idea de que cada cual pueda llegar tan lejos como su talento y esfuerzo lo permitan. En su opinión, el resultado de la aplicación de este concepto no ha llevado a una sociedad más justa, sino a otra muy distante en que las elites justifican y validan su estatus porque piensan que lo merecen y que solo es obra suya, provocando soberbia en los privilegiados y humillación y resentimiento en quienes se consideran “perdedores.”

Podríamos poner otros ejemplos de la ideología neoliberal que se han impuesto en nuestra sociedad, como la bonanza del libre mercado, o la neoimperialista de una “comunidad occidental de valores”, cuyos actos se mueven por ideales benévolos y nobles. Sobre esta última idea, hice una crítica muy clara, en mi artículo anterior en este mismo medio.

Estados Unidos: el imperio benévolo”, que consideraba  un auténtico sarcasmo. No obstante, lo más grave es que gracias al adoctrinamiento y a la manipulación por periodistas, intelectuales, académicos, científicos, políticos, agentes secretos y representantes empresariales, todavía buena parte de la sociedad occidental asume que la actuación de los EEUU es per se benévola, defendiendo la democracia, la libertad y los derechos humanos.

Las secuelas de este adoctrinamiento neoliberal en los MC y la escuela, como acabo de reflejar, aunque se da en otros ámbitos en la vida cotidiana, son evidentes. Nos han impuesto una ideología determinada. Y nadamos en ella como peces en el agua y, además ni siquiera la notamos. Esas narrativas del marco ideológico están ya tan profundamente arraigadas en nuestra cultura y en nuestra mente, que ya no las percibimos como elementos ideológicos. 

Y lo más grave es que las asumimos y las hemos interiorizado, creyendo que no hay otra alternativa. En la concepción neoliberal de la política no hay lugar para las transformaciones: la idea de poder cambiar el mundo es completamente peregrina. Este es el realismo neoliberal, que suscita una impotencia reflexiva: no se trata de una cuestión de apatía o cinismo, sino de que incluso sabiendo que las cosas van mal, más aún son conscientes de que ellos no pueden hacer nada al respecto.  Un hecho que llama la atención es que no se vislumbra en el horizonte ningún tipo de revuelta contra las élites. ¿Por qué no nos rebelamos? ¿Por qué no estalla la ira de los jóvenes con sueldos miserables, sin poder acceder a una vivienda, por lo que no pueden emanciparse?

Si brotan aquí y allá tímidos y endebles movimientos (por otra parte rápidamente reabsorbidos  y domesticados por el sistema), son gimoteos indefensos frente a las bofetadas de los dominadores  que están soltando a los dominados, a los garrotazos que los amos del mundo propinan a la plebe. Nos invade el desaliento,  se nos viene a la cabeza inevitablemente el estupor que se apoderaba de David Hume y Étienne de la Boétie ante la vocación humana a la subordinación, a la aquiescencia, a sufrir sumisos el dominio de otros.

Hume se quedó atónito: “Nada más sorprendente para quienes consideran con mirada filosófica los asuntos humanos que la facilidad con que los muchos son gobernados por los pocos, y la implícita sumisión con que los hombres resignan sus sentimientos y pasiones ante los gobernantes. Si nos preguntamos por qué medios se produce este milagro, hallaremos que, puesto que la fuerza está siempre del lado de los gobernados, quienes gobiernan no pueden apoyarse sino en la opinión, que es, por tanto, el único fundamento del gobierno, y esta máxima alcanza lo mismo a los gobiernos más despóticos y militares que a los más populares y libres.”

Étienne de La Boétie, dos siglos antes en su libro La servidumbre voluntaria, manifestó su asombro ante la servidumbre voluntaria con la que los seres humanos se someten al tirano. “Es realmente sorprendente ver cómo millones son miserablemente sometidos y sojuzgados: la cabeza gacha, a un deplorable yugo, no porque sean obligados por una fuerza mayor, sino, por el contrario, porque están fascinados y embrujados por el nombre de uno, al que no deberían ni temer ni apreciar por ser inhumano. ¿Cómo llamar a ese vicio? , ¿Acaso no es vergonzoso ver a tantas personas , no solo obedecer, sino arrastrarse? No ser gobernados, sino tiranizados”.

Su conclusión fue desoladora: “Son, pues, los propios pueblos los que se dejan, o, mejor dicho, se hacen encadenar, ya que con solo dejar de servir, romperían sus cadenas. Es el pueblo el que se somete y se degüella a sí mismo; el que, teniendo la posibilidad de elegir entre ser siervo o libre, rechaza la libertad y elige el yugo.”

Hemos pasado de una economía de mercado a una sociedad de mercado. Esta sociedad de mercado neoliberal, en la que todo está en venta si hay beneficio, nos dice Polanyi no es el fin de la historia. En general, a todo avance indiscriminado del proceso de mercantilización de la vida social, de pretensión de  desligar la economía del resto de la vida social, política o moral, ha surgido a lo largo de la historia un movimiento defensivo. La salida hoy no es fácil.

Pero es posible. En realidad, es indispensable. Y es sobre todo cuestión de imaginación. El problema hoy no es el predominio del mercado, sino su capacidad de esterilización cultural. Polanyi de nuevo: “La creatividad institucional del hombre solo ha quedado en suspenso cuando se le ha permitido al mercado triturar el tejido humano hasta conferirle la monótona uniformidad de la superficie lunar.” A pesar de todo, a finales del XIX se imaginaron el salario mínimo, el límite a la jornada laboral; en los años 30 formas de intervención pública para contrarrestar la recesión; y tras la II Guerra Mundial el Estado de bienestar. 

Esas conquistas fueron fruto de siglo y medio de luchas sociales. Sin embargo, hoy no se vislumbra nada en el horizonte contra el neoliberalismo. Tal hecho lo explica muy bien Josep Fontana: "Las clases dominantes han vivido siempre amedrentadas por unos fantasmas: los jacobinos, los carbonarios, los masones, los anarquistas, los comunistas. Eran amenazas fantasmales, pero los miedos eran reales”. Con esos fantasmas los gobiernos por prudencia hicieron concesiones a los trabajadores para mantener el orden social.” Hoy no tienen ningún enemigo que les inquiete.  

Adoctrinamiento e imposición de la ideología neoliberal