Las denuncias de los consumidores se suceden, por la baja calidad y las graves incidencias ocurridas.
Un pequeño número de empresas de catering se han apoderado de los comedores públicos de escuelas, hospitales, residencias para mayores, hoteles, trenes, aeropuertos y autopistas.
Estas empresas, cuyo objetivo esencial es el incremento de sus beneficios, son las que deciden nuestra alimentación y la de nuestros hijos, una alimentación cada vez más industrializada y uniformada, realizada a base de productos de bajo coste trasladados desde lugares lejanos.
Las denuncias de los consumidores se suceden, por la baja calidad y las graves incidencias ocurridas.
Hace unos días el gobierno de Feijóo se vio obligado a rescindir el contrato de catering a dos empresas, vinculadas entre sí, tras ser denunciada por suministrar comida en mal estado a los escolares gallegos y utilizar envases que se deforman por el calor, con grave riesgo de toxicidad. Feijóo pidió perdón, ya que las empresas consiguieron el contrato de la Xunta gracias a una bajada temeraria de sus precios y como consecuencia de su calidad. Las elecciones están próximas y no interesa abrir nuevos frentes.
Sin embargo, la población de Manzaneda (Ourense) tuvo que convocar una huelga el pasado curso para conseguir la rescisión del contrato de catering con Serunión y poder alimentar a los niños con sus excelentes productos propios. Feijóo al final accede, aunque penalizando a las familias del pueblo con una disminución de las ayudas públicas (30%) a su comedor escolar.
Serunión, una de las empresas de catering de cabecera de la Xunta de Galicia, es filial de la multinacional francesa Elior S.A., propiedad del fondo de capital riesgo Charterhouse. Serunión suministra 400.000 menús diarios en España y únicamente dispone de 15 cocinas centrales y centros logísticos, desde donde reparte los platos precocinados en frío, tras muchas horas o días de preparación, recalentados antes de su consumo en envases plastificados. Esta empresa también ha sido denunciada por múltiples incidencias en Galicia y otras CCAA, como larvas de gusano en la sopa en varios centros, intoxicación de escolares, no cocinar con aceite de oliva a pesar de estar obligada por contrato e incluso por la presencia de una hoja de afeitar y una tuerca en la comida servida a dos niños, lo que indica graves deficits en el control de calidad de sus menús.
A pesar de estos antecedentes, la Xunta adjudica a esa misma empresa el catering del Nuevo Hospital de Vigo, y la historia se repite, con quejas diarias de pacientes y familiares, por el mal aspecto y peor sabor de muchos platos, la escasez en las raciones y las dietas inadecuadas.
Es contradictoria esta situación de descontrol y de incumplimientos en la elaboración de los menús de la empresa Serunión con su preocupación por sensibilizar a los escolares con respecto a la alergia al gluten, celebrando el “Día Nacional del Celíaco” con el reparto de menús sin gluten a miles de niños sanos, lo que supone medicalizar a la infancia, en una clara invasión de las funciones sanitarias preñada de conflictos de interés, ya que la enfermedad celíaca supone un gasto extra en alimentación de 1.500 euros/año y Serunión también se dedica al comercio de productos alimenticios.
La cesión de las decisiones alimentarias a empresas multinacionales, abastecidas por grandes mayoristas, a base de materias primas de países lejanos, disminuyen el desarrollo rural y el consumo de alimentos de la propia tierra, en contra de las recomendaciones de la OMS. Sus menús con escasez de alimentos frescos y abundancia de productos precocinados, hipercalóricos y poco nutritivos, es causa de obesidad infantil.
Es vergonzoso que España, y en especial Galicia, ocupen los primeros puestos en incremento de la obesidad infantil a pesar de su riqueza en alimentos frescos y de calidad. La obesidad infantil se asocia a infelicidad y trastornos psicológicos en la infancia y a una mayor probabilidad de padecer cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares, discapacidad y muerte prematura en la edad adulta.
Para combatirla, la OMS y los expertos abogan por las cocinas integradas en los centros, con consumo de productos frescos y de proximidad, para la creación, desde la escuela, de una cultura culinaria. Sin embargo, Feijóo no piensa favorecer la alimentación local a costa de “excluir a ninguna empresa de la unión Europea” lo que de nuevo confirma que la implicación del presidente gallego no es con el desarrollo del medio rural, con los servicios públicos ni con la salud infantil, sino con las multinacionales vinculadas a fondos de capital riesgo.
Organizaciones ciudadanas y de padres de alumnos, profesionales sanitarios y dirigentes de “otra política” deberemos tomarnos muy en serio esta cuestión, para evitar que nuestros niños se vean obligados a comer los productos que las multinacionales decidan, lo mismo que se ven obligados a respirar el aire que las multinacionales contaminan.
Luisa Lores | Miembro de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Publica