nuevatribuna.es
1 de febrero de 2011, 4:48
nuevatribuna.es | 01.02.2011
Es lo que un grupo de científicos mexicanos acaba de comunicar en un estudio publicado en la revista científica Journal of Vegetation Science.
El planteamiento del denominado panel de científicos sobre el cambio climático, que durante el siglo XXI el nivel medio del mar ascenderá de manera continua como resultado del derretimiento del hielo de los casquetes polares es un fenómeno que ya es observable y medible y no una mera predicción.
Por ello se hace necesario tener en cuenta el impacto del ascenso del nivel del mar y de los fenómenos meteorológicos extremos a la hora de planear el desarrollo de las costas, que se verán cada vez más amenazadas por los cambios ambientales globales a lo largo de este siglo.
En el estudio, los científicos mexicanos demuestran que las consecuencias del ascenso del nivel del mar son ya visibles en lagunas costeras de Baja California.
Con base en imágenes de satélite y otras técnicas, los especialistas detectaron nuevos manglares donde hace medio siglo había matorral desértico. “El establecimiento de los manglares tierra adentro se produce sobre todo durante los años de El Niño, cuando el agua del Pacífico se encuentra más caliente de lo normal y se expande, inundando las planicies costeras del noroeste mexicano".
Sin embargo, el ascenso del nivel del mar y las anomalías que provoca El Niño –dos fenómenos asociados al cambio climático – operan de manera conjunta sobre las costas y ponen en peligro su integridad, señalan.
El estudio demuestra que los manglares son capaces de responder a estos cambios acelerados en los ecosistemas costeros, estableciéndose en las zonas que son inundadas y así protegen las costas contra el riesgo de erosión acelerada y catástrofes.
La investigación señala que los manglares cerca de las aguas abiertas, en lugares mar adentro, como barras de arenas o márgenes de laguna, han disminuido en décadas recientes.
Apunta que la tasa de pérdida de estos bosques es de gran interés ambiental, ya que los manglares protegen las costas, revierten la contaminación y la regulación de la dinámica de agua en los estuarios y son hábitat de especies aptas para la pesca comercial.
Acumulativamente, el valor anual de las utilidades para una hectárea de manglar puede ser de decenas de miles de dólares y, en consecuencia, el valor descontado a largo plazo de una hectárea de manglar puede alcanzar valores estimados en cientos de miles de dólares, por lo que, cuando se destruye un área de manglar se pierden de forma irreversible recursos que prestan valiosos servicios para la sociedad.
Resalta que organismos gubernamentales mexicanos, como el Instituto Nacional de Ecología (INE), informaron que la tasa de pérdida anual de manglares es del 2 %; sin embargo, según algunos estudios de teledetección realizados a gran escala en el noreste de México en muchas lagunas, a pesar de la percepción común, no se está perdiendo.
Precisa, por último, que en comparación, algunos informes regionales han argumentado que el área cubierta por bosques de manglar ha aumentado en 10 años en algunas lagunas de la costa del Pacífico de México.
Estos estudios científicos realizados sobre espacios de América, son un avance de lo que nos depara el futuro, más inmediato de lo que pensábamos, al resto del planeta. Mientras tanto, este asunto, que va a condicionar de manera inexorable la economía y la sociedad de la Península Ibérica en los próximos 30 años, por la incidencia en nuestras costas, no parece ofrecer la misma preocupación a nuestros gobernantes que la llamada “sostenibilidad” de las pensiones. Se ve que no presenta oportunidades de negocio a bancos y multinacionales… por ahora.
Pedro Diez Olazábal
