viernes. 29.03.2024
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Los principales motivos que aportamos para proteger las montañas a menudo están asociados a los valores ecológicos del lugar. Así, se suele destacar el valor de determinadas especies de flora o fauna endémicas o de ecosistemas singulares. Por ejemplo, en el Parque Nacional de los Picos de Europa destacan los esfuerzos orientados a la conservación de mariposas diurnas y de flora endémica amenazada.

El pasado invierno, tras escalar una vía que nos depositó en la cima de una aguja de conglomerado ubicada en el Parque Natural de Montserrat, nos dispusimos a bajar. Mientras comentábamos los detalles de la escalada realizada, paramos a descansar en una ermita en la que se alojaban los monjes del monasterio benedictino que habían optado por la vida eremítica.

Ermita de Sant Salvador, Montserrat.

En ese momento, nos dimos cuenta de la importancia de la necesidad de preservar estos elementos para que futuras generaciones comprendan el legado cultural asociado a esos retiros espirituales. Estas ermitas, son un ejemplo del patrimonio inmaterial que frecuentemente queda olvidado en la conservación del territorio y sin embargo es relevante para las poblaciones locales, como valor cultural, espiritual, e identitario.

En el patrimonio inmaterial se pueden enmarcar distintos valores. Ejemplo de ello son los espacios vinculados a la religiosidad, los rituales que en diversas culturas se vienen realizando en las montañas, los topónimos reflejos de antiguos usos, los cuentos y leyendas asociados a las montañas, las sensaciones como el silencio o armonía, o elementos naturales considerados como sagrados por sí mismos.

Escalada junto a una de las cuevas de Urkiola donde según la mitología vasca habita Mari, personificación de la madre tierra.

Entre estos últimos, destacan algunas montañas ubicadas en distintos lugares del planeta. Algunos ejemplos de estas montañas sagradas son el monte Kailash ubicado en el Tibet, donde según la mitología hindú habita Shivá, el monte Olimpo, morada de los dioses olímpicos para la mitología griega, o la montaña Uluru, el lugar más sagrado para la cultura de los Anangu, aborígenes australianos.

Incorporar los elementos de patrimonio inmaterial en la conservación de estos espacios, ayuda no solo a comprender las montañas de otra manera, sino también a incorporar a otros colectivos fuera de los habituales en los esfuerzos necesarios para su protección. Conservar, proteger y respetar las montañas, desde lo físico, a lo inmaterial.

 


Txema Fernández-Monge Kortazar es Ingeniero forestal, Master en Espacios Naturales Protegidos. Disfruta corriendo, bicicleteando y escalando en la montaña, pero sin dejar de pararse para ver un paisaje, observar la fauna, o hablar con algún pastor.

Puedes seguirle en el magnífico blog creado por Ignacio Palomo: Luces de Montaña

lucesdemontaña


 

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