martes. 23.04.2024

voluntariosLa Milicia Nacional fue una creación de la burguesía revolucionaria en su lucha contra el feudalismo. Surge como una fuerza armada a lo largo del siglo XIX, en las sucesivas coyunturas revolucionarias que se van dando a lo largo de este siglo. (En la imagen: Voluntarios de la libertad en Cádiz.)

Como defensora de los valores democráticos, sería disuelta por la propia burguesía moderada entre los años 1843, 1855 y 1874, porque esta moderación “enraizaba en los vestigios feudales que sobre todo en el campo, protegían los intereses de una burguesía agraria surgida en el siglo XVIII, acrecentada en el siglo XIX con la desamortización y engrosada con los aristócratas terratenientes que se transformaban en propietarios capitalistas con la disolución del régimen señorial en su favor”.(1)

La Milicia Nacional garantizaba a la burguesía el orden y la propiedad recién conseguida.  Sin embargo, se convertiría más tarde en un molesto huésped del conservadurismo burgués, que se encargó de extinguirla temerosa de que en sus filas latiera un nuevo fermento revolucionario. Nada más peligroso para el Estado burgués, que verse desbordado por una fuerza, que había tenido que armar para consolidarse contra el Estado absoluto.

A mediado del siglo XIX el reinado de Isabel II había sido un desastre absoluto y las fuerzas políticas emergentes no estaban de acuerdo con el sistema político de la monarquía.  De esta contestación surge el llamado Pacto de Ostende.

El Pacto de Ostende fue el acuerdo firmado el 16 de agosto de 1866 en la ciudad belga de Ostende por el Partido Progresista y el Partido Demócrata, por iniciativa del general progresista Juan Prim, para derribar la monarquía de Isabel II. Este pacto, al que a principios del año 1868 se sumó la Unión Liberal, fue el origen de la revolución de “la Gloriosa”, que en septiembre de 1868 depuso a Isabel II.

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Desarme de los voluntarios de la  libertad en Zaragoza

El Pacto de Ostende entre progresistas y demócratas, que recibe su nombre por el de la ciudad de Bélgica donde se firmó el 16 de agosto de 1866, constaba de dos puntos:

1º Destruir lo existente en las altas esferas del poder.

2º  El nombramiento de una Asamblea Constituyente bajo la dirección de un Gobierno Provisional, la cual decidiría la suerte del país, cuya soberanía era la ley que representase, siendo elegida por sufragio universal directo.

Antes del alzamiento de septiembre ya en algunas ciudades españolas los demócratas ya habían organizado clandestinamente a sus seguidores en algunas de las ciudades españolas más importantes.

Se conoce como “el Sexenio Democrático”“Sexenio Revolucionario” al periodo de la historia contemporánea de España transcurrido desde el triunfo de la revolución de septiembre del año 1868 hasta el pronunciamiento de diciembre de 1874, que supuso el inicio de la etapa conocida como Restauración borbónica.

El Sexenio suele dividirse en tres etapas:

  • La primera, la del Gobierno provisional español del año 1868 a 1871.
  • La segunda, el reinado de Amadeo I del año 1871 a 1873.
  • La tercera, la Primera República Española, proclamada tras la renuncia al trono del rey Amadeo de Saboya en febrero de 1873, y se divide entre:
  1. El período de la República Federal, a la que pone fin el golpe de Pavía de enero de 1874.
  2. La República unitaria, también conocida como la Dictadura de Serrano, que se cierra con el pronunciamiento en diciembre de 1874 en Sagunto del general Arsenio Martínez Campos en favor de la restauración de la Monarquía borbónica en la persona del hijo de Isabel II, Alfonso XII.

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Alicante, la revolución de 1868

El 16 de septiembre de 1868, el general Prim llegó a Cádiz procedente de Londres, vía Gibraltar y dos días después, el 18 de septiembre, se sublevaba el almirante Juan Bautista Topete al frente de la escuadra.

El 19 de septiembre, tras la llegada desde Canarias del general Serrano y del resto de los generales unionistas comprometidos, Topete leyó un manifiesto redactado por el escritor unionista Adelardo López de Ayala en el que se justificaba el pronunciamiento y acababa con un grito “¡Viva España con honra!” que se haría célebre. En los días siguientes el levantamiento se fue extendiendo por el resto del país, empezando por Andalucía

Con el triunfo del almirante Topete en Cádiz y la salida de España de la reina Isabel II, se constituyen inmediatamente por toda España Juntas Revolucionarias para garantizar el triunfo en todo el territorio nacional. Una de las primeras medidas que tomaron estas Juntas fue la creación de los voluntarios de la libertad.

Los voluntarios de la libertad contribuyeron a mantener el orden en los primeros días de la revolución. Se habían distribuido armas entre la población en muchas ciudades y fueron los voluntarios de la libertad los encargados de recogerlas de aquellas personas que no dependían de las Juntas. Sirva como ejemplo que en Madrid se distribuyeron unas 40.000 personas y fueron armadas en el cuartel de San Gil de la capital de España.

Hubo ciudades donde el ejército se negó a repartir armas, al considerar que ellos se bastaban para mantener el orden en la ciudad. El general Izquierdo en Sevilla se negó a dar armas a la población y arengó a sus tropas, para que mantuvieran el orden en la ciudad.

Los voluntarios de la libertad no son tanto el brazo armado de la burguesía revolucionaria, como una fuerza armada popular, con un predominio de jornaleros seguidos de menestrales, que nacen fundamentalmente con la finalidad de defender los postulados de la revolución y dentro de ellos el respeto a la propiedad, que con el tiempo se convertirá en un poderoso enemigo para el Gobierno Provisional caracterizado por su moderación.

Con el fin de regularizarlas se publicó mediante Decreto del Ministerio de la Gobernación del 18 de noviembre del año 1868 lo que les otorga la legalidad y regulación.  Su organización era de tipo militar formado por pelotones, compañías y batallones.  Sus jefes eran elegidos por sufragio, pero siempre estaban bajo el mando de los alcaldes constitucionales.  La creación de estos batallones sólo era posible en las capitales de provincia y en ciudades de más de 10.000 habitantes y siempre tenía que tener más de 300 voluntarios

Se creó una cruz distintiva de reconocimiento a la labor de los voluntarios de la libertad por sus servicios en el año 1871.

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Tras el triunfo de la revolución se formó un Gobierno Provisional presidido por el general Serrano (unionista) y con Prim (progresista) en el Ministerio de la Guerra, el almirante Juan Bautista Topete (unionista) en la cartera de Marina y Sagasta (progresista) en el de Gobernación. Quedaron fuera los demócratas que no aceptaron el único puesto en el gobierno que se les ofreció.

Cuando el gobierno provisional proclamó que era favorable a la monarquía, rompiendo el compromiso del Pacto de Ostende de que se mantendría neutral en la cuestión de la forma de gobierno, el Partido Demócrata apostó claramente por la República y cambió su nombre por el de Partido Republicano Democrático Federal.

Una minoría de demócratas que creían en la compatibilidad de la democracia con la monarquía, aunque seguían apoyando a la República, pero a más largo plazo, no continuaron en el partido y se unieron a la coalición de unionistas y progresistas que apoyaba al gobierno provisional. 

Ante los continuos problemas que se crean, el gobierno plantea por parte del ministro de la Gobernación, Sagasta la necesidad de reorganizar los voluntarios de la libertad.  Para ello publica un decreto el diecisiete de noviembre de 1868, con él, intenta un doble objetivo:

voluntarios6-Desarmar a los cuerpos armados que no estuvieran dentro de la ley, que ya existían con anterioridad a la creación de los voluntarios de la libertad.

-Ante el temor del Gobierno de que la nueva institución se radicalizará, ejercer un control gubernamental directo y casi represivo sobre ella.

La reorganización acometida por Sagasta, será una forma clara de supresión, pues además de proceder a un alistamiento donde el personal sería seleccionado por los pueblos, se ordenará la entrega de las armas a los no seleccionados antes del diez de diciembre, amenazando con que las entregasen serían juzgados como perturbadores del orden público.

La ley limita la llamada “fuerza ciudadana de voluntarios de la libertad” a los pueblos que, con más de 10.000 habitantes tuvieran ya armadas alguna fuerza popular.

En el decreto de reorganización se fijan excepciones de tal modo ambiguas que permiten una disolución y posterior reorganización de los voluntarios de la libertad y se explicita aún más contra aquellos que cometiesen un delito contra la propiedad o de atentado o desacato a la autoridad, contra los cuales procederá siempre la expulsión.

Regula la disolución de los voluntarios de la libertad por el gobierno cuando se dieran circunstancias graves. En el decreto de reorganización se fijan excepciones de tal modo ambiguos que permiten una disolución y posterior organización de los voluntarios conforme a los designios del Gobierno central.  En él, se establecen quienes no podían pertenecer y en su artículo 32° se explicita aún más contra aquellos voluntarios que cometiesen un delito contra la propiedad.

No podía faltar la regulación de la disolución de la fuerza ciudadana por el gobierno cuando se dieran circunstancias graves, ni el correspondiente articulado transitorio que ordenaba la reorganización de las fuerzas populares existentes ajustándose al presente decreto.

Para entender mejor lo que significan los voluntarios de la libertad en los inicios de la Gloriosa, hemos de saber que, por ejemplo, el tres de octubre del año 1868 hubo un desfile en Madrid frente al Congreso de los Diputados con unos diez mil voluntarios de la libertad.

Se pensó que la mejor forma de controlar todo el movimiento es organizar a los ciudadanos armados en los voluntarios de la libertad, para así ponerlos bajo las órdenes de las Juntas revolucionarias.

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El Gobierno Provisional, presidido por el general Francisco Serrano, que daría inicio al Sexenio Democrático

La Junta revolucionaria de Cádiz decide la constitución de dos batallones de voluntarios de la libertad y para su formación se les entrega mil fusiles.  Las normas por las que se debe de regir eran:

1º La fuerza ciudadana estará a las órdenes de la Junta local.

2º Si la Junta militar necesita de ella para algún servicio ordinario pedirá a la local la fuerza que considere irresponsable.

3º En circunstancias extraordinarias, cuando el orden esté perturbado o amenazado de perturbación, no podrá hacerse uso de la fuerza ciudadana, sin que medie acuerdo entre las autoridades militar y local.

Resulta curioso comprobar la composición de estos dos batallones de voluntarios de la libertad de Cádiz.  El primero estaba exclusivamente formado por militantes demócratas que posteriormente se pasaron al Partido Republicano. El segundo batallón lo formaban progresistas para posteriormente pasarse también al Partido Republicano.

Enseguida, los voluntarios de la libertad de Cádiz muestran su oposición ante las decisiones que estaba tomando el Gobierno Provisional.  Esto provoca que se produzcan enfrentamientos con el ejército.  Los voluntarios fueron derrotados por el ejército y son desarmados. 

Al igual que en Cádiz, en Zaragoza también se produce una sublevación de los voluntarios de la libertad antes de su desarme definitivo en octubre de 1869.  Dicha sublevación duró cinco días con fuertes enfrentamientos entre los voluntarios y el ejército en plena ciudad, llegándose a emplear artillería por el ejército para reducir a los voluntarios.

Los voluntarios de la libertad de Zaragoza se quedan sin munición, por lo que tienen que retirarse a la otra orilla del Ebro. Se produjeron cincuenta muertos y doscientos heridos como consecuencia de dicho enfrentamiento.

La Junta Revolucionaria de Navarra se constituye el treinta de septiembre de 1968 en Pamplona y lleva consigo la constitución de los voluntarios de la libertad formándose dos batallones, uno instalado en Pamplona y el otro en Tudela.  Navarra era un territorio con total predominio de los carlistas, siendo el mundo liberal una minoría

Aquí no se produce la lucha ideológica entre los diversos movimientos liberales, sino que es una lucha para que pueda sobrevivir el liberalismo.  Los voluntarios de la libertad se concentran en Pamplona y Tudela. Juegan un papel importante en la defensa de estas plazas como fuerzas auxiliares del ejército liberal.

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Alicante, la revolución de 1868.

La constitución de los voluntarios de la libertad en Navarra tiene un carácter distinto del resto de España, pues aquí hay un factor determinante, que tendrá una importancia capital a lo largo de todo el sexenio, como es la rebelión carlista.  El carlismo era mayoritario en Navarra y las tendencias liberales muy minoritarias. Aquí los voluntarios de la libertad, lucharán por intentar consolidar el liberalismo, contra la fuerza mayoritaria del carlismo.

Los requisitos para pertenecer a la fuerza de los voluntarios de la libertad eran:

.  Ser vecino de la localidad.

.  No usar uniforme militar.

.  No usar armas más que en el servicio.

.  Fuerte disciplina.

.  Castigo severo de la embriaguez o el uso indebido de las armas.

Lo mismo sucede en Éibar (Guipúzcoa), creándose en el año 1869 un batallón de voluntarios de la libertad.  Estaba dotada esta unidad con fusiles Remington, que tenían gran fama.  Esta unidad debe retirarse de Éibar en un número de 230 miembros junto con las tropas del ejército ante la presión de los carlistas.  Todas estas tropas se retiraron hasta San Sebastián, para así poder asegurar la defensa de las ideas liberales.

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El Ministro de la Guerra con fecha de diecinueve de julio de 1869 comunica que ante los incidentes que están promoviendo los voluntarios de la libertad, acuerda:

1° La milicia ciudadana voluntaria movilizada dependerá de los Capitanes generales respectivos y demás autoridades militares y sus individuos estarán sujetos a la ordenanza como las demás tropas del ejército.

2° Gozaran del fuero militar de que disfrutan los individuos del ejército durante todo el tiempo que se hallen movilizados y tendrán derecho a obtener las cruces, pensiones y demás recompensas que por acción de guerra se conceden a los militares.

3° Los voluntarios movilizados serán atendidos para los ascensos en sus respectivas carreras y para su colocación en otros destinos con arreglo a su aptitud y circunstancias.

4° De esta disposición se enterará a todas las fuerzas movilizadas quedando en libertad, de separarse los voluntarios que no deseen continuar sirviendo con sujeción a lo que se determina y en la inteligencia de que a los que continúen voluntariamente movilizados se les leerán las leyes penales y obligaciones que les corresponden según su clase, para que en ningún tiempo aleguen ignorancia “.

Como se ve, es una militarización en toda regla de los voluntarios de la libertad.

voluntarios9En septiembre de 1869 el asesinato del gobernador en funciones perpetrado en un mitin en Tarragona al que asistía el general Pierrad, representante de los republicanos intransigentes, será aprovechado por Sagasta para llevar a cabo el desarme de los voluntarios de la libertad recurriendo a la publicación del decreto del diecisiete de noviembre de 1869.

Como podemos comprobar, al poder establecido no le intereso nunca la existencia de los voluntarios de la libertad, pues era un cuerpo que escapaba de su control y daba poder a las Juntas Revolucionarias que tenían en los voluntarios un cuerpo armado que podía cuestionar las políticas del Gobierno Provisional como así fue.

Por eso lo primero que intentaron fue regularlas, aunque su intención fue eliminarlas directamente, a través de la regulación.  Esto lo consiguió a medias, pero ya no significaron un problema, salvo en algún caso como Cádiz o Zaragoza.

Para terminar con los voluntarios de la libertad hubo de al decreto de disolución de 17 de noviembre de 1869.  Sin embargo, en aquella parte del territorio donde el carlismo estaba revelándose y significaba un grave problema de orden público y militar se siguieron manteniendo como fuerzas de apoyo al ejército junto con la creación de los llamados cuerpos francos que en Navarra fueron dos, el Tercio Navarro y la Guardia foral.  Esto también se produjo en otros territorios donde la presencia carlista era continua.

Fueron un cuerpo que resulto molesto al poder establecido porque no lo controlaba y podía volverse con el gobierno, por lo que siempre intento primero regularizarlo para de esta forma neutralizarlo y posteriormente simplemente hacerlo desaparecer.


(1) Pérez Garzón J. S “Milicia Nacional y Revolución burguesa” el prototipo 1808-1874. Prólogo de Manuel Espadas Burgos. CSIC, Madrid 1978.

Los voluntarios de la libertad 1868-1874