martes. 16.04.2024
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Ilustración del asesinato de Cánovas del Castillo

En la crónica del periódico se decía que si Angiolillo hubiera ido con vestimenta obrera no hubiera podido cometer el asesinato

Antonio Cánovas del Castillo fue asesinado, siendo presidente del Consejo de Ministros, el 8 de agosto de 1897, en el Balneario de Santa Águeda (Mondragón) por el anarquista Michele Angiolillo. En este artículo estudiamos la reacción del PSOE ante este hecho, a través de El Socialista. Su lectura nos aporta información, tanto sobre la consideración que tenían los socialistas sobre la violencia política como sobre la situación del turnismo.

Los socialistas condenaron el asesinato en el número del 13 del periódico obrero. Los socialistas no iban contra los hombres, sino contra las instituciones, y éstas no se podían destruir eliminando a las personas, en la línea de lo que siempre defendió el PSOE en relación con los atentados y el terrorismo. Además de la poderosa razón humana había otra que era muy importante para el PSOE, y tenía que ver con la reacción que este tipo de hechos provocaba y que se traducía en una merma de las libertades, necesarias para poder difundir las ideas socialistas. En la condena se incluía una defensa de la lucha pacífica y legal, de la crítica y la discusión, y no que la confrontación terminase en una “lucha de fieras”.

En el número siguiente de El Socialista se criticaba que los líderes conservadores comenzaban a pelearse por el liderazgo del Partido, aunque, al parecer, estos personajes estarían de acuerdo en que la formación debía permanecer en el poder porque en la oposición podía disolverse. Los socialistas afirmaban que parecía que solamente les unía el presupuesto. En realidad, aunque la crítica estaba trazada de forma breve y un tanto gruesa, no cabe duda que la muerte de Cánovas inició la crisis de liderazgo en el Partido Conservador, como la posterior de Sagasta en el Liberal. Por el momento, sería Francisco Silvela el que se haría cargo del liderazgo, y al poco tiempo, del Gobierno. Pero Silvela fallecería en 1905. En todo caso, se nombró un Gobierno liberal en el otoño, algo que los socialistas consideraban normal (número 605), no sin dejar de criticar el funcionamiento del sistema, incluyendo a la Corona, a cuenta de un artículo aparecido en El Imparcial, ya que, al parecer la institución intentaba justificar porque no había habido un cambio de gobierno antes después del asesinato de Cánovas, además de que se preocupaba por las injusticias cometidas con los detenidos en Montjüic y de los problemas del ejército. Pues bien, para el PSOE estas declaraciones sin refrendo de un ministro no eran apropiadas y debían rectificarse.

Al parecer, también se había generado una cierta polémica en la prensa sobre la ineficacia policial en evitar el asesinato, a pesar de que su escolta contaba con un inspector y veinte agentes. Pero los socialistas planteaban que era una polémica inadecuada, que el problema no era ese, lo que estaba mal no era la policía sino el régimen. La policía solamente actuaba diligentemente contra los pobres. En la crónica del periódico se decía que si Angiolillo hubiera ido con vestimenta obrera no hubiera podido cometer el asesinato.

En el número 602 se aludía a los gastos de los funerales de Cánovas que, al parecer, ascendían a la cantidad de 44.000 pesetas, haciendo una crítica ácida y un tanto burlona de lo contentas que, al parecer, estaban ciertas autoridades religiosas.

Los interesados en saber cómo se formó el Partido Conservador pueden acercarse al trabajo de Fidel Gómez Ochoa, “La formación del Partido Conservador: la fusión conservadora”, en Ayer (2003).

Los socialistas y la muerte de Antonio Cánovas del Castillo