Hart Island ha sido, desde el Siglo XIX, la isla neoyorkina en donde descansan los restos de quienes mueren sin que nadie los reclame. La pobreza que rodea New York, en los distritos en los que el 96 por ciento de la población es de origen hispano y afroamericano, obliga a quienes carecen de recursos a pedir a los servicios sociales que retiren los cuerpos de sus seres queridos. El costo de un sepelio asciende a cifras que estos ciudadanos de segunda clase no pueden afrontar. Hart ha sido la solución silenciosa de una realidad vedada.
Pero la catástrofe sanitaria que Donald Trump se negó a atender cuando aún estaba a tiempo, hizo que el mundo supiera de la existencia de un lugar recóndito -en el centro mismo del capitalismo- en donde se esconden los “daños colaterales” del sistema.
La lista de brutalidades propias de una sociedad desquiciada llega hasta hoy con una propuesta presentada por ciudadanos de Tennessee. “Reabran Tennessee, sacrifiquen a los débiles”
El American Way of Life ha entrado en una fase oscura. En el ocaso, otra América asoma y pone de manifiesto la crueldad, la miserabilidad, el egoísmo y la brutalidad; todo un compendio de “way of life” que refleja la cara oculta de una sociedad cegada por el narcisismo.
En el inicio de la cuarentena, las armas y las bebidas alcohólicas fueron los productos más vendidos. Ante un posible escenario “Walking dead”, parte de la sociedad americana corrió a las tiendas de armas y municiones, Las noticias de la CBS daban cuenta de disparos entre vecinos. El alcalde de Baltimore Jack Young, debió pedir a los ciudadanos que dejasen de tirotearse entre ellos para no tener que usar camas de hospitales destinadas a enfermos de Covid-19.
Y la lista de brutalidades propias de una sociedad desquiciada llega hasta hoy con una propuesta presentada por ciudadanos de Tennessee. “Reabran Tennessee, sacrifiquen a los débiles”. El dinero es lo primero, la salud puede esperar. América está al desnudo.
