viernes. 19.04.2024
walter

Los negros no sirven ni para reproducirse”, escupió allá por 2017 el por entonces candidato a presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. La Cadena O’Globo, que propició el ascenso del líder del Partido Social Liberal, reprodujo en su noticiero central la declaración xenófoba de quien, apenas dos años más tarde, se ha convertido en el responsable de una masacre que sólo en el primer semestre del año suma la friolera de 881 víctimas fatales.

El 99 por ciento de las víctimas de la policía brasileña son hombres negros; por lo que las voces críticas del gobierno de Bolsonaro han presentado un informe en el que denuncian el racismo estructural existente en Brasil

Con la excusa de combatir el delito las fuerzas de seguridad del Brasil matan a un ciudadano negro cada cinco horas. La estadística fue publicada esta semana por el Instituto de Seguridad Pública, y presentada con bombos y platillos por el gobernador del Estado de Río de Janeiro, Wilson Witzel, quien aseguró que “con el trabajo arduo de las fuerzas de seguridad se está superando un pasado en el que Río estaba en las manos de criminales”.

El 99 por ciento de las víctimas de la policía brasileña son hombres negros; por lo que las voces críticas del gobierno de Bolsonaro han presentado un informe en el que denuncian el racismo estructural existente en Brasil, como factor determinante a través del cual se explica que las muertes de ciudadanos negros sean significativamente mayores.

El discurso de mano dura contra la delincuencia, impulsado por Bolsonaro antes de llegar a la presidencia, conquistó a la facción de la sociedad que reclamaba acciones concretas para combatir el delito. El resultado del modelo de “prevención” instaurado por el líder del PSL revela que sólo en el primer semestre de 2019 la policía de Río de Janeiro asesinó a 881 personas, de las cuales 825 eran negras.

Los indígenas también están siendo víctimas de la política de seguridad impuesta por Bolsonaro. A principios de año, un grupo de rancheros armados con rifles y machetes atacó un asentamiento de 400 familias de la tribu gamela, en el estado de Maranhão, en el noreste de Brasil. De acuerdo con el Consejo Indigenista Misionero, veintidós indígenas resultaron heridos, entre ellos tres niños. A muchos de ellos les dispararon por la espalda o les cortaron las muñecas. La opinión del presidente de Brasil respecto de las tribus que pueblan vastas zonas del país, no es ningún secreto. En uno de sus tantos discursos Bolsonaro sostuvo que los indígenas son "indios hediondos, no educados y no hablantes de nuestra lengua".

La violencia institucional que se ha desatado en el país más grande de América Latina ha puesto en alerta al departamento de Derechos Humanos de la ONU, que ha advertido sobre la “reducción de la democracia” y ha expresado su preocupación, denunciando “el aumento significativo de la violencia policial, la cual afecta desproporcionadamente a los afrodescendientes y a las personas que viven en barrios marginados”

Negros e indígenas, las víctimas de Bolsonaro