lunes. 29.04.2024

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Para Bruno Tertrais en 'La venganza de la Historia', la Historia en los últimos tiempos con sus pasiones se ha transformado como un resorte esencial de las luchas de poder internacionales. Ante este reto, lo primero es conocer y entender esta “inagotable reserva de experiencia humana”. Labor compleja, porque en Europa el culto a la memoria parece haber sustituido al estudio de la Historia. Y mucho más en esta era de política postfactual, en la que la gran avalancha de información se ha convertido en torbellino triturador virtual, en el que cualquier distinción entre hechos, comentario, análisis, relato, narrativa y mentira es cada vez más difícil. 

Debemos preguntarnos qué hacer frente a esta avalancha de la Historia en el panorama internacional, para que no inflame visceralmente las relaciones entre los pueblos. La analogía histórica es una de las armas políticas más poderosas. Su elección nunca es neutral. Según la ideología o la política, serán diferentes. Lo primero es desconfiar de ellas. Percibir permanentemente concordancias de hechos presentes con otros de la Historia es un síntoma de un estrecho presentismo de una cultura occidental, que solo ve en el pasado el reflejo infinito de sus propias preocupaciones. La sabiduría de la Historia no nos llega bajo la forma de lecciones preenvasadas, sino de oráculos cuyas analogías con el presente tenemos que intentar aclarar con nuestras dificultades actuales. 

 Para los israelíes comunes, como para los alemanes del tercer Reich, no cabe pensar, ni cuestionar las decisiones de sus dirigentes. El führer siempre tiene razón 

Nuestros políticos occidentales usan y abusan de las analogías para justificar sus decisiones. En realidad, no hay analogías buenas o malas, sino bien o mal utilizadas, que nos engañan o que nos enseñan. Mas los malos usos son más frecuentes. Es fácil hallar una lista de analogías inapropiadas o inservibles en los debates estratégicos actuales. Recurrir a la ocupación alemana (1945-1952) para legitimar o gestionar la de Irak, como hizo el administrador americano Paul Bremmer, no parece adecuado. Invocar Auschwitz a propósito de los Balcanes sirvió a Alemania en la crisis de Kosovo, pero insulta a los supervivientes. Hablar de un nuevo Gulag a propósito de Guantánamo, como hizo Amnistía Internacional en el 2005, es otro insulto a los supervivientes soviéticos. Comparar la barrera israelí de Cisjordania con el muro de Berlín es un sinsentido. El Telón de Acero se concibió para que nadie pudiera salir, la barrera israelí para que nadie pudiera entrar. Tampoco estamos hoy en los años 30: las ligas armadas no circulan por las calles, el populismo no es el fascismo. No obstante, la brutal crisis económica mundial desencadenada por el covid-19 no solo recuerda sino que incluso supera a la crisis de 1929. Desde la caída del Muro de Berlín, ¡cuántas veces hemos entrado en una nueva Edad Media! Producto de la pérdida de soberanía de las naciones, de un mundo sin reglas, regreso a la barbarie. ¡Cuántas Yaltas! ¡Cuántas nuevas doctrinas Monroe! El recurso a Munich propicia la emoción e indignación y sustituye el análisis por el tópico. Permite economizar inteligencia y complejidad. Esta conclusión vale para otras muchas analogías históricas. No obstante, aunque resulten discutibles como eslóganes políticos, las analogías pueden justificarse como herramientas de búsqueda de conocimiento. Hacer referencia a Vietnam, Afganistán o Irak puede ser la mejor o peor manera de actuar. Recordar tales intervenciones puede servir de aviso; pero también como excusa perfecta para la no intervención. Por ejemplo, la no intervención en el auténtico genocidio actual en Yemen. 

Recordar la crisis de 1929 resultó beneficioso para los dirigentes americanos y europeos en la crisis del 2008. Así evitaron muchos de los errores de sus predecesores. La analogía histórica ayuda así a entender los comportamientos humanos, a imaginar posibles escenarios, a propiciar la reflexión. “Cuando más útil es la Historia es cuando se trata de comprender por qué una situación concreta difiere de otra que superficialmente se le parece”, señala el estratega británico Lawrence Freedman. Usada con cuidado, la Historia nos puede ofrecer alternativas y ayudarnos a plantear preguntas que necesitamos hacerle al presente, y, sobre todo, a advertirnos de lo que puede salir mal. 

La Liga Anti-Difamación (Anti Defamation League, ADL) presentó en 2018 la Pirámide del Odio, que descompone la manera en que algunos comportamientos pueden ser la raíz de la violencia motivada por odio, que puede conducir incluso a los genocidios. Está descompuesta en 5 apartados. Actitudes prejuiciosas. Actos tendenciosos. Discriminación sistémica. Violencia motivada por prejuicios, y en la cúspide Genocidio, que es un acto o intención deliberada y sistemática de aniquilar a un pueblo o grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad

Foto: Unicef
Foto: Unicef

Hagamos un ejercicio de analogía histórica, comparando los dos genocidios, el nazi sobre los judíos y el de Gaza por Israel. 

En Alemania, el Partido Nazi convenció al pueblo alemán de que había que asesinar a 6 millones de judíos, además de a rusos, polacos y miles de serbios, gitanos, discapacitados, gays y lesbianas. ¿Cómo se convence? La tensión entre cristianos y judíos ha existido desde la Edad Media. El antisemitismo se extendió tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial. En los años previos al Holocausto, la propaganda alemana sostenía que los judíos eran los responsables de la derrota y de las estrecheces que Alemania sufría. Con editoriales académicas, cartas de los editores, viñetas e incluso libros infantiles, Joseph Goebbels contribuyó a convencer a los alemanes de que sucumbirían si no eliminaban a los judíos. El periódico de Goebbels, Der Angriff y el periódico oficial del Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán, Volkischer Beobacter, fueron claves en el mensaje desde 1920 hasta 1945. Der Stürner, de Julius Streicher, fue incluso más influyente.

Dirigido al ciudadano corriente, publicaba cartas de los lectores, dando pábulo a rumores de que los judíos estaban vinculados con negocios poco éticos. Las caricaturas dibujadas por Philip Ruppecht se popularizaron. Se presentaban como individuos bajos, gordos, sin afeitar y con ojos de cerdo implicados en casos ominosos como asesinar niños y beber su sangre. Julius Streicher también publicó un libro infantil por su segundo de a bordo, Ernst Hiemer. Las once historias del libro comparan a los judíos con animales, como serpientes y parásitos intestinales.

Igualmente se está cometiendo un genocidio en Gaza tal como describe Francesca Albaneserelatora de Naciones Unidas para Gazaen su informe Anatomía de un genocidio. En la página web. de Naciones Unidas. Noticias ONU. Mirada global Historias humanas aparece con fecha 26 de marzo de 2024, bajo el título Paz y Seguridad, el siguiente texto: 

“Cuando la intención genocida es tan conspicua, tan ostentosa, como lo es en Gaza, no podemos apartar la vista, debemos hacer frente al genocidio; debemos prevenirlo y debemos castigarlo”, declaró este martes la relatora especial* sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados durante la presentación de su informe Anatomía de un genocidio.

Rafah soporta un millón y medio de refugiados que están en la mira de los carniceros nazisionistas, con el apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea

Durante la sesión ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Francesca Albanese** dijo que considera que hay "motivos razonables" para creer que se ha alcanzado el umbral que indica la comisión del delito de genocidio contra los palestinos como grupo en Gaza. 

"En concreto, Israel ha cometido tres actos de genocidio con la intención requerida: causar graves daños físicos o mentales a miembros del grupo; infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial; imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo", declaró.

La experta señaló que “una minoría de poderosos Estados miembros”, en lugar de detener su impulso, “ha prestado apoyo militar, económico y político a la atrocidad, agravando la devastación que ha provocado en los palestinos”.

En este contexto, Albanese pidió a los Estados miembros que cumplan con sus obligaciones e impongan un embargo de armas y sanciones a Israel. 

Afirmó que negar la realidad y mantener la impunidad y el excepcionalismo de Israel ya no es viable, especialmente a la luz de la resolución vinculante del Consejo de Seguridad, adoptada, adoptada este lunes, que pide un alto el fuego inmediato en Gaza. 

Además de matar a más de 30.000 palestinos, entre ellos 13.000 niños, las fuerzas israelíes utilizaron "un arsenal apocalíptico" en uno de los lugares más densamente poblados del planeta. Se utilizaron casi 25.000 toneladas de explosivos (el equivalente a dos bombas nucleares), municiones no guiadas (o "bombas tontas") y otros artefactos para arrasar barrios enteros.

El sentido común de los israelíes es llevar un Netanyahu en su alma, de lo contrario, se hubiese levantado denunciando los crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino

“En las dos primeras semanas, Israel impidió que entrara en Gaza toda la ayuda humanitaria, y en los meses siguientes ha impuesto restricciones extremas al agua, los alimentos, la electricidad y el combustible (…) Esta política deliberada ha inducido una grave inseguridad alimentaria rápida y sostenida en toda la población, y los atrapados en el norte se alimentan de piensos y hierba”, prosiguió la experta. 

Albanese concluyó que “en menos de seis meses Israel ha destruido Gaza, borrando o dañando gravemente casi toda la infraestructura civil y las tierras agrícolas”.

La experta también se refirió a imágenes publicadas por parte de soldados israelíes “en las que se jactan de sus asesinatos de familias, madres, niños, del bombardeo de hogares, mezquitas y escuelas” y vídeos que “les muestran burlándose sádicamente y humillando a sus víctimas palestinas”.

Para constatar las semejanzas entre el genocidio nazi sobre los judíos y el genocidio de Israel sobre los palestinos de Gaza, resulta muy esclarecedor el artículo de Marcos Roítman Rosenmann publicado en el diario La Jornada de México de fecha 5 de abril de 2024, titulado ¿Qué piensan los israelíes de Palestina? Además de otras ideas señala: 

Salvo excepciones, como es de esperar, la mayoría comparte la visión gubernamental. No hay grandes manifestaciones, ni se rechaza la crueldad de sus soldados. Ellos quieren morir por Israel. Los palestinos no son seres humanos, Netanyahu los definió como monstruosEnemigos de Israel a los cuales hay que exterminar. Destruirlos, quedarse con sus territorios. Mientras son considerados una amenaza, los israelíes confiarán en las políticas de exterminio. Sus libros de historia, sus relatos van en esa dirección… Al igual que los alemanes durante el tercer Reich estaban con su führer, y reclamaban para sí el control geopolítico y expansión de su territorio a partir de la anexión de Austria y ser una raza elegida para dominar el mundo, la fuerza del führer Netanyahu se fundamenta en el mismo criterio. Los israelíes han votado en las urnas a quienes hoy dirigen la política exterior. Sean ortodoxos, sionistas, cristianos o judíos, habitan un territorio, cuya colonización desde la instauración del Estado de Israel en 1948, favorecida por una comunidad internacional, ha estado precedida por la expulsión del pueblo palestino. Sus casas fueron quemadas, sus habitantes sufrieron la humillación negándoles sus derechos, siendo perseguidos y acusados de terroristas. Extranjeros en su propio territorio… Para los israelíes comunes, como para los alemanes del tercer Reich, no cabe pensar, ni cuestionar las decisiones de sus dirigentes. El führer siempre tiene razónNo nos llamemos a engaños, el sentido común de los israelíes es llevar un Netanyahu en su alma, de lo contrario, se hubiese levantado denunciando los crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino y eso no ha sucedido. Tampoco aconteció en la Alemania nazi. Bienvenido el cuarto Reich, con Israel como avanzadilla.

En la misma línea para establecer analogías entre ambos genocidios, resulta muy interesante el artículo de José Steinsleger del diario La Jornada de 3 de abril, titulado Gaza y Varsovia son el método. Compara, como derecho a la rebelión de los pueblos, la heroica resistencia del gueto de Gaza (en curso), y el heroico levantamiento del gueto de Varsovia (abril/ mayo de 1943). Junto con Cisjordania y Jerusalén oriental, en Gaza empezó la “solución final” (sic) del llamado “problema palestino”, así como el de Varsovia fue un capítulo más de la “solución final” del llamado “problema judío”. Escribo, nos dice Steinsleger estas líneas en vísperas de la “solución final” del “problema palestino”, que tendrá lugar en la localidad de Rafah. Situada en la frontera con Egipto, Rafah tiene 64 kilómetros cuadrados y, hasta el 7 de octubre tenía 150 mil habitantes. Pero a la fecha, soporta un millón y medio de refugiados que están en la mira de los carniceros nazisionistas, con el apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea.

Analogías entre el genocidio nazi y el de Gaza