viernes. 26.04.2024

@jgonzalezok | Este 17 de noviembre se cumplirá medio siglo del regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina, poniendo fin a un exilio de poco más de 17 años. Su regreso fue posible gracias a la resistencia popular, siguiendo el lema Luche y vuelve. Es por eso que esta fecha se constituyó como el Día del Militante. La vuelta de Perón a la Argentina conmocionó a todo el país, abriendo una época convulsa, marcada por la ilusión de un gobierno popular. Volvía la figura política que había marcado la historia del país en las últimas décadas, incluso desde el exilio. 

Perón volvió en un DC8 de Alitalia bautizado como como Giuseppe Verdi, que había salido de Buenos Aires con 132 personas y volvió desde Roma con 147. Lo lógico hubiera sido que el vuelo partiese desde Madrid, pero el general estaba muy dolido con Franco, que en todos esos años ni siquiera lo había invitado a tomar un café, a pesar de que Argentina había ayudado a paliar el hambre de la posguerra en España y de que Perón rompió el aislamiento internacional al que fue sometido en aquel momento el franquismo.

Pero había otras dos cosas que llevaron a Perón a viajar a Italia. Primero, la posibilidad -que no se concretó- de ser recibido por el papa Pablo VI. No hay que olvidar que Perón había sido excomulgado en los años 50 por su conflicto con la Iglesia, que incluyó la quema de templos. Pero, además, estaban sus relaciones con la logia masónica Propaganda Dos, que financiaba su viaje. La P2, ligada a la mafia y a la ultraderecha y protagonista del gran escándalo del Banco Ambrosiano, que salpicó al propio Vaticano, veía una oportunidad de negocios en la Argentina a través de Perón, y además quería influir para contrarrestar al gobierno izquierdista de Allende al otro lado de la cordillera. Viajaron en la primera clase del avión, por tanto, con acceso privilegiado a Perón, Licio Gelli y Giancarlo Valori, las figuras más destacadas de logia masónica. 

Este 17 de noviembre se cumplirá medio siglo del regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina, poniendo fin a un exilio de poco más de 17 años. Esta fecha se constituyó como el Día del Militante

Las características peculiares de ese vuelo chárter que permitió que Perón volviera a pisar suelo argentino, explican muchas cosas sobre las características del peronismo y sobre lo que ocurriría en el país a partir de entonces. 

El avión despegó a las 20.25, para coincidir con la hora exacta en la que Evita había muerto 20 años antes. En el avión viajaba un heterogéneo grupo de personas, desde políticos a artistas, sindicalistas, deportistas y empresarios. Iban los futuros presidentes peronistas del siglo XX -Perón, Isabel, Cámpora, Lastiri y Menem. Y peronistas que serían asesinados por otros peronistas viajando en el mismo avión, como el sindicalista Rogelio Coria, eliminado por Montoneros; Rodolfo Ortega Peña y el padre Mugica, víctimas de la Triple A de López Rega. El secretario de Perón estaba en la primera clase del avión junto con el nazi croata Milo de Bogetich, al que Perón había conocido en la República Dominicana. Otros siete pasajeros integraban las llamadas JP Regionales, es decir, Montoneros: Rodolfo Vittar, Horacio Pietragalla, Ricardo Amarilla, Fidel Peralta, José E. Waisman, Enrique Svrsek y René Bustos. 

Según la investigación del periodista Pablo Mendelevich para su libro El Avión, que acaba de aparecer editado por Planeta, algunos de los nombres de los pasajeros, hasta ese momento desconocidos, incluyeron a varios que el propio Perón quiso invitar, como un periodista italiano que había tenido trato con Mussolini y Hitler, y Guillermo Solveyra Casares, comandante de Gendarmería y represor desde los años 30, al que se considera el inventor de la picana eléctrica portátil. 

Cuando el avión estaba a 15 minutos de su aterrizaje, el comandante anunció que ya se estaba surcando cielo argentino. Se empezó a entonar entonces la marcha peronista. Perón se levantó, pidió silencio y exigió que se cantara el himno nacional. El avión aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza a las 11.20 horas, en un día frío, lluvioso y gris, impropio de la época. Perón fue retenido en el aeropuerto hasta la madrugada del día siguiente, cuando se traslada a la casa de la calle Gaspar Campos 1065, en la localidad de Vicente López, en el Gran Buenos Aires, que se encontraba a diez cuadras de la residencia presidencial de Olivos y que había sido alquilada por el movimiento justicialista (peronista). 

Cuando el avión estaba a 15 minutos de su aterrizaje, el comandante anunció que ya se estaba surcando cielo argentino. Se empezó a entonar entonces la marcha peronista. Perón se levantó, pidió silencio y exigió que se cantara el himno nacional

Una versión de por qué fue retenido en Ezeiza es que el general Lanusse quería un encuentro con él en la Casa Rosada “para garantizar la transición democrática”. El periodista y escritor Marcelo Larraquy cuenta que, en la madrugada, Perón salió de la habitación del hotel y encaró hacia el pasillo, pero un comisario de la custodia le apuntó al pecho y le dijo: “De aquí no sale nadie, no me obligue”. El operativo de seguridad montado por el gobierno incluyó 35.000 hombres armados y tanques: 20.000 bloqueando el acceso al aeropuerto y 15.000 el cordón del Gran Buenos Aires, para desactivar cualquier tipo de “actividad subversiva”. Aunque en el peronismo se denunció esta conducta del gobierno, el dirigente sindical José Rucci -mano derecha de Perón- sostuvo que había que tener cuidado con los actos de masas, las manifestaciones y concentraciones, “ya que son aprovechadas por elementos infiltrados dentro del peronismo; vamos a decirlo claro, tenemos que evitar que el bolchaje (sic) se mueva”. La CGT había declarado paro general y el gobierno declaró la fecha como “no laborable”. 

Rucci fue un protagonista involuntario de la foto del día, aunque por un motivo anecdótico, al levantar el paraguas para proteger a Perón de la lluvia. Un gesto de sumisión que todo argentino entiende. El paraguas, por cierto, no era del sindicalista. Según la investigación del periodista Mendelevch, pertenecía a Valori, el italiano de la P-2. Rucci sería asesinado el 25 de septiembre de 1973 por las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) que poco después se fusionarían con Montoneros. La versión más extendida de los motivos de este asesinato es que los jóvenes guerrilleros quisieron tirarle un cadáver a Perón para que los tuviera en cuenta. 

La versión más extendida de los motivos de este asesinato [Rucci] es que los jóvenes guerrilleros quisieron tirarle un cadáver a Perón para que los tuviera en cuenta

Se sabe lo que vino después: el breve gobierno de Cámpora, la vuelta de Perón como presidente tras la renuncia de éste, la muerte del líder y el gobierno de su viuda, Isabelita. Tiempos marcados por devaluaciones, recesión e hiperinflación, junto a una violencia desquiciada, de la extrema derecha peronista contra la extrema izquierda, también peronista. Dos días antes del golpe, el diario La Tarde, dirigido por Héctor Timerman tenía como principal titular en su portada: “Un récord que duele. Cada cinco horas asesinan a un argentino”. 

A esta altura, el peronismo había pasado ya por fases sucesivas y contradictorias. El primer peronismo estuvo fuertemente influido por el fascismo y Perón nunca ocultó su admiración por Mussolini. Después vendrían los años de la resistencia, en los que la militancia gira a la izquierda, y el regreso de 1972-1973, cuando hay dos momentos clave: el primero, cuando Perón se apoyó en los grupos juveniles que iniciaron la lucha armada; el segundo, cuando el líder los desautoriza y ordena su aniquilación. Quedarían dos fases peronistas: la neoliberal, con Carlos Menem (1989-1999) y la kirchnerista (2003-2015 y 2019-). 

Tiempos marcados por devaluaciones, recesión e hiperinflación, junto a una violencia desquiciada, de la extrema derecha peronista contra la extrema izquierda, también peronista

Con esta historia, ¿cómo se entiende la supervivencia de un movimiento político de esta naturaleza? El intelectual francés Alain Rouquié, que ha dedicado varios libros a la Argentina, decía en una entrevista de octubre de 2017 al diario Perfil: “El peronismo no tiene ideología, nunca tuvo ideología. Cambió la cultura nacional, pero eso no significa tener una ideología. Perón fue mussoliniano, siempre lo fue, un laborista. Luego estimuló a los grupos violentos castro-guevaristas y luego volvió en 1973 para restaurar la democracia representativa, habiendo sido toda su vida un anti liberal. En su boca, el insulto supremo era la palabra demoliberal. Y eso lo decía al mismo tiempo que restauraba la democracia en Argentina. Pero, ¿qué es el peronismo además de eso que acabo de decir? Es una caja de herramientas”. 

El ex ministro de Relaciones Exteriores de Raúl Alfonsín, Dante Caputo, fue mucho más crudo cuando intervino en el ciclo Conversaciones del diario La Nación: “El peronismo no es un partido, es una ocasión para acceder al gobierno”.

Alain Rouquié: “El peronismo no tiene ideología, nunca tuvo ideología. Cambió la cultura nacional, pero eso no significa tener una ideología. Perón fue mussoliniano, siempre lo fue”

La fase actual, con Alberto Fernández como cabeza visible y Cristina Kirchner, su vicepresidenta, como reina madre, vive tiempos difíciles, marcados por la crisis internacional, la pandemia, la guerra en Ucrania pero, sobre todo, por su incompetencia y su falta de sentido de la realidad. El peronismo vive una lucha interna fratricida, con sus dirigentes ajenos a los verdaderos problemas del país, una vez más al borde de la hiperinflación y con tasas de pobreza cercanas al 40 % de la población. Según las encuestas perderá las elecciones del año próximo.

Pero no se puede aventurar que el peronismo desaparecerá. Juan José Sebrelli, que a sus 92 años sigue siendo una referencia intelectual en Argentina, ya le dijo a Jorge Fernández Díaz, el periodista del diario La Nación: “La sociedad argentina está educada por el peronismo, que es la forma como acá se llama el populismo, un fenómeno universal. Está arraigado profundamente en la mentalidad de la mayor parte de los argentinos, así que no nos ilusionemos”. 

Perón había pasado la mayor parte de su destierro en Madrid, aunque antes peregrinó por países como Panamá, Venezuela y la República Dominicana. Había sido derrocado en septiembre de 1955 por un golpe militar, autodenominado Revolución Libertadora, que pretendió borrar cualquier rastro del régimen depuesto, prohibiendo incluso que se nombrara en los medios al expresidente. 

El peronismo vive una lucha interna fratricida, con sus dirigentes ajenos a los verdaderos problemas del país, una vez más al borde de la hiperinflación

El decreto 4.161, del 18 de noviembre dispuso la prohibición de utilizar “imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas representativas del peronismo”. Se incluyó una lista de vocablos proscriptos, como “peronismo”, “peronista”, “justicialismo”, “justicialista”, “tercera posición”; también los discursos de Perón y de Evita. Se disolvió el Partido Peronista, se prohibió la marcha partidaria (“Perón Perón, qué grande sos / mi general, cuanto valés…”) y se confiscaron sus locales. Además, fusiló a civiles y militares por peronistas. 

La idea de los militares no solo fracasó, sino que sirvió para darle nueva vida a un movimiento que ya estaba en decadencia y severamente golpeado por las características autoritarias de aquel primer peronismo, y por la crisis económica provocada por políticas populistas. A partir de ahí comenzó una épica, basada en un relato con mucho de fantasía, que incluso llevó al redil del peronismo a sectores medios que le habían dado la espalda. Son los años de la Resistencia Peronista, de las grandes luchas sociales en nombre del general exiliado, e incluso del comienzo de la lucha armada. 

Dos dictaduras militares -la Revolución Libertadora del general Aramburu y la Revolución Argentina del general Onganía-, más los gobiernos civiles de Illia y Frondizi, débiles y con el peronismo proscrito, alimentaron el mito de Perón y crearon las condiciones para su regreso. 

En 1964, Perón ya había intentado volver, pero fue obligado a descender del avión en la escala de Río de Janeiro. Ocho años después, en 1972, sí fue posible el regreso, aunque no será definitivo hasta un año después, el 20 de junio de 1973. En este caso, el vuelo acabaría en tragedia, con enfrentamientos armados entre los propios peronistas y un número de víctimas que nunca se pudo establecer. Ahí ya estaba abiertamente declarado el conflicto entre la izquierda y la derecha peronista, que desembocaría en un nuevo golpe militar, el del 24 de marzo de 1976, el más terrible de los que vivió la Argentina. 

Hace 50 años Perón regresaba de su exilio de Madrid