jueves. 28.03.2024
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Con la complicidad de los medios hegemónicos -que silenciaron durante los últimos cuatro años los horrores perpetrados por la gestión de Mauricio Macri- pasaron casi desapercibidas las estadísticas de crímenes cometidos por el Estado que publicó la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI).  El resultado del informe completo, adelantado durante el primer trimestre del año, concluye que el gobierno de Cambiemos fue el más represivo de los últimos 35 años. “Desde la asunción de Mauricio Macri contamos un muerto cada 21 horas, es decir que su gobierno registra más muertos que días de gestión”, señaló Ismael Jalil, letrado de CORREPI.

Sólo en los últimos tres años las fuerzas de seguridad del Estado asesinaron a una persona cada 21 horas: 50 entre el 11 y el 31 de diciembre de 2015, 442 en 2016, 451 en 2017, 333 en 2018 y 28 entre el 1° de enero y el 12 de febrero de este año.

ministra argentinaLa violencia ejercida por el gobierno de Mauricio Macri fue una estrategia política. La Ministra de Seguridad, Patricia Bulrrich (en la imagen), reivindicó la represión, la mano dura de la policía (que propició el llamado “gatillo fácil”) y garantizó impunidad a los miembros de las fuerzas armadas que dispararon y asesinaron, incluso por la espalda como en el caso del joven de 21 años, Rafael Nahuel.

En 1.110 días de gobierno de la Alianza Cambiemos, el aparato represivo estatal asesinó a 1.206 personas; aunque desde CORREPI aseguran que esta cifra se incrementará entre 150 y 200 casos más cuando se conozca la totalidad de los datos de 2019.

El rol de los medios de comunicación hegemónicos fue fundamental para cubrir los crímenes de Estado. La distorsión de la verdad estuvo a cargo de las grandes cadenas televisivas que se avocaron a invisibilizar a las víctimas, a tergiversar los hechos y a estigmatizar a quienes fueron hostigados o asesinados por la represión o en supuestas operaciones contra el delito, en las que los asesinados fueron siempre pobres, y que, en la mayoría de los casos, estaban desarmados y habían sido previamente reducidos por los efectivos de la policía.

Cambiemos necesitó instalar un nuevo orden social en Argentina para aplicar la receta de ajuste

El neoliberalismo sólo encaja con represión. Cambiemos necesitó instalar un nuevo orden social en Argentina para aplicar la receta de ajuste que también se cobró vidas no contabilizadas en este informe (suicidios de jubilados, fallecimientos de electrodependientes, de enfermos a quienes se les retiró el tratamiento; y de docentes que perecieron en su trabajo, víctimas del abandono edilicio de las escuelas públicas). Ese nuevo orden buscó legitimar las consecuencias que genera el modelo económico que por tercera vez desangró a las clases media y baja del país, agudizó la desigualdad y, por supuesto, benefició a la casta privilegiada a la cual pertenecen Macri y sus funcionarios, el primer equipo de gobierno de multimillonarios de la historia de la democracia argentina, poseedores de cuantiosas sumas en guaridas fiscales.

Cambiemos quebró los vínculos sociales para sostener, de esta manera, un modelo económico que solo genera hambre y marginalidad, al tiempo que brinda enormes beneficios a los propietarios de grandes fortunas. Los medios del poder y su ejército de desinformadores seriales fueron esenciales para la instalación de un “enemigo” al que era necesario reprimir. Del mismo modo en que lo habían hecho durante la última dictadura cívico-militar, Clarín y La Nación oficiaron de voceros del modelo para generar un odio de clase que justificara la muerte. Ese enemigo fue la clase trabajadora que se manifestó ante el primer tarifazo, el jubilado que perdió la gratuidad de sus medicamentos, los docentes cuyo salario se hundió por debajo de la línea de la pobreza, los discapacitados a los que el Estado les arrebató sus pensiones; y todos y cada uno de los sectores a los que las políticas neoliberales siempre expulsan. Los medios transformaron en culpables a las víctimas y victimizaron a los victimarios. Y de esta manera lograron que los asesinos del Estado fuesen aplaudidos como héroes sociales. La teoría del “pánico moral”, desarrollada por el sociólogo Stanley Cohen, logró calar hondo en una facción de la sociedad predispuesta a la manipulación.

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El Estado aplicó entonces una batería de medidas que afectaron los derechos y el bienestar. El mismo Estado generó violencia a través de la represión y el encarcelamiento sistemático de quienes salieron a manifestar su desacuerdo con dichas medidas. Los medios sólo mostraron los daños estructurales provocados por supuestos vándalos y violentos (enemigos del Estado), destrozos cuya responsabilidad fue, en la mayoría de los casos, de policías infiltrados cuya misión era la de romper la pasividad de las manifestaciones. Ante las imágenes reproducidas una y otra vez por los medios del poder, la facción de la sociedad propensa a ser manipulada pidió que el Estado aplicara la fuerza para restablecer el orden. Desde el Ministerio de Seguridad respondieron asegurando que se reprimiría aún con mayor fuerza para “garantizar la paz”. De este modo fue el Estado quien pasó a ser el “salvador” que restableció el orden, mientras que la sociedad mediotizada olvidó la causa que provocó el inicio del conflicto.

Solo en 2018 uno de cada cinco femicidios fueron cometidos por integrantes de las fuerzas de seguridad y con armas reglamentarias

De este modo el gobierno de Cambiemos justificó la violencia que deja como saldo un muerto cada 21 horas; una cifra que certifica que la gestión de Macri fue la que más vidas se cobró desde el retorno de la democracia.

Pero aún hay más. El informe de CORREPI ofrece otro dato escalofriante: Solo en 2018 uno de cada cinco femicidios fueron cometidos por integrantes de las fuerzas de seguridad y con armas reglamentarias.

Macri dejará el poder el próximo 10 de diciembre dejando una herencia de hambre y miseria que retrotrae a las producidas en los pasados procesos neoliberales. Son incontables las causas por las cuales deberá responder ante la justicia (ya lo eran antes de que asumiera la presidencia), aunque por el momento nada indica que los crímenes cometidos durante su gestión lo conduzcan al banquillo.

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