viernes. 26.04.2024
vladimir putin

En "La interpretación de los sueños" Sigmund Freud dice de la fobia: "Aprendemos así que el síntoma se ha constituido para impedir el estallido del miedo; la fobia se presenta al miedo como una fortaleza fronteriza." En otras palabras, una fobia es un escudo contra la realidad.

Estos días en un mensaje de texto de un buen amigo: "Putin es un dictador tan peligroso como Hitler... No se debe permitir que un solo hombre enfermo determine la historia de la humanidad. Hay que detener a Putin por la fuerza, como a Hitler. Desgraciadamente, esto se cobrará muchas víctimas ucranianas".

El desencadenante fue esta carta al editor que envié a "Neue Züricher Zeiung“: "Rusia había publicado sus propuestas muy concretas pasadas al, Grupo de Minsk“ para resolver el conflicto del Donbás a finales de 2021. Indignación en Occidente por la ruptura de la discreción diplomática. No hay respuesta sobre el asunto porque Selenski se ha negado a responder .... Silencio hasta el día de hoy". El amigo, un psicoterapeuta jubilado, diagnostica aquí alegremente a Selenski como un "enfermo“, sin ningun criterio diagnóstico.

Esa misma noche, una valoración inusualmente clara de Dohnanyi (ministro en el antiguo gobierno de Helmut Schmidt) en la tertulia de Maischberger sobre el bloqueo de la demanda principal de Putin por parte de los Estados Unidos: negociar la oferta de neutralidad de Selenski para Ucrania. Además la advertencia de no demonizar a Putin. Maischberger, incapaz de escuchar siquiera y resistente a todos los hechos expuestos, consigue con dificultad y cada vez más molesta dejar pasar los enunciados de Dohnanyi como una variante exótica de la libertad de expresión.

El mencionado amigo pertenece a la llamada "vieja izquierda". Al parecer, éste tampoco consiguió deshacerse de su rusofobia, absorbida con la leche materna, y percibir al menos a los rusos como "seres humanos normales": al miedo a los rusos se superpuso simplemente una glorificación de la Unión Soviética desde la perspectiva de los viajes de delegación. Sin embargo, esta rusofobia oculta había preservado hasta ahora un tabú: después de la matanza de 27 millones de ciudadanos soviéticos, los rusos no debían ser liquidados de nuevo con armas alemanas. Hasta hace poco, esa era precisamente la línea divisoria entre las armas defensivas y las ofensivas. Con la entrega de "armas pesadas", este tabú se ha roto ahora.

Para volver a la comparación (que, después de todo, no es un caso aislado) de Putin con Hitler, uno podría, como psicoanalista, ir un paso más allá. Como demuestra el desarrollo de los últimos años en Alemania, "el vientre que dio a luz a esto", es decir, Hitler, el régimen nazi y el antisemitismo, sigue siendo ciertamente fértil.

El perfil de este "renacimiento" ya no es el de los "tontos neonazi" con botas, sino el de las damas y caballeros bien peinados con corbata y cuello que pueblan cada vez más los feuilletons, las columnas de comentarios y las tertulias. La nueva "narrativa" (así se dice hoy en día) es la cultura alemana que llega hasta el concepto de lo identitario (lo que funciona de manera escalonada: la protección de la cultura alemana frente a la "Umvolkung" = cambio forzado de la composición del pueblo alemán, los refugiados ucranianos pueden ser abrazados, los que vienen de fuera de Europa pueden morir en la frontera polaca, y las "hordas" rusas deben ser eliminadas).

Como acabó el intento de desempolvorar los "valores culturales" alemanes por los europeos puede verse en el ejemplo de Ucrania: Von der Leyen está impulsando la adhesión del país a la UE, mientras que el índice de democracia calculado por la revista británica "The Economist" ha bajado en 2021: de 5,81 a 5,57. El país, sin embargo, sigue en la categoría de "sistema híbrido" (un paso por delante de la categoría más baja, "autocracia").

Sin embargo, aún no ha llegado el momento en el que Hitler vuelva a ser presentable. Pero al menos sirve de nuevo para alimentar la rusofobia: Hitler, que está en nuestro inconsciente, se proyecta sobre Putin, al que entonces se puede odiar como representante del "subhumano" ruso y dar luz verde para su liquidación. Con el exterminio de los millones de Putins que se manifestaron el pasado 9 de mayo y que ahora se identifican con Rusia, el asalto a la Unión Soviética en 1941 después de todo puede quizás llegar a un final exitoso.

Este mecanismo es aparentemente resistente a cualquier antídoto y a cualquier tipo de hechos históricos. Ejemplo: Mientras tanto hay una lista oficial de crímenes rusos que los políticos y los medios de comunicación corean sin parar: Georgia, Siria, Crimea, Donbás y ahora el ataque a Ucrania. Uno se frota los ojos: Georgia, ¿qué fue todo eso? Si se escarba en la memoria, se descubre que el 8 de agosto de 2008, el presidente georgiano Saakashvili atacó Osetia del Sur, que en ese momento, tras muchos conflictos con Georgia, gozaba de una autonomía de facto protegida por Rusia. Sólo después de este violento cambio en el statu quo, Rusia intervino militarmente y detuvo la ofensiva georgiana. Una peculiar definición de "guerra de agresión" o más bien: una torpe falsificación de la historia. Pero la respuesta a esto desde mi entorno académico personal es: ¡Tales rectificaciones históricas son pura ideología!

¿Y Siria, el siguiente "crimen" de Putin, qué pasó allí? Esta vez, escarbando en la memoria, se descubre que el punto de partida era la lucha contra el Estado Islámio, y que Assad, que con razón despierta aversión, pero no obstante es presidente de un estado soberano, había pedido ayuda a Rusia, en contraposición a la arbitraria (y fracasada) intervención militar de EEUU. ¿No sería lógico al menos sopesar Alepo con las atrocidades del Estado Islámio derrotado por Rusia antes de declarar a Putin como criminal de guerra?

Eso sí, hay acuerdo en el último pecado, la guerra de agresión contra Ucrania, que va contra el derecho internacional.

Tras un bloqueo inicial, finalmente salió un comentario mío en el periódico digital Spiegel online:

"Lo que me deja tan atónito es la frivolidad con la que los políticos deciden suministrar armas pesadas sin siquiera mencionar o evaluar el riesgo de una guerra nuclear.

Lo que me deja aún más atónito es que se hable de la necesidad de ganar esta guerra. Después de todo, durante la Guerra Fría el mundo estaba de acuerdo que no habría ganadores en una guerra nuclear, ya que el resultado sería la extinción de la humanidad. ¿Y cómo diablos puede alguien creer que Rusia, una potencia nuclear, que encima está supuestamente gobernada por una especie de "Satán", permitiría que esta guerra se "perdiera"?

Lo que me deja menos atónito son los medios de comunicación totalmente manipulados. En cuanto a los denunciados intereses geopolíticos de Rusia: No se dice ni una palabra de la doctrina Monroe, aún vigente, que declara a toda América Latina como zona de interés de los EEUU y con la que se justificaron y justifican infinidad de intervenciones militares (=guerras de agresión) de los EEUU (¡actualmente Venezuela!). ¿Y qué hay de la guerra de agresión contra Irak y los subsiguientes crímenes de guerra con unas estimadas 600.000 víctimas civiles? (Julian Assange se enfrenta a hasta 175 años de prisión por destaparlos). ¿O qué hay de la "integridad territorial" de Yugoslavia? ¿Silencio elocuente o demencia histórica?"

Todo eso un empeño completamente inútil. Reacción: multitud de "disgustos" y sermones: Al fin y al cabo, no se debe compensar unas fechorías por otras. Y lo que hacen los subhumanos rusos (¡violar!) no es en sí mismo comparable a ningún otro delito. (Por cierto, la propaganda nazi ya lo había dicho todo ante el avance del Ejército Rojo: la violación está en el ADN del soldado ruso…).

La devastación causada por la rusofobia en las mentes de los alemanes ha alcanzado ya un nivel que hace inútil cualquier resistencia. Al final, te quedas solo en el desierto como "Putinversteher" (comprensor de Putin), relativista o incurable nostálgico de la Unión Soviética.


Eckart Leiser, Prof. Dr., es profesor particular en la Freie Universität Berlin y trabaja como psicoterapeuta en su propia consulta en Zaragoza (España). Su trabajo se centra en los fundamentos epistemológicos de la psicología, así como en la antropología estructural y el psicoanálisis. Actividad docente en Frankfurt, Berlín, Ciudad de México, Viena, Madrid, Zaragoza y Buenos Aires.

Publicado en Nachdenkseiten

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