viernes. 26.04.2024

Ser artista, en nuestra América, es una tarea que, no todos pueden sobrellevar, pero hay quienes encuentran en el arte un bálsamo para seguir, para reconfigurarse en medio de todo lo que puede pasar. Este creo yo, es el caso de Darwin Isaac Hernández Ulloa, un pintor que nació un 30 de abril de 1995, en una pequeña comunidad llamada Los Globos, Meambar, Comayagua, Honduras. Desde pequeño se distinguió por ser un niño comprometido con los estudios y apasionado por las artes en cualquiera de sus manifestaciones, enfocando su tiempo especialmente en la lectura. A la edad de 7 u 8 años, el pequeño se distinguió por darle vida a siluetas que llamarían la atención de su maestro Gilberto Pacheco (Q.U.D) quien daba un espacio especial en la clase dibujando en el pizarrón imágenes relacionadas a las lecciones para que el grupo lo hiciera también en su cuaderno, manera particular de entretener una buena cantidad de alumnos ya que se encargaba de dar clase a los 6 grados.

Entre los 8 y los 12 años, el pequeño no hizo nada relevante más que dar problemas en la escuela, se dormía en clases y reprobó un año, tiempo después fueron sus padres quienes supieron que la salud iba en decadencia en una salida de emergencia donde no reaccionaba, a los primeros auxilios logrando llegar a tiempo para recibir servicios médicos y un ligero tratamiento. Retornó a clases, pero esta vez ya mejor ubicado en las responsabilidades escolares. Su gusto por el dibujo dio un giro de 890° cuando encontró desde entonces la manera de aprovechar el tiempo al no encajar todo el tiempo por sus gustos “pasados de moda” en los grupos.

Ser artista, en nuestra América, es una tarea que, no todos pueden sobrellevar, pero hay quienes encuentran en el arte un bálsamo para seguir

Al iniciar otra etapa del ciclo medio, tomó la primera decisión importante en su vida al pasar 3 años viajando 7 KM. A otra comunidad para continuar estudios, esos años significaron mucho por muchas razones. Aprendió a ser autosuficiente, y puso en marcha su innato instinto y coleccionó muchos dibujos, los familiares y amigos, que le visitaban se interesaban en ver las obras, cuando intento mostrarlas no encontró ninguna, su madre las quemo por relacionarlas con imágenes “diabólicas” al no encontrar significado por ser abstractas, algo predecible por sus principios cristianos pero siempre buscando el lado amable con una sensación gratificante empezó de cero y demostrándose a si mismo el talento que le daba sabor a las horas desoladas y siendo más posesivo con sus obras y mostrándolas menos por temor a repetir un mal momento.

En un ataque de ansiedad y desesperación cruzó una de las experiencias que le han dejado huella, fue la salida impredecible, agarró autobuses sin rutas y sin destino hasta llegar a un municipio de Esquipulas, Guatemala, país vecino donde en el transcurso de un tiempo se reintegro a una escuela de artes y se entretuvo a reorganizar pensamientos y regresando con un diploma. En su afán por continuar la secundaria, entró al instituto “Popol Buh” viajando los fines de semana, complicada la situación por el trabajo de campo al ser el menos pagado y sacar de ahí pasajes y gastos relacionados. Ya en tercero de secundaria exactamente, consiguió prestar sus servicios como voluntario en la Biblioteca comunitaria Luz Del Saber, donde la presidenta del comité, describiéndola como una persona muy especial: Eva Rodezno y el comité, cedieron un espacio donde se pudiera quedar a dormir o hacer guardia, su adaptación no fue un problema al formar parte del grupo con un cargo de vocal de lectura. Afortunadamente, y gracias a algunas amistades y un poco de diplomacia, logró evitar los pensamientos de impotencia.

En ese periodo de tiempo se conoció con un buen amigo escritor; Emanuel Cruz, quien tenía ganas de publicar una recopilación de poemas de su autoría y complementarlo con sus dibujos, coincidieron en darle vida a un libro que se titula “Escritos en negro y blanco”. Luego, tuvo la ilusión de obtener una beca para mejorar sus afinidades artísticas donde dió un discurso de agradecimiento por algo que nunca sucedió. Actualmente, cuenta con proyectos que no puede ejecutar por la falta de oportunidades lo que suma desmotivación e impotencia a una mente brillante. La lógica es sencilla: continuar con las múltiples solicitudes de trabajo sin respuestas o arriesgarse a emigrar para los EEUU y seguir sobreviviendo, él es más optimista.

Darwin Hernández: bitácora de un artista que tuvo un monólogo con la vida…