sábado. 27.04.2024
Gustavo Petro y Francia Márquez

Muchos esperan milagros, es decir, que en un tiempo muy corto se solucionen sus problemas: de miseria, de pobreza, de no tener trabajo, de no poder pagar el arriendo, de tener un carnet de salud que lo cubre estadísticamente pero que no lo medica, de no poder acceder a un pedazo de tierra aunque siempre la haya trabajado o, lo que es peor: que fue suya y, de la noche a la mañana se la quitaron violentamente y la, o lo mandaron a un semáforo convertido en mendigo, con familia y todo, o que no pudo educar a sus hijos, aunque la educación es un derecho y ahora espera que lo haga el nuevo gobierno.

Así como espera recuperar el empleo que perdió, o el que nunca consiguió, mostrando por todas partes su título universitario y, a veces, sus posgrados.

Quiere, además, que le pongan acueducto, alcantarillado y facilidad para producir y vender sus productos. Que el gobierno saque a las mineras que, muy autorizadas por los gobiernos anteriores, talan bosques, destruyen tierras y contaminan las aguas, dejando sólo huecos y ríos hediondos.

 En esa categoría que corresponde al 40, al 50, y hasta el 70% de la sociedad colombiana, me imagino que estás tú.

Porque votaste por Petro y Francia para que te arreglaran esos problemas. Y muchos otros que tendrán que afrontar interna y externamente. En 4 años. Y, si no votaste por ellos, igual les exigirás. Como también, que no aumenten los impuestos y que no suba el costo de la vida. Y que haya seguridad y paz. Si esto es así, ¿no creen, sinceramente, que estamos hablando de milagros? Y, hasta donde sé, porque me lo enseñaron, los milagros los hacen el Señor de Nazareth, su Señora Madre, o sus santos. Pero, a Ellos, y a Ella, no los hemos elegido para la presidencia y vicepresidencia porque esos son asuntos políticos y la política no es cosa limpia.

No lo ha sido en Colombia, ni en ninguna parte del mundo. Una política ética, ha sido, solamente, un sueño de filósofos, ya que la política tiene que ver con la búsqueda y manejo del poder (así su tenencia sea como administración, nada más, como ocurre con los gobiernos) y, el poder, siempre es un privilegio. Y ética y privilegio, son antagónicos. Así que lo mejor, es no meter a Dios en estas cosas non sanctas. Ya se ha abusado demasiado de ÉL para hacer porquerías en SU nombre.

El motivo de la anterior reflexión, no es otro que “razonabilizar” nuestras esperanzas, es decir, entender que no podemos esperar más que lo posible dentro de la relación de fuerzas que se sustentan en intereses particulares y, respetando siempre las reglas de juego de la democracia concreta (ni siquiera de lo que está en la Constitución).

Esto, quizás ayude a entender, cómo se conforma el gobierno porque, no estamos frente a un tablero limpio donde podemos escribir desde el principio las reglas de la vida, sino frente a una estructura (=armazón de poder) constituida histórica y socialmente, como excluyente, tal como lo atestiguan los números a través de los siglos.

García Márquez se quedó corto con los Cien años de soledad.. Son más: doscientos, trescientos, cuatrocientos… Pero contemos desde la Independencia. El grito: dado por una parte de los criollos o españoles americanos como se sentían ellos, según el Memorando del neogranadino don Camilo Torres.

Nos constituimos en periferias económicas de las grandes potencias con un capitalismo “señorial”, resultado del gran capitalismo industrial y financiero de los países centrales

La financiación, incluidas tropas, puestas por la Gran Bretaña a la que Bolívar había invitado a la gesta y a quedarse con el todo el comercio de estas zonas. El argumento: la exclusión de los criollos del gobierno y la Invasión de Napoleón (el descreído) a España. La ideología: los derechos del hombre y del ciudadano, los criollos, ya que los indios, negros, castas, mujeres, y mayoría de mestizos, no estaban en esas categorías.

Principios-valores: libertad, igualdad y fraternidad. Para, y entre los criollos. Era la igualdad entre iguales, de Aristóteles. Se hizo la Revolución de Independencia con los principios de la Revolución Francesa, para que no llegara acá la práctica de la Revolución Francesa que, supuestamente, Napoleón estaba regando por todo el mundo. Vivir social: una estructura terrateniente minero-exportadora con una producción basada en mano de obra esclava y con peones adscritos a la “Tienda de Raya”, almacén que era del patrón donde se les vendían algunas cosas a los trabajadores a precios altos, principalmente aguardiente, lo que los dejaba endeudados por generaciones que seguían trabajando sometidos.

En esto colaboraba el cura doctrinero pagado por el patrón. Cura que predicaba obediencia y paciencia. Sistema de gobierno: democracias católicas, con el contenido que ello implica: sistema oligárquico con unas élites que explotan a unas mayorías analfabetas para tener un nivel de vida señorial y mandarles materias primas a los respectivos países dominantes centrales: primero la Gran Bretaña y, luego, los Estados Unidos.

Nos constituimos en periferias económicas de las grandes potencias con un capitalismo “señorial”, resultado del gran capitalismo industrial y financiero de los países centrales. Durante el siglo XIX, aunque hay movimientos populares, lo cual no quiere decir que hayan puesto en peligro el poder dominante, las luchas se dan más entre las élites liberal-conservadoras, o regionales.

En Colombia, en 1934, llega al poder el liberal Alfonso López Pumarejo, un hombre de la clase alta pero con una mentalidad progresista: su movimiento se llamaba La Revolución en Marcha. Aprovechando, de alguna manera, la poca independencia que había dejado la Crisis de 1929-30, trató de llevar el país hacia un capitalismo moderno. Intentó hacer una reforma agraria, apoyó a los sindicatos buscando mejores salarios, trató de reformar la educación, remplazando el catolicismo por el laicismo y… todas las fuerzas del establecimiento se le vinieron encima, ferozmente: la Iglesia, los conservadores y parte de los liberales.

De esto trata mi libro abajo expuesto cuyo título pueden ver: Los conflictos educativos entre la Iglesia y el Estado. Primer gobierno de López Pumarejo (1934-1938).

Con relación a la oposición al reformador Presidente López Pumarejo, dice el especialista doctor (Ph.D.) Alfonso Torres en el Prólogo a la obra abajo expuesta:

“La oposición a la Revolución en Marcha no provino solamente de la Iglesia Católica: el partido conservador liderado por Laureano Gómez y algunos sectores de las clases dominantes ofrecieron duras resistencias al reformador"

“La limitación del poder político de los terratenientes y la obligación, consagrada en la Ley 200 de 1936 de explotar económicamente sus latifundios, contribuyó al surgimiento de la Asociación Patriótica Económica Nacional (APEN) para enfrentar la ‘revolución’ de López"

“A la APEN también se vincularon algunos industriales que veían con temor el acercamiento de López a los sindicatos. El apoyo incondicional de los comunistas a la Revolución en Marcha ocasionó el distanciamiento de las fracciones más tradicionales del liberalismo que empezaron a retirar su apoyo político. Su miopía política les impedía ver que López no representaba peligro alguno para sus intereses sociales y no era el revolucionario que ellos creían”.

En medio de las protestas que había por todas partes, el Congreso aprobó, bastante recortados, los proyectos constitucionales y, como lo digo textualmente en mi libro, las protestas continuaron pero se fueron enfriando poco a poco, en la medida en que no había una aplicación rigurosa de las leyes. Las circunstancias económicas y políticas y el carácter siempre reformista del gobierno, no hacían propicio un enfrentamiento con la Iglesia, ni con ninguno de los grandes poderes establecidos.

Los fracasos de la Revolución en Marcha para llevar a cabo una reforma agraria que activara la industria nacional y llevara a un proceso de desarrollo autosostenido, imposibilitaron la creación de un Estado auténticamente liberal, tanto en lo político como en lo ideológico. A pesar de algunos pequeños logros (intervención estatal, política sindical), los sectores reformistas cedieron ante los sectores tradicionales.

La Revolución en Marcha pasó a la historia de Colombia como el más fabuloso sueño de reformas del liberalismo del siglo XX, liberalismo que, tal vez, en la época de López Pumarejo, tuvo su mejor oportunidad. Después vino el compromiso, la conservatización y la renuncia a hacer las transformaciones sociales que hubieran justificado la existencia del partido liberal, lo que nos hubiera ahorrado las violencias salvajes que conocemos, con todas sus consecuencias.

Ahora que vamos a tener un gobierno pretendidamente reformista que ha cuasi resucitado la moribunda esperanza de las mayorías, es necesario tener en cuenta la historia, porque el pasado, a veces nos golpea con saña. En Colombia, sobre todo, esto se ha convertido en una constante histórica.

Decía Marx, retomando algo de Hegel (que había sido su maestro) que la historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa. Casi cien años (86 para ser casi exactos) después de los intentos de reforma de López Pumarejo, el presidente Petro enarbola las banderas del cambio social. Cosa curiosa: un cambio menos profundo que el que postulaba López. Aspira a que haya capitalismo en Colombia (de comunismo o socialismo, ni hablar. Ni en el mundo, ni en Colombia.) y no un régimen semi-terrateniente.

El presidente Petro, que ha estudiado historia y economía, sabe muy bien que este régimen terrateniente fue la manera como se expresó en nuestras tierras el capitalismo mundial. Lo dije antes y lo repito: periferia productora de materias primas para los países industriales hemos sido. Capitalismo terrateniente aunque los teóricos me digan que el concepto es una barbaridad.

Hoy ya no podemos tener un capitalismo moderno como el de Francia o Estados Unidos, porque nuestro capitalismo es tan moderno, en el tiempo, como el de esos países. Ni pueden venirnos con el cuento de los “Tigres asiáticos” porque, el de ellos, fue un desarrollo promovido y protegido por Estados Unidos y Europa como parte del “Cordón sanitario” que se les tendió a la Unión Soviética y a China, para impedir la expansión “comunista”.

Por otro lado, la avaricia está destruyendo aceleradamente el planeta. Europa tiene temperaturas jamás vistas. ¡Alaska ha establecido alarma por calor!

Ni con el cuento de China porque allí, el Partido Comunista adaptó el capitalismo a las necesidades chinas con criterio nacionalista. Aquí en Latinoamérica, en el área de influencia de Estados Unidos, pero, aún, si fuera posible, con la misma China, no vamos a ver ningún “Tigre latinoamericano”

“Hecho en Honduras” o “Hecho en El Salvador”, no significa hecho por Honduras o por El Salvador, dentro de un proyecto de desarrollo nacional, sino hecho por las compañías multinacionales, de acuerdo con sus planes de ahorro en mano de obra. Es más: el anterior gobierno de Honduras, cedió a dichas compañías, la soberanía total del territorio donde están las empresas. Eso incluye la administración de justicia. Tampoco hablemos del modelo chino, cuyo capitalismo no es para los no-chinos, algo mejor que los otros capitalismos.

Hay que cuidar el discurso y las ofertas de solución de problemas porque, como decía el difunto general (¡falló su avión!) Omar Torrijos: “Nadie puede caminar más largo de lo que tiene las piernas”.

Yo no creo que la historia se repita. No es posible. Se parece, pero no es lo mismo. Por eso digo que hay que tener mucho cuidado con nuestras políticas porque puede haber un parecido con algún momento del pasado, pero no sería como farsa sino, en nuestro caso, como una tragedia mayor. De más estaría con poner en práctica la Constitución del 91 y con lograr hacer de la política, una actividad decente.

El nuevo presidente ha llamado a un acuerdo nacional para lograr algún tipo de consenso. Lo entiendo por dos motivos: el primero, porque no podemos seguir odiándonos y matándonos (de hecho no deberíamos llamarnos cristianos; eso es un sacrilegio), sacrificando pueblo social, de lado y lado, inmisericordemente.

El segundo motivo es pragmático: no pueden hacerse reformas significativas con 20 senadores por más de que sea la primera vez que la izquierda tiene ese número. Además, seamos francos: el país está dividido casi de por mitad. “El Pueblo” no votó izquierda. Una mitad con un poco de ventaja, votó por el hoy elegido presidente Petro. Pero, eso no quiere decir, que toda esa mitad sea de izquierda. La otra mitad (porque no hay diez millones y medio de oligarcas), votó tradicional, o si lo prefieren, por la derecha. Y decir que votó contra sus intereses; que votó por ignorancia o por miedo, no cambia la ecuación. El hecho es que “El Pueblo” votó así. Y eso es parte de la genética del Pueblo que va en apoyo de las reglas de juego que hemos aceptado.

Ha dicho el doctor Petro, si no le entendí mal, que dialogar no implica poner en cuestión el programa de la campaña. Bueno, todos quisiéramos que la realidad fuera como la queremos; pero no es así. Consensuar una actividad gubernamental, implica ceder, es decir, RECORTAR el programa, bajar expectativas.

Donde la izquierda negocia, siempre pierde. Pero, al final, se llega a la conclusión de que es mejor lograr algo que nada. De lo contrario, nada se logrará en el congreso, porque allí tiene mayoría el grupo que perdió las elecciones presidenciales. Para saber que tengo razón, basta mirar quiénes están, en este momento apoyando al gobierno: ¡conservadores y liberales! Y, ojo, doctor Petro y copartidarios: son las reglas del juego democrático que hemos aceptado. Por más que sea “democrático”.

De todas maneras, con base en nuestra triste y bárbara historia, hago un llamado a todos los, y las que tienen responsabilidad en la conducción política y en la administración económica, a que tengan un poco de conciencia social , lo que implica entender que no hay sociedad si no están todos y todas dentro de ella con relaciones positivas. La concentración de riqueza, efecto del capitalismo salvaje, está acabando con el capitalismo, al acabar con el mercado.

Y, de nada va a servir, regalar plata (además timbrada sin respaldo de ninguna clase), durante algún tiempo. Tenemos, como resultado, la inflación. Si se retira capital del mercado, tendremos deflación (aumento de precios sin dinero). Es el contexto para el mejor negocio de la historia: la guerra. No para los pueblos sino para los negociantes de la misma. Miren el mundo…

Por otro lado, la avaricia está destruyendo aceleradamente el planeta. Europa tiene temperaturas jamás vistas. ¡Alaska ha establecido alarma por calor! Pero, las sanciones de la Unión Europea a Rusia, no la invasión misma, han conseguido que se afloje la lucha contra el calentamiento global y se permita, inclusive, volver al carbón. Pero, la guerra es primero. A través de la historia, el hombre se ha enorgullecido del apelativo que él mismo se puso para argumentar el dominio de las demás criaturas. Y de él mismo: ¡SAPIENS!

Quizás no quiere saber que por sus venas corre el cinismo.

Por tanta gente que lo necesita, le deseo éxitos al nuevo gobierno. Sinceramente lo espero.

Jorge Mora Forero |Doctor en Historia de El Colegio de México. | 2022 Año III del Virus.

¿Cambio social en Colombia?