jueves. 25.04.2024
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A pesar de los esfuerzos de los gobiernos latioamericanos por paliar las consecuencias económicas resultantes de la pandemia, el impacto social de la crisis se ha agudizado, y todo indica que se prolongará en el tiempo.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) había advertido en marzo de este año que, a los ya enquistados problemas estructurales de la región, se le sumarían los efectos devastadores producidos por cese de la actividad económica. Con la pandemia de Covid-19 se disparó la pobreza y la extrema pobreza en Latinoamérica, al tiempo que los poseedores de grandes fortunas incrementaron su riqueza.

Los números de una negligencia histórica; una mala praxis general que ha permitido el mayor empobrecimiento de los pobres, y el inmoral enriquecimiento de los multimillonarios

Los paquetes de estímulo fiscal con que los gobiernos intentaron mitigar los efectos de la crisis, no fueron suficientes, ya que la mayoría de los países tomaron deuda para inyectar fondos de emergencia en los sistemas de salud y otorgar ayudas a las familias más vulnerables y a las empresas más afectadas por la recesión que derrumbó la actividad económica. La pobreza alcanzó su nivel más alto en los últimos doce años, afectando al 33,7 por ciento de la población. Es decir que uno de cada tres latinoamericanos no logra cubrir las necesidades básicas. Pero el mayor retroceso histórico se manifiesta en la extrema pobreza en la que cayeron los latinoamericanos que, antes de la pandemia, eran el sector de la sociedad más fragil y vulnerable. 

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Las estadísticas de la CEPAL muestran un panorama desalentador. Uno de cada ocho latinoamericanos se va a la cama con el estómago vacío. La  mayoría no tienen si quiera acceso al agua potable ni a la electricidad. La causa más grave de la situación que atraviezan millones de latinoamericanos es la secuela que el hambre deja a largo plazo, como lo son el deterioro cognitivo y físico de los niños. 

México, Honduras y Ecuador son los países en los que se multiplicó la pobreza y el hambre durante el transcurso de 2020. Sin embargo, y a pesar de la dura realidad social que vive la región, la pandemia provocó también que se disparase el abismo que ha existido históricamente entre quienes carecen de todo, y los dueños de las grandes fortunas. El numero de multimillonarios en la región aumentó de 76 a 107, y el total de la fortuna acumulada en tan pocas manos escaló de 284 mil millones de dólares a 480 mil millones. Las cifras reflejan que el número de ricos creció 41 por ciento, y su patrimonio trepó un 69 por ciento, según los cálculos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 

América Latina, históricamente marcada por una brutal desigualdad, ha alcanzado su máximo histórico de pobreza como consecuencia de una pandemia que a los ricos de la región les ha caído como una bendición. El rol de los gobiernos será ahora achicar esa distancia entre quienes lo perdieron todo y quienes resultaron beneficiados con el incremento de sus fortunas. La pavorosa desigualdad preexistente en la región quedó aún más expuesta durante la pandemia. Y los números que reflejan esta realidad son los indicadores de una negligencia histórica; una mala praxis general que ha permitido el mayor empobrecimiento de los pobres, y el inmoral enriquecimiento de los multimillonarios.

Pobreza y hambre, las cicatrices de la pandemia en Latinoamérica