viernes. 29.03.2024
MACRON

Tras la batalla electoral, Macron será investido presidente de Francia el próximo 15 de mayo, pero con el apoyo de un exiguo 43,6% del total de personas inscritas con derecho a voto y un 58,5% de los votantes efectivos

Macron ha sido elegido presidente de la República francesa con un amplio apoyo del 66,1% de los votantes que han optado por uno de los dos candidatos. Le Pen ha sido derrotada, pero tanto ella como su proyecto político xenófobo y antieuropeísta siguen vivos y coleando. Ha obtenido 10,6 millones de votos (un 33,9%),  casi 3 millones más que en la primera vuelta y el doble que los 5,5 millones de votos conseguidos por su padre en 2002 en una situación semejante.

Francia escapa por el momento a la ola patriotera, xenófoba y proteccionista que ha anegado Reino Unido y EEUU. Toca ahora parar las políticas antisociales de Macron, el nuevo presidente de la República gracias a los 20,7 millones de votos recibidos. Sin que tal objetivo deba hacer perder de vista a la izquierda la importante tarea de reducir la penetración social y el muy amplio arco de influencia de las falsas soluciones y las pésimas pulsiones de odio a inmigrantes, extranjeros y franceses que no encajan en el canon de cristianos con la piel blanca que defiende el Frente Nacional.

La campaña de las elecciones legislativas que tendrán lugar en un mes (11 y 18 de junio) comenzó el pasado 23 de abril, tras la votación que seleccionó a Macron y Le Pen para la disputa definitiva por la presidencia de la República. La campaña de Macron pretendió en esta segunda vuelta una carambola política de alcance, derrotar a Le Pen y crear un muro de contención frente al cambio progresista, democrático y popular que representa Francia Insumisa. Trataba de convertir el voto al mal menor que recogería Macron en un voto de adhesión que evidenciara la idoneidad y eficacia del candidato en la lucha contra la barbarie y el odio que personifica Le Pen. Suponía un intento de desprestigiar y fragmentar la resistencia a las políticas de más de lo mismo que intentará aplicar Macron.

Los llamamientos de Macron a favor de un frente republicano que actuara como cordón sanitario frente a la extrema derecha encerraban una pretensión de más recorrido: conseguir la capitulación política de Mélenchon o, en el caso de que éste se negara a hacer explícito su apoyo a Macron, desvelar sus parecidos y connivencia con la extrema derecha. Un Macron ensoberbecido no se ha permitido ni un gesto, no ha querido cambiar ni una coma de su programa antisocial, para intentar una mínima aproximación  a sus críticos y detractores de izquierdas. Su propuesta de frente democrático contra Le Pen tenía mucho de engañifa, tras el objetivo de aislar a Le Pen escondía otra pretensión no menos importante para sus intereses: debilitar el campo social que en buena parte se ve representado por Francia Insumisa para tener las manos libres y poder aplicar sus propuestas de reforma del mercado laboral y el sistema público de pensiones, reducción de la presión fiscal sobre los beneficios empresariales y recortes del presupuesto y los bienes públicos.

Rechazando las presiones para que pidiera explícitamente el voto por Macron, sin por ello dejar de hacer un llamamiento para que ningún voto progresista fuera a parar a la banda del FN, Mélenchon y las fuerzas sindicales, ecologistas y sociales que han coincidido en la misma estrategia de rechazo activo a Le Pen, sin explicitar el apoyo a Macron, han conseguido mantener los lazos ideológicos y éticos entre abstencionistas, votantes que han concretado su rechazo con el voto en blanco o nulo y muy amplios sectores progresistas y de izquierdas que, con un sentimiento solidario y antifascista o con una posición política decididamente europeísta, han votado por Macron a pesar de no compartir sus ideas o propuestas.

Tras la batalla electoral, Macron será investido presidente de Francia el próximo 15 de mayo, pero con el apoyo de un exiguo 43,6% del total de personas inscritas con derecho a voto y un 58,5% de los votantes efectivos. Hay 12 millones de abstenciones, la mayor cifra en términos absolutos desde la instauración de la Vª República en 1958 (en términos porcentuales solo superada por el 3l,1% de 1969) y los votos en blanco y nulos suman 4,1 millones, muy por encima de los de cualquier vuelta de cualquiera de las elecciones presidenciales realizadas durante la IVª y la Vª República.

Macron no va a tener, como quería la buena sociedad francesa y europea, las manos libres para aplicar su programa. La izquierda francesa ha rehusado dar plenos poderes a Macron y está mejor preparada para afrontar la batalla en las próximas elecciones legislativas contra las elites políticas y económicas que apoyan abiertamente a Macron. Mejor preparada también para pasar a la ofensiva social tan pronto como se pueda contra las políticas antipopulares que, sin duda, tratará de aprobar y aplicar Macron.    

Derrotada Le Pen, toca ahora parar los pies a las políticas continuistas y antisociales de Macron sin permitir que el Frente Nacional lidere la oposición y siga extendiendo su veneno xenófobo y antieuropeísta. Así las cosas, la delicada, compleja y controvertida posición de Mélenchon, subrayando su rechazo a Le Pen sin explicitar la petición de voto para Macron, favorecerá la unidad y la continuidad de la lucha por el cambio a favor de la mayoría social y por una estrategia alternativa de salida de la crisis.  

Puede que algunos verstrynges franceses hayan comparado a Le Pen y Macron, pero ningún responsable político de Francia Insumisa o la central sindical CGT han hecho esa comparación ni han llamado a votar contra Macron o, mucho menos, a favor de Le Pen. No es verdad que Mélenchon y el equipo dirigente de Francia Insumisa hayan rechazado por igual a Macron y Le Pen o se hayan mostrado indiferentes ante un posible triunfo de Le Pen. En los últimos días, intensificaron la campaña para conseguir que ningún voto progresista fuera a Le Pen y subrayaron la enorme importancia de derrotar a la extrema derecha el 7 de mayo.  

Ojalá Mélenchon y Francia Insumisa entiendan ahora que la unidad de las fuerzas progresistas y de izquierdas es esencial para que el objetivo de cerrar el paso al programa antisocial de Macron tenga alguna posibilidad de conseguirse. 

Derrotada Le Pen, toca cerrar el paso al programa antisocial de Macron