viernes. 29.03.2024
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En la Confederación Europea de Sindicatos somos europeístas, pero creemos en otra Europa, donde el empleo y las cuestiones sociales ocupen el centro de atención.

Las políticas de austeridad impuestas en todos los Estados de la UE han tenido graves efectos: han destruido empleo, empobrecido a las personas, han deteriorado las condiciones de trabajo y el propio Derecho del Trabajo.

Europa tiene potencial para combatir la crisis. Tiene personas cualificadas, base industrial,  servicios públicos, educación, desarrollo e innovación... y un Estado de bienestar inclusivo que no puede reducirse en su eficacia

Europa necesita superar la crisis, sus efectos y construir un “nuevo contrato social” como alternativa al avance del capitalismo, en su versión más salvaje, neoliberal, que se está mostrando incompatible con la propia democracia europea.

Europa tiene potencial para combatir la crisis. Tiene personas cualificadas, base industrial,  servicios públicos, educación, desarrollo e innovación... y un Estado de bienestar inclusivo que no puede reducirse en su eficacia.

De ahí que la propuesta que plantea el movimiento sindical europeo, la CES, de un plan de inversiones refuerza aún más dicho potencial.

Se trata de un ambicioso plan para el crecimiento, la creación de empleo y la cohesión social. Un nuevo plan Marshall en el siglo XXI, que debería ser tenido muy en cuenta por los líderes europeos, ya que plantea la viabilidad y financiación de medidas  que devolverían el bienestar y las oportunidades de progreso a la ciudadanía europea. Un plan que opera como motor de arranque de las economías, bloqueadas por unas políticas de recortes que han demostrado ser un auténtico fracaso.

Un potente paquete de inversiones por valor del 2% del PIB durante diez años, capaz de generar en ese período hasta 11 millones de nuevos empleos de calidad y un cambio sustancial en el modelo de sistema productivo hacia uno más sostenible.


Por Ignacio Fernández Toxo | Secretario general de CCOO y Presidente de la CES

Democracia y ultraliberalismo son incompatibles