viernes. 19.04.2024
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Después de diez años de aquellas gallinas, se ha querido investigar en el gallinero, y no quedan ni gallinas, ni huevos, sólo gallinaza. Los edificios brillan por su ausencia, y las calles y las aceras...

Las gallinas de los huevos de oro”. Así titulé un capítulo de mi libro Madrid, Corte y Recorte, publicado en diciembre de 2015, en el que, a la par que hacía un recorrido por la democracia en sus treinta años, con referencias a nuestra historia general de siglos pasados, denunciaba males que se repiten, y sobre todo, el derroche y la corrupción de las administraciones madrileñas, gobernadas de modo mafioso por personajes del PP. Entre esas gallinas, resaltaba la importancia, para los bolsillos de altos cargos y empresas adyacentes, de dos grandes planes, que califiqué de “gallinas de huevos de oro”: El Canal de Isabel II, nuestro proveedor del bien común e imprescindible, como es el agua, y la mafia montada en torno a esta empresa y sus beneficiarios. Y la segunda gallina, el gran proyecto de construir a las afueras de la capital, una “Ciudad de la Justicia”, para unificar todos los juzgados en 14 edificios, llamativos y originales, más uno dedicado a la administración general y ocio, bares, cafeterías, guardería... etc. Empezaba hablando de la parafernalia de la primera piedra por una exultante Esperanza Aguirre, paleta en mano, rodeada de altos personajes políticos, la mayoría delincuentes; unos han pisado la cárcel, otros están a la espera, unos salen y otros entran, y algunos se van librando, junto a representantes de empresas favorecidas, con los que el PP es muy dado a compartir mesa y mantel.

Tantas vueltas da la vida, que la política, con su manejo, se fija en lo que le interesa y tapa lo que no le interesa. Así parece que el pueblo se ha olvidado de los desmanes y delitos que cometieron esos dirigentes urdidores de tales proyectos, trayendo la crisis y la explosión de la burbuja inmobiliaria. Una burbuja que llenó sus bolsillos y cuentas en Suiza, y vació los del pueblo español, precisamente el que paga y sufraga esos imposibles planes que no favorecen al pueblo -como ha quedado demostrado-, sino al partido en cuestión, en este caso, el PP, como también se ha demostrado, aunque ellos lo nieguen.

Después de diez años de aquellas gallinas, se ha querido investigar en el gallinero, y no quedan ni gallinas, ni huevos, sólo gallinaza. Los edificios brillan por su ausencia, y las calles y las aceras... Nada se hizo. Y eso no es lo malo, sino que hasta las cuentas han desaparecido, como los discos duros de Génova con la “contabilidad B” del PP. Sólo quedan cardos secos. No hay mejores prestidigitadores que estos altos cargos del PP. Cardos que pican y que en torno suyo hacen desaparecer cualquier atisbo de honradez y transparencia. Incluso los servicios públicos,  transformándolos en privados para ganancia de sus empresas. Convierten el dinero negro en blanco. Falsifican firmas para esconder su ignorancia y falta de preparación humana y profesional, y cuando comparecen ante algún control, como es preceptivo en democracia, no saben, no contestan, o no les consta. ¡Qué cardos/cargos más sagaces!

Como muestra de lo que digo, permítame el lector reproducir algunos párrafos del susodicho libro-denuncia de años atrás, cuando estaban metidos en el ajo políticos sin escrúpulos y empresas fantasma, donde todos eran jefes.

“Campus” de  Justicia

“He aquí otro de esos proyectos -explicaba en el libro hace años- cuya planificación no sirve más que para engordar los bolsillos de algunos desaprensivos, políticos y familiares y amigos de políticos, el conocido y anunciado a bombo y platillo de oro -por su coste-, el famoso “campus” de la Justicia, o ciudad de los juzgados. Uno de tantos proyectos gestados durante la primera legislatura de la señora Aguirre y sus secuaces, donde el despilfarro ha superado cualquier perspectiva. Todo un megaproyecto que en principio iba a costar solamente 325 millones y que al final saldría, si se hubiera llevado a cabo por 1500 millones de euros. Era otra gallina de huevos de oro –como el Canal, el IMEFE y la Funeraria-, donde había dinero para repartir. Se empezó por la manganeta de la publicidad, donde menos se nota el despilfarro, que tantas ventajas electorales trae a quien se anuncia. Según datos de toda confianza, durante el 2007 –ya se mascaba la crisis- la Comunidad de Madrid (alimentada con nuestros impuestos y sudores) se gastó, en ese año de campaña electoral, casi seis millones de euros en videos, inauguraciones y publicidad para mayor gloria de la señora condesa. Un ejemplo: para la puesta en marcha del proyecto, es decir para eso que se da en llamar la colocación de la primera piedra, en una mañana, se gastaron –eso dicen y como tal figura en los papeles- casi millón y medio de euros, o sea, casi 250 millones de ptas… Cuántos millones por una piedra… Pero eso sí, era todo legal: ellos, el cemento, la paleta y la piedra. En una exposición sobre este plan, el gobierno de la señora Aguirre empleó 700.000 euros, más de cien millones de ptas. Era una maravilla lo que se iba a hacer... Y a día de hoy, sigue siendo un solar, un solar en el que hay que mantener esa cara piedra, y para cuyo mantenimiento hacen falta otros 50 millones de euros… ¿No les dije que había muchos millones por medio? Por medio, los millones; y por detrás, la figura alargada del señor López Viejo, y la trama Gürtel, que todavía no había saltado a la palestra pública, y hacía y deshacía a su antojo con los dineros públicos aquí y en otras partes de España...

“Tiraban dinero público alegremente con esa alegría característica de quien sabe que de ese cocido pueden sacar buena tajada. Cuando a los gestores regionales se les pide cuentas, no se cansan de repetir que es todo legal...”

Y ahora vuelve a recordarse el delito. Pero los delincuentes están en la calle disfrutando de sus robos. Y lo que es más grave, se han perdido expedientes y cuentas. No hay cuentas. Nadie sabe,  salvo los que se pegaron las comilonas de marisco y reuniones de medio millón de euros para planificar nada. Y como en la sobremesa debieron beber en exceso, olvidaron todo. O quizá compartieron en los postres, como es preceptivo en los nuevos ricos, café copa/coca, y puro para planificar su negocio y el desvío de capitales públicos. Había empresas que de los 20 empleados, 17 eran jefes y directores generales con un sueldo de 200.000 euros al año. No hay cuentas, pero se sabe que un insigne, es decir de altos sueldos, arquitecto cobró por ese edificio redondo que se yergue en la soledad del páramo, poblado de cardos borriqueros por fuera, y vacío por dentro, 14 millones de euros. Nada. Están que lo tiran.

Era un amplio espacio de terreno donde se ubicarían 14 sedes para Juzgados. Como en todo espacio, no podían faltar los agujeros negros, sobre todo uno que se ha tragado 105 millones y que nadie sabe a día de hoy, diez años después, adónde ha ido tanto dinero. Como es negro, se lo chupa el agujero negro, y vete a buscar. Como los agujeros de los túneles, 60 millones por un klm., de túneles que nadie sabe a dónde conducen, sin salida. Quizá los planificaran por si pudieran servir de escape en caso de ser sorprendidos los delincuentes in fraganti.

Y seguía en mi libro denunciando el derroche en los siguientes textos entresacados (págs. 261 y ss.):

“No hay que mirar únicamente el aspecto delictivo, del que no está exenta una mala planificación pública, sino la dimensión moral y ética, sin olvidar el interés y la prioridad social. Todo eso no se tuvo en cuenta... Este derroche de 325 a 1500 millones de euros de aumento en cinco años en el proyecto no sirve para nada a día de hoy. Y ahora, con la crisis, y tantas necesidades sociales, hay que seguir gastando otra tanda de millones para que no se destruya lo poco que se ha construido, como esa primera piedra, o el solitario edificio redondo. La mala planificación y el despilfarro, debieran conllevar riesgos, no sólo económicos, sino políticos y penales. De esta manera, en un futuro, obviando los segundos, se podrán evitar los primeros”.

Y es que vigilar ese edificio que está vacío en medio de la nada -como también preconizaba en el libro- ha conllevado un gasto de 3,4 millones, datos que, junto a los que siguen, salvados de la quema, salen ahora a la luz. Tanto los proyectos, como la publicidad y la promoción de la Ciudad de la Justicia, así como su vigilancia, se adjudicaron a empresas allegadas al PP, entre ellas, Serygur, de Álvaro de la Cruz, “coleguilla” de Rita Barberá, difunta, y Álvarez Cascos, figurón en la lista de Bárcenas. Y Casegur, del que fuera alcalde de Navalcarnero por el PP, Baltasar Santos. Entre las inmejorables labores, se gastaron 215.000 euros en un detector de matrículas, que debe estar agotado por los numerosos coches que han pasado. O por contar los cardos, que no faltan a diario con su vistosa flor incluida. Que no falte de na. Parecido al aeropuerto sin aviones.

Además de la demostrada malversación de caudales públicos, cuando se quiere meter mano, tarde y mal, desaparecen las cuentas. Tiempo ha habido desde que unos cuantos periodistas lo denunciamos (mi libro está publicado en 2015, tras algunos avatares editoriales y políticos, pero lo acabé de escribir en 2011), por tanto, no resulta extraño que desaparezcan las cuentas de la Ciudad de la Justicia de Madrid. Un “megaproyecto” de millones convertido en un secarral abandonado, que según previsiones políticas de la inmejorable Aguirre y sus secuaces, debería haber estado en funcionamiento ese año de gracia del 2011. Han pasado más de diez años, y parece que la actual presidente de la Comunidad de Madrid, la “masterizadaCifuentes, lo quiere rescatar... Querrá meter mano. ¿A las facturas? ¿A las fechas? ¿A las cantidades? ¿A los delincuentes? ¿A la bolsa? Experiencia tiene. ¡Ah! Chi lo sa.

Huevos de oro