jueves. 28.03.2024
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"No suma, lo siento pero no suma, la izquierda no ha conseguido en estas elecciones el número de diputados suficiente para conformar un gobierno de un único color político", remachó Sánchez

Casi dos horas dedicó Pedro Sánchez a su primera intervención en el debate de investidura que arrancó este martes en el Congreso de los Diputados y que continuará el miércoles con la intervención del resto de fuerzas políticas. Un discurso de 40 páginas en el que fue desgranando su programa de gobierno y con el que quiso fijar un denominador común: la oferta para un gobierno de cambio y reformista apoyado en lo que llamó “mestizaje ideológico”. De hecho, la palabra “cambio” fue pronunciada en medio centenar de ocasiones en su apuesta por romper con el anunciado “no” a su investidura por parte de las otras dos fuerzas con mayor representación parlamentaria: el PP y Podemos.

Vestido con traje azul y corbata roja, el secretario general del PSOE se vio arropado por los suyos que irrumpieron en aplausos a lo largo de la intervención de su jefe de filas. En la tribuna de invitados se pudo ver a los presidentes socialistas de Extremadura, Guillermo Fernández Vara; Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, así como el líder de UGT, Cándido Méndez. Sánchez también contó con la complicidad de los diputados de Ciudadanos, en particular de su líder, al que se vio asentir con gesto respetuoso a muchos de los planteamientos realizados por el socialista. No fue así la actitud de los máximos dirigentes de Podemos. Tanto Pablo Iglesias como Íñigo Errejón reaccionaron con gestos de desaprobación e incluso sonrisas burlonas a las palabras de Sánchez y eso que, el foco de las críticas del candidato a la presidencia del Gobierno fue el PP y en concreto Mariano Rajoy que siguió impávido desde su escaño a los reproches que le llegaban desde la tribuna del Congreso.

El camino que proponemos, el de un gobierno apoyado desde diferentes fuerzas, con diferentes ideologías, pero que compartan la idea de convivir en un amplio territorio común, además de ser el que mejor representa lo que la sociedad demanda, es el único camino posible, no hay otra alternativa, insistió Sánchez

Desde el arranque su intervención, Sánchez insistió en que los resultados arrojados en las urnas el pasado 20 de diciembre suponen un mandato nítido para un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas del cambio, y no solo las que representan a la izquierda, sino también a Ciudadanos con el que el PSOE ha cerrado un acuerdo. “Estamos obligados a mezclarnos” porque “no hay una suma posible solo con partidos de la misma ideología”, afirmó para rechazar en rotundo la oferta de Iglesias para un gobierno de coalición. Sánchez afeó a derecha y a izquierda al aludir por un lado al “bloqueo” del PP y a “la falta de responsabilidad de Rajoy” por no aceptar el ofrecimiento del rey; y por otro, a los que abandonan la mesa de negociación, en referencia a Podemos: "no vale la imposición, el chantaje y el abandono de la mesa de negociación", señaló. Sánchez sí quiso agradecer a Albert Rivera su "valentía y coraje" por dar ese "primer paso" hacia "la solución", que ha demostrado que es posible que "dos grupos políticos con ideología y programas diferentes pueden buscar puntos de entendimiento".

El candidato socialista insistió en la necesidad de abrir un nuevo tiempo político en España alejado del “absolutismo” protagonizado por el PP en la última legislatura que lleve a cabo una agenda de reformas desde la negociación y el entendimiento. “Hoy no estamos en campaña electoral” afirmó para apostillar poco después que el PSOE "no exige nada, no aspira a imponer nada", ni tiene "líneas rojas, tan sólo firmes convicciones". De esta manera, explicó que su oferta es gobernar "mediante pactos que cuenten con el mayor respaldo parlamentario posible", para poner en marcha "todo" aquello en lo que la mayoría esté de acuerdo. Su objetivo, ha dicho, es un "gobierno del bien común", que esté "basado en el bien general y en el sentido común".

Consciente de la situación en la que se encuentra el PSOE, que cuenta con solo 90 diputados, Sánchez recalcó que "cualquier fórmula de gobierno pasa por la implicación" de su partido y, una de dos, o se opta por el cambio o por un gobierno del PP que necesitaría la abstención del PSOE, una posibilidad que volvió a rechazar por completo. "Tenemos sólo dos alternativas, o no hacer nada y dejar al señor Rajoy y su Gobierno en funciones durante los próximos meses o apostar por un cambio nacido del diálogo y del acuerdo", dijo.

Para ello, subrayó que ya es un buen paso el pacto con Ciudadanos, aunque sus 40 diputados no son suficientes. Sánchez ha insistido en que defienden políticas diferentes, pero ha subrayado que se han puesto de acuerdo en 200 medidas que son "fruto del diálogo" y "presenta soluciones" a los desafíos que atraviesa España. "Gracias al diálogo, sabemos cuáles son las diferencias y hemos pactado una posición desde la que arrancar. Hasta la peor de las medidas propuestas en nuestro acuerdo es mejor que donde estamos con el actual Gobierno saliente", ha remachado.

Así, admitió que sabe que su investidura será fallida si se mantiene "lo escuchado estos días" en boca de los diferentes partidos políticos, pero insistió en que el cambio es posible y ha recalcado que el PSOE y su candidato han conseguido los objetivos que se proponían. "No entendí el encargo del Rey Felipe VI como una invitación que pudiera rehuir, sino como un deber ineludible", ha dicho, para después subrayar que su "fracaso hubiera sido rechazar el ofrecimiento del jefe del Estado". Sánchez terminó apelando por enésima vez a las fuerzas de la izquierda para “sacar a España de la situación de bloqueo en la que se encuentra” y “poner en marcha el cambio que esperan millones de españoles”.

“La propuesta que les planteo es clara” y “a esta pregunta tendremos que responder sencillamente sí o no. En ese momento sabremos dónde realmente está cada uno, advirtió.

“Mi fracaso hubiera sido rechazar el ofrecimiento del jefe del Estado”