jueves. 25.04.2024
AGNESE MARRA / NUEVATRIBUNA.ES - 23.10.2008


Esta sueca aterrizó en Madrid hace 23 años, con una década de experiencia como sindicalista. Muy pronto su trabajo se centró en la mujer y llegó a Madrid para dirigir un proyecto de la Unión Europea centrado en la ayuda a las mujeres trabajadoras. Puesta manos a la obra empezó a detectar las primeras carencias, problemas que se repetían día a día y no tenían respuesta, lo peor que le puede pasar a Berggren, que pasa el día rompiéndose la cabeza para dar soluciones. La bombilla se encendió. Unas compañeras de Francia, Alemania e Italia ponían en marcha el Banco Mundial de la Mujer en sus respectivos países. “Fueron ellas quienes me explicaron en qué consistía esta entidad y decidí abrirla en España”.

Cuando algo se le mete en la cabeza no para hasta conseguirlo. Con su aspecto menudo, rubia nórdica de rasgos delicados, una cara redondita que inevitablemente suscita ternura, Inger es peleona, con un temperamento que resulta tranquilo pero que con sólo escucharla, se sabe que no es más que una apariencia.

En 1988 el Banco Mundial de la Mujer sentaba su base en Madrid. A lo largo de veinte años llegarían por primera vez en nuestro país los microcréditos. Cientos de negocios nuevos. Las mujeres empresarias encontraban un lugar en la calle Villanueva (donde se ubica la sede) y en ese apartamento se cocinaban las primeras ideas, en momentos en los que pocos confiaban en ellas.

La crisis vapulea a los microcréditos

A lo largo de dos décadas, Inger ha conseguido muchos objetivos, pero en estos momentos reconoce que las cosas “están muy mal”, y quizás este año, sea uno de los más difíciles. Ya no son las trabas burocráticas que le ponían los bancos para conseguir microcréditos, ahora las trabas están inmersas en la sociedad y los primeros en padecerlas son las familias.

El Banco Mundial de la Mujer sufre con violencia la crisis económica. “Esto nos ha afectado muchísimo. Por ejemplo, este año no vamos a aprobar negocios textiles, ni inmobiliarias, de locutorios nada, agencias de viajes nada, una tienda de regalos dudoso...”. �Entonces ¿qué es los que van aprobar?-. “En estos momentos cualquier negocio es muy peligroso. Por ahora siguen funcionando las empresas vinculadas con el catering, las pastelerías también se mantienen. Pero vamos a tener un periodo de un año que no vamos a tramitar tantos microcréditos. También las mujeres tienen miedo, hemos recibido muchas menos solicitudes”.

A pesar de la gravedad de la situación, Inger quiere recalcar que no han tenido “prácticamente morosidad” pero añade: “Sabemos que lo pasan mal, tenemos un seguimiento de cada una de ellas a lo largo de tres años. Están pagando los créditos, pero apenas ingresan para ellas mismas. Otras han cerrado pero enfrentan su deuda mes a mes”, dice Berggren.

Esta situación se remonta a 2007. “El año pasado nos dimos cuenta que muchas mujeres no podían acceder a los microcréditos porque estaban endeudadas. Cuando hacíamos su plan de viabilidad veíamos que no se lo iban a dar por la cantidad de deudas que tenían”. Lo que más lamenta Inger es el engaño que han sufrido: “Han caído en los créditos rápidos sin saber lo que eran, firmaron cosas que no sabían lo que significaba, y ahora están desesperadas, no saben qué hacer”. Berggren reconoce que las mujeres fueron las que firmaron este tipo de préstamos, pero para ella no es excusa: “Estaban completamente desinformadas, toda la responsabilidad es de los bancos y de las cajas que se dedican a dar créditos tan alegremente”. Las consecuencias de estos préstamos son alarmantes, Berggren las conoce de cerca: “Tenemos mujeres que llegan aquí y tienen ocho tarjetas de crédito, cuando no podían pagar una tiraban de otra. Otras caen en los créditos rápidos, un caso concreto tiene ahora una deuda de 37.000 euros. Le dieron un crédito de 3.000 euros en cinco horas con un interés del 24%, lo que no sabía es que cuando no se paga, el interés se duplica cada día. De la deuda original de 3.000 euros ahora tiene que pagar millones”.

Formación financiera

Ante esta situación Berggren no se podía quedar con las manos cruzadas. Elaboró un plan de formación financiera y una asesoría individual que ayuda a sanear las cuentas de quien lo necesite, tomando como ejemplo asesorías de Suecia o Inglaterra: “Una mujer llama aquí, pide una cita y puede venir con todas sus facturas e intentamos organizar los pagos, que es lo primero, después averiguamos si puede solicitar alguna ayuda. Ahora hay mucha gente que se ha quedado en el paro y están viviendo una situación dramática, han cogido préstamos por un valor mucho mayor al del piso y se han comprado un coche se han ido de viaje�.ahora no pueden vender el piso y tampoco pueden pagarlo. En fin, una situación terrible”.

Además de la asesoría individual, el Banco Mundial de la Mujer está dando charlas por toda España. Basta con que una asociación o un ayuntamiento las llame, para que Inger o alguna de sus compañeras vaya para allá: “Estamos a tope, cada semana viajamos a dos o tres ciudades. Llegamos al lugar, les damos material informativo e intentamos estar con los que lo están pasando mal”, explica Berggren.

Las situaciones que se ha encontrado son dramáticas: “La gente está tan desesperada e histérica que a veces no abren ni los sobres cuando creen que es una factura del banco, los ponen en un cajón y allí se quedan. Al final no tienen ni idea de las deudas que tienen. Es un desastre”.

La presidenta del Banco Mundial de la Mujer ha visto las consecuencias del endeudamiento en muchas personas: “Cuando una familia se endeuda cae en una depresión, no pueden pensar en nada, no tienen creatividad para hacer algo nuevo, incluso hay veces que se enferman por pura desesperación. Todo esto es una carga para la sociedad, nos va a salir muy caro, y los bancos y las cajas tienen una responsabilidad muy grande en todo esto.” Inger que ha estado locuaz y expresiva durante toda la entrevista, de repente se queda callada, la mirada se va al infinito y uno intuye lo que está pensando. Tiene rabia, indignación y resopla: “Es que no sabemos cómo solucionar esto. Nosotras no podemos pagar las deudas. Lo que sí hemos conseguido es renegociarlas con algunas cajas de ahorro, pero no perdonarlas, ojalá pudiéramos”.

Mientras, sigue en su empeño de formar económicamente a las mujeres. Este es el proyecto más inmediato que tiene el Banco Mundial de la Mujer:“Me da pena que no lo hayamos hecho antes, teníamos que haber organizado estos cursos hace cinco o diez años”. La periodista le comenta que no se sabía hasta donde se podía llegar. Inger vuelve a resoplar: “Teníamos que haberlo previsto”. Es perseverante y hasta que cada mujer de España no vuelva a ser engañada y se forme para la economía cotidiana, no parará. Es la última solución que ha encontrado.

Las ideas pueden ser buenas pero los comienzos siempre son difíciles. Inger Berggren conoce esta frase en sus propias carnes, lo ha ‘sufrido’ en su vida y en su trabajo. Pero su perseverancia ha hecho que nunca tire la toalla. Ya son dos décadas dedicadas a financiar proyectos empresariales a mujeres emprendedoras. ¿Su particularidad? Los microcréditos: “Antes los llamábamos créditos solidarios o sin aval, lo del microcrédito es una palabra relativamente nueva, tendrá unos ocho años”, explica riéndose.

No importa cuál es el sustantivo adecuado. La realidad es que gracias a la ayuda del Banco Mundial de la Mujer se han creado 3.120 empresas y se han tramitado más de 960 préstamos y microcréditos.

Un millón y medio de las antiguas pesetas (9.000 euros) fue el capital inicial para poner en marcha el Banco Mundial de la Mujer de España: “Conseguí convencer al sindicato UGT para que pusiera ese dinero, y así pudimos afiliarnos a la red global de Nueva York (Women’s World Banking) quienes avalaban el 50% de los préstamos, otro 25% lo hacíamos nosotros y el resto un banco o caja de ahorro”. El tercer componente fue el más complicado. Cuando explica sus peripecias para conseguir que una caja de ahorros les financiara, las carcajadas impregnan su discurso: “Al final fui tan pesada con Caja Madrid que terminaron por aceptarlo, les estoy muy agradecida”, dice sin parar de reírse. En esos momentos muy pocos confiaban en las mujeres como empresarias, es más, Berggren asegura que nadie pensaba que realmente las mujeres quisieran montar su propio negocio: “La suerte que tuve es que tenía los datos que había recopilado mientras trabajaba para la UE donde aparecían todas las solicitudes que nos llegaban. Con eso y con mi insistencia conseguí que me hicieran caso”. Convencer a la caja de ahorros le llevó 18 meses, hasta 1989 no empezaron a ofrecer microcréditos, una idea que le vino gracias al trabajo de otras compañeras del resto de Europa, y de los países pioneros: India y Colombia.

En ese mismo año también firmaron con La Caixa un fondo de garantía para las mujeres inmigrantes. “Ahora es mucho más fácil, todas las cajas de ahorro tienen convenios y hacen obras sociales, pero en ese momento no es que no se ayudara a las mujeres, es que no se ayudaba a nadie”.

El Banco Mundial de la Mujer ha sido el primer organismo en llevar a cabo los microcréditos. En España un microcrédito significa siempre un préstamo sin aval y de una cantidad máxima de 25.000 euros. En estos momentos hay más mujeres que hombres que lo tienen, en concreto un 60% de ellas disfruta de este tipo de créditos.
  • ¿En la India sólo se los dan a mujeres, y aquí también es una mayoría, puede ser que se confíe más en ellas?-
  • “Bueno sería una forma de entenderlo. Yo tengo una lectura más pesimista, creo que al ser ‘micro’ a los hombres no les interesa tanto porque prefieren montar grandes empresas y las mujeres aceptamos sin problemas esa cantidad. Además los hombres siguen teniendo ventaja a la hora de conseguir un crédito normal”.

Estos años como presidenta le han dado la oportunidad de ver cómo ha sido la evolución de la mujer en el mundo laboral: “Los primeros diez años eran sólo españolas. Al principio montaban muchas cooperativas de textil y de limpieza. En muy poco tiempo la mujer española empezó a tener más formación y sus negocios obviamente cambiaron. Empezaron a abrir agencias de viajes, gestorías, consultoras, empresas de organización de congresos, SPA, gimnasios. A partir de 2003 la mitad son mujeres inmigrantes y ahora suponen el 65%. Ellas optan por pequeñas tiendas, restaurantes, peluquerías, locutorios�”.

A pesar de que este año pocos microcréditos se van a dar, Inger Breggren, espera que sus condiciones vayan mejorando: “Ahora están subiendo los intereses otra vez. Durante muchos años tuvimos la gran suerte de tener microcréditos al 0% de interés pero ahora está subiendo. En estos momentos lo tramitamos entre el 4% y el 6%, que tampoco es mucho. Pero ha habido periodos que los hemos dado con condiciones muy duras, tenían que devolverlos en tres años. Ahora podemos darlos con cinco años y además tenemos 6 meses de carencia, lo que supone que durante ese tiempo sólo pagan los intereses y no tienen que amortizar el préstamo, eso es muy positivo porque al principio nadie tiene ingresos”, explica Inger.

En cuanto quienes pueden acceder a ellos, las condiciones se simplifican: “Anteriormente aceptábamos todo, cualquier proyecto viable. Eso quiere decir que nos planteen claramente qué negocio quieren, que dispongan de un local y que sepan qué precios van a poner, dónde van a comprar los productos... . Normalmente se aprobaba todo, ahora es mucho más difícil”. Pero la esperanza es lo último que pierde Inger y está convencida que el próximo otoño el trabajo que las caracteriza se va a volver a cumplir: “En un año las cosas irán mejor y nosotras y ellas podremos volver a apostar por sus negocios”.

Más que microcréditos

Los créditos sin aval es por lo que se ha dado a conocer el Banco Mundial de la Mujer, pero sus actividades trascienden de los préstamos. Desde 1989 Inger y su equipo ponen en marcha la Feria de la Mujer Emprendedora, este noviembre cumplen la décimo cuarta edición. “Con eso también me pusieron problemas. Cuando fui a pedir una subvención a Caja Madrid decidieron dármela por hartazgo, pero me dijeron que no iba a ir nadie porque no había mujeres empresarias”, las risas de la entrevistada vuelven a inundar su despacho, y dice: “Y tanto que fueron. La celebramos durante tres días y siempre está llena, es el mejor escaparate para dar a conocer el negocio de estas mujeres, por surte funciona muy bien”, lo afirma más seria y llena de orgullo.

Ahora los planes de Inger se centran más en la Casa de Comercio que han abierto en Marrakech. Hace varios años, montaron cinco en toda España: “Hace tiempo me di cuenta que las mujeres artesanas tenían problemas para presentar sus trabajos. No disponían de una tienda propia y dependía de una tercera persona”. Al ver ese problema, se le ocurrió una solución: crear una casa de comercio, un lugar donde las artesanas pudieran vender directamente sus trabajos. El éxito que ha tenido en España ha hecho que este formato se traslade a Marrakech: “El primer día vienen con sus productos de todas las aldeas, es muy divertido, llegan con sus bultos. Tenemos una consultora que viaja con nostras y es experta en textil, habla con las mujeres y hace un informe. El dinero que se saca de la venta de los productos se lo damos íntegramente a ellas. También buscamos otros sitios donde puedan vender después de haber participado con nosotras. Lo de Marrakech va muy bien, están vendiendo hasta en Japón y en Francia también han tenido mucho éxito”.

Pero en este proyecto Inger también ha encontrado un problema:“Estas mujeres, además de ser la mayoría analfabetas, tampoco saben distinguir la calidad de las telas”. Nuevamente una solución. Berggren se acercó a la Agencia de Cooperación Española y les explicó este percance. Ha conseguido una subvención y ha elaborado un libro que según se abre van apareciendo diversas telas, se explica qué es cada material y cómo se debe tratar: “Como ves es un libro casi para bebés, queríamos que les resultara muy fácil comprenderlo y así van a poder sacar más partido a su trabajo”. Inger le entrega el libro a la periodista para que lo mire, lo toque y después dice: “Esto sí que es bonito”. Horas después de la entrevista se marchaba a Marrakech. En estos momentos las artesanas marroquíes ya deben tener el libro en sus manos. Un problema menos.

Inger Berggren: "Los efectos de los créditos rápidos son alarmantes"