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NUEVATRIBUNA.ES - 03.04.2009

El G-20 dejó el jueves dibujados en Londres los planos del circuito por donde se pretende que circule sin fugas el capital globalizado, siempre en busca de la mayor rentabilidad. Nadie consigue levantar la pesada alfombra que tapa los activos tóxicos que se esconden los balances bancarios, el verdadero motivo de la crisis. Pero al menos se ha afirmado la intención de acabar con la “economía de las burbujas”, según dijo el Obama, la estrella de la cumbre.

Después de que Wall Street haya dañado todo el sistema con sus inyecciones tóxicas, los fontaneros necesitarán al menos otra cumbre que se reunirá en Nueva York en septiembre. Además, Barack Obama despejó ayer dudas sobre el alcance de los retos abordados en Londres. “Necesitaremos al menos dos o tres años para ver si hemos sido eficaces”, dijo.

La tarea es ingente puesto que el daño también lo es. Se trata de la primera crisis de la economía global, cuya búsqueda de soluciones olvida, por cierto, tareas básicas como la lucha contra el cambio climático, según denunció ayer Greenpeace.

En su rescate del sistema financiero internacional, los líderes del mundo han tratado de asegurar, en primer lugar, la buena marcha del crédito en los países emergentes, donde inyectarán 1,1 billones de euros, para salvaguardar la viabilidad de uno de los polos de atracción de la industria financiera, donde los bajos costes laborales aseguran, una vez más, la mayor rentabilidad.

Junto al rescate de los emergentes, la preocupación de los gobernantes reunidos en Londres se centró también, tras décadas de desidia, en los paraísos fiscales, no porque sean una eficaz manero de evadir impuestos, sino porque ponen en riesgo la existencia del sistema financiero, al crear un circuito secundario, opaco y sin control. Así, el G-20 ampliado, donde también participa España, ha prometido elaborar una lista negra de estos paraísos, y promoverá el intercambio de información y la supervisión y control de cualquier área del mundo donde se realicen transacciones financieras.

Junto a ello, se regulará y supervisará el funcionamiento de las todas las principales instituciones financieras, incluidos los “hedge funds”. Y se elevarán las dotaciones de capital que los productos de riesgo tienen que reservar a fin de cubrir los riesgos.

Por último, en Londres también se apoyó la creación de un cerebro para un sistema que hasta ahora funcionó sin él. Este papel central podría desempeñarlo el Fondo de Estabilidad Financiera, que pasa a denominarse Consejo, y sus funciones serán vitales para ampliar la supervisión y el control, del cual no escaparan las controvertidas agencias de ‘rating’ o calificación, tan responsables de la crisis como los reguladores y supervisores, por su dejación de funciones.

Además, falta por meterle mano a las retribuciones de los directivos, un hueso duro de roer en el caso de las empresas que no han recibido ayudas, ya que entra dentro de su ámbito privado de decisión, pero al que se intentará poner el cascabel vía regulación. Así, se intentará desarrollar un sistema que ‘penalice’ a aquellas empresas que incumplan los futuros códigos de buen gobierno con la obligación de provisionar más fondos, para castigar esas prácticas de riesgo, junto a otras medidas para evitar que la toma de riesgos se guíe en exclusiva por el corto plazo.

En cuanto a organismos de cooperación financiera internacional, los países del G-20 han acordado aumentar los recursos del FMI desde los 250.000 millones de dólares actuales a los 750.000, entre los cuales 4.000 millones serán aportados por España. También habrá un incremento de 100.000 millones de dólares a los bancos de desarrollo.

Pese a estas cifras, triunfó la tesis europea de aplazar nuevas inyecciones de estímulo fiscal, sin antes comprobar cómo funcionan las que ya se han creado.

El G-20 se esfuerza por preservar el atractivo de los "emergentes" para la industria...