jueves. 25.04.2024

Poesía | JESÚS CÁRDENAS

En cada libro de Ada Salas (1965) asistimos a un acto de revelación, pues mediante la palabra poética de la poeta cacereña posibilita una imagen que, lejos de demostrar, nos desvela el punto que somos y nos coloca, mediante la emoción, en una parte turbadora de la significancia de la realidad. 

Tras la antología Escribir y borrar: Antología esencial 1994-2016 (FCE), que incluye también una selección de su obra ensayística, entre la que cabe destacar el ensayo publicado en 2011, El margen, el error, la tachadura (de la metáfora y otros asuntos más o menos poéticos). Toca deleitarse ahora con Arqueologías (Pre-Textos), una forma de explorar el yo, de comprender la relación con el mundo desde el decir, tras haber eliminado los distintos sedimentos.

Escribir un poema, es para Salas, «volver a entrar en el corazón de ese acontecimiento –extra-ordinario–». Y seguiría siendo válida la afirmación empleándola en esta última entrega lírica, que consta de un poema-prólogo sin titular y dos secciones más o menos equilibradas en su extensión, donde hallamos composiciones vibrantes, facturadas en una coherente unidad entre arquitectura lingüística y reflexiva.

Debe insistirse en la revelación del entendimiento, en el logro de las imágenes de esta poeta desde su objeto en la creación poética

A partir del poema pórtico se construye un inicio iluminador, pleno de posibilidades. Porque para que no permanezcamos impasibles, la poesía (la auténtica), se desplaza y nos trastoca lo visible y al cabo nos toca. Estos versos muestran un desplazamiento vertical, desde abajo hacia arriba, como si el ser fuese una semilla que tuviera que salir a la luz, en estrecha analogía con el sentido de la creación: «Acceder / al sustrato / –un paisaje que no / habíamos previsto». La paradoja está servida en otro momento, lo que termina por descomponer casi cualquier certidumbre: «Es posible empezar como si todo / –nada– / hubiera sucedido». 

En la primera de las secciones, «Antiqvarivm», se constata la isotopía del tiempo en composiciones breves (menor a cuarenta versos) salvo la que contiene varios fragmentos. «Yacimiento. Necrópolis» muestra todo el potencial del discurso de Ada Salas: contención en el decir, resuelto en paradojas, y versos elípticos, alusivos, que se rompen, quedándose incluso en el esqueleto: «Puedes / sólo / describir lo más simple». Más adelante, la concepción del tiempo cifrado en versos tendidos con encabalgamientos que terminan deteniéndose: «La arqueología habla de los siglos como si fueran / tiempo. Como si hubiera en ellos / sucesión. Pero esos huesos eran un instante».

Alrededor de una serie de verbos como tallarverperseguirpensarentrarhoradarpenetraravanzar… nos conduce a ver la belleza, a reflexionar sobre nuestra identidad, a profundizar en nuestro sustrato, porque todo está ocultosepultadobajo pliegues, o lo que sería peor, descubrir y negarla. Por esto se hace tan necesario escindirabrir, ir al pasado, aunque «no / como un regreso», sino con otra óptica atemporal y, al registrar las huellas artísticas, comprender para saber, como se lee en «Torque»: «Estuvo aquí encerrado aquí encerrado ha salido / a la luz me deslumbra su vuelo». Todas las reminiscencias parecen devenir el entendimiento del ser, o, cuando menos, en la revelación de alguna verdad. La búsqueda de algo más. Tal vez, porque vamos persiguiendo continuamente el envés de las cosas. Por otro lado, la correspondencia de nuestro ser encuentra cabida en el poema, como espacio de reconstrucción, del que se hace necesario ir levantando estratos. Esta interpretación podría asumirse en el sincrético y sobresaliente «Torre»: «Todo / lo que ahora ves // estuvo sepultado». 

Y en la segunda sección, «Civitas», el tiempo pasado, tal y como se deduce del entrañable poema de título homónimo al libro, dedicado a sus hermanos, donde se lee en su inicio: «Detrás / de nuestra cas, / vendía su carbón el carbonero». Salas muestra la ilimitada sensibilidad en versos memorables: «El mundo / silencioso entraba en mí»; que se corresponden en el perfecto endecasílabo de «Lagartija»: «Qué frágil donde tiembla el corazón». Y de ahí al dedicado y visual, «La quema de rastrojos», cuya descripción es una hábil muestra para reconducir el recuerdo; pasado y presente en el entrañable «Orión», dedicado a su padre: «Una vida esperando en el paso / de un valle al otro valle en la más deslumbrante inflexión / del collado».

Son diversos los hallazgos encontrados en este bloque. El primer poema intitulado comienza tensando dos conceptos internos, la claridad y la sombra: «Hay una claridad que viene desde dentro»; en el clímax final, una vez llevadas a cabo distintas estrategias de distancia poética (los encabalgamientos y las pausas, los guiones y versos escalonados, las paradojas): «Debajo del dolor hay algo / siempre –ahora mira / qué–. Debajo / del amor // hay algo siempre». La toma de conciencia de la transitoriedad supone la necesidad de reafirmarnos acaso sea en la escritura. Como escribía Octavio Paz: La poesía nos abre la posibilidad de ser que entraña todo nacer; recrea al hombre y lo hace asumir su condición verdadera, que no es la disyuntiva: vida o muerte, sino una totalidad: vida y muerte en un solo instante de incandescencia.

Y qué decir del fulgor del poema que cierra el libro, titulado «Bañista», cuya estructura descriptiva no parece enmarcar solo un óleo sino nuestra propia contemplación: «Hay un cielo entre gris / y rosado / y asoma entre las nubes un azul / que nunca has conocido. Ese es el asombro que produce la poesía de Salas.

Sin embargo, para ir cerrando, debe insistirse en la revelación del entendimiento, en el logro de las imágenes de esta poeta desde su objeto en la creación poética: «Una incisión / y luego / poco a poco / desechar lo que cubre». Y en el poder de trascendencia de la anécdota en detrimento de lo anodino: «Que el poema / se vaya / que desaparezca / arrastrando los restos haciendo una espiral hacia lo inexistente».


JESÚS CÁRDENAS. Poeta,profesor y crítico literario
JESÚS CÁRDENAS. Poeta,
profesor y crítico literario

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