jueves. 28.03.2024

Carlos Valadés |

La premiada Cucaracha con paisaje de fondo llega al teatro Quique San Francisco después de llevarse los Max a mejor espectáculo revelación y a mejor autoría revelación.

Escrita y dirigida por Javier Ballesteros, aborda el deseo de ser madre como tema principal.

Que España se ha convertido en el país europeo con mayor porcentaje de madres cuya edad supera los 40 años no es ninguna sorpresa. Las clínicas de fertilidad, la congelación de óvulos y las clínicas de reproducción asistida se multiplican. Desde hace años las casi inexistentes políticas de ayuda a la maternidad, las precarias condiciones económicas y laborales dan como resultado el invierno demográfico actual. 

Los personajes de cucaracha son mujeres que ingresan en un balneario anhelando la maternidad. En esa suerte de termas romanas, Pablo Chaves, el escenógrafo, dispone en el centro una pileta alrededor de la cual se concentran las mujeres que buscan desesperadamente estar embarazadas. Todas de blanco impoluto. Todas excepto Fernanda. La cucaracha negra en este paisaje idílico de fondo. Interpretada de manera magistral por María Jaimez, llega al balneario para poner fin a su vida, una vida lastrada por una enfermedad terminal. Fernanda terca, sarcástica, y con una sinceridad brutal, ejerce su papel de falsa pitonisa, un bálsamo para que las internas se relajen y puedan alcanzar su sueño de preñez. Fernanda tiene un enfrentamiento dialéctico con Rosa, interpretada por June Velayos, una de las mujeres que sueña con hijas explosivas y destinos trágicos. Don Federico, el médico y único personaje masculino, es el más contradictorio de todo el elenco. Capaz de cumplir el juramento hipocrático y de facilitar la eutanasia, mezcla el verso y la prosa para comunicarse con su equipo de enfermeras. 

Una obra fresca, original y divertida, que trata temas como la maternidad, la eutanasia, la perpetuación de la especie o la identidad femenina

Las inteligentes y bien resueltas transiciones hacia el coro, tan característico de las tragedias griegas, cumple su misión de ayudar al público a ir desentrañando los conflictos en cada uno de los actos.

La flautista Isabel Arranz, tras el escenario, consigue con sus notas guiar emocionalmente al espectador en función de las diferentes situaciones que se van planteando, convirtiéndose en otro personaje más.

Desde estas líneas, un reconocimiento especial a la actriz Laura Barceló, desternillante en su papel de futura madre con orígenes japoneses y que salió a escena con un tobillo lesionado y unas muletas que necesitó para desplazarse de un lado al otro del escenario. Chapeau por su profesionalidad.

En definitiva, una obra fresca, original y divertida, que trata temas como el ya referido de la maternidad, pero también la eutanasia, la perpetuación de la especie o la identidad femenina, y que bebe de las fuentes clásicas dotándolas de una pátina de modernidad, mezclando inteligentemente prosa y verso en un ritmo que jamás decae.

Tremendo el mérito de la compañía ‘Mujer en obras’ en los tiempos que corren.

Si quieren un consejo, no se la pierdan.

Cucaracha con paisaje de fondo