jueves. 18.04.2024
Jovenes_Mayores
No hay que confundir la edad como ciclo vital con la edad como generación

Desde los antropólogos Maine y Morgan, la edad ha sido considerada, junto con el sexo, como un principio universal de organización social, uno de los aspectos más básicos y cruciales de la vida humana.

En la mayor parte de estudios sobre sociedades primitivas o campesinas, los antropólogos prestaron atención a las estratificaciones por edades, pues eran fundamentales en el funcionamiento de estas.

El estudio de los ritos de paso se convirtió en un área clásica en etnología, y una importante especialización regional y temática se centró en el estudio de sociedades organizadas en torno a las llamadas clases de edad, sobre todo en el África subsahariana.

  1. Edad, como construcción cultural
  2. Escuela de Birmingham
  3. La generación perpleja
  4. Ancianidad y juventud
  5. Cuarta edad

 

Edad, como construcción cultural

Una de las claves de la aproximación antropológica a la edad es su consideración como construcción cultural. Todos los individuos experimentan a lo largo de su vida un desarrollo fisiológico y mental determinado por su naturaleza, lo que sirve para hacer categorías con los individuos y presuponer un comportamiento en cada etapa.

No hay que confundir la edad como ciclo vital (que define los grados de edad por los cuales han de pasar los miembros individuales de una cultura) con la edad como generación (que agrupa a los individuos según las relaciones que mantienen con sus ascendientes y sus descendientes y según la conciencia que tienen de pertenecer a una cohorte generacional).

Ni las clases de edad formalizadas de algunas sociedades preindustriales (una categoría de adscripción que agrupa a los individuos iniciados en un mismo período, que avanzan juntos a lo largo de los grados de edad) con los grupos de edad informales de las sociedades complejas.

La antropología de la edad plantea análisis transversales sobre la edad como proceso cultural, lo que conduce a aproximaciones de naturaleza esencialmente teórica. En la realidad concreta quizá sea preferible referirse a una antropología del ciclo vital y de las relaciones intergeneracionales como marco de análisis global.

Escuela de Birmingham

Los investigadores de la escuela de Birmingham desde los años setenta, propusieron un paradigma teórico a partir de sus estudios sobre las subculturas británicas de posguerra.

El punto de partida fundamental de la escuela es el hincapié en la clase social y no en la edad como factor explicativo del surgimiento de subculturas juveniles; y en el tiempo libre y no en la delincuencia como ámbito expresivo de las mismas. Éstas son consideradas como intentos simbólicos elaborados por los jóvenes de abordar las contradicciones de clase no resueltas en la cultura parental; así como formas de «resistencia ritual» frente a los sistemas de control. 

Investigaciones más recientes cuestionan las orientaciones de los trabajos de la escuela de Birmingham, considerando que se han centrado más en lo desviado que en lo convencional, más en los adolescentes de clase obrera que en sus coetáneos de clase media y más en los muchachos que en las muchachas.

En los últimos años investigadores sociales y antropólogos se cuestionan las inquietudes, motivaciones y el futuro de los jóvenes y adolescentes ante la situación de crisis económica y el problema del desempleo actual que les afecta especialmente.

La generación perpleja

Y es que lejos de encontrarnos con jóvenes que hasta hace poco se les denominaba despectiva e irónicamente “los ni-ni”, pues “ni estudian ni trabajan” porque no querían ni estudiar ni trabajar pudiendo hacerlo, ahora comienza a hablarse de “la generación perpleja”.

Los jóvenes están perplejos y se sienten perdidos, pues efectivamente los expertos coinciden en que hay ahora una gran diferencia, el horizonte se ha vuelto más incierto para ellos. Esta generación tiene todas las características para ser activa y hacer grandes cosas cuando se sobreponga a la perplejidad: cuenta con una tecnología que les sirve de aglutinante, tienen valores y se enfrentan a un mundo con graves problemas.

Ancianidad y juventud

El desarrollo de los estudios antropológicos sobre la ancianidad guarda notables paralelismos con los de la juventud. En ambos casos hay un interés original por el debate naturaleza-cultura y en un esfuerzo por demostrar que el advenimiento de la modernidad ha ido en detrimento del estatus atribuido a jóvenes y ancianos.

Cierto es que durante mucho tiempo el papel de los ancianos en los estudios antropológicos se limitó al de servir de informantes privilegiados, depositarios del saber cultural en quienes confiaban los investigadores de campo.

El tema central de las primeras aportaciones a la Geroantropología sería, precisamente, el contraste entre el estatus prestigioso de los ancianos en sociedades primitivas frente a los “estatus carentes de roles” que reciben en la sociedad moderna.

La longevidad es una característica importante de los tiempos modernos. Los avances en biomedicina han permitido mejorar las condiciones de vida durante la vejez. Este aumento en la esperanza de vida genera un cambio cultural significativo en cuanto a la proyección socio-individual a futuro.

Cuarta edad

La vejez así entendida no es sólo sinónimo de experiencia pasada, sino vivencia presente y proyección futura. Cuando la vejez es corta, se le vive en términos de ancianidad (correspondería a lo que la ONU denomina “mayores de edad avanzada”), pues efectivamente significa o representa los últimos años antes de la muerte, es su preámbulo.

Dentro del proceso de envejecimiento, podemos entender la ancianidad como una cuarta edad, o sea, como la etapa del deterioro físico y mental, cuando las personas ya están enfermas, postradas y no les cabe ninguna posibilidad de interacción social.

La edad se torna cada vez menos importante como factor a la hora de distinguir entre personas adultas y adultas mayores. Con el cada vez mayor alargamiento de la vida, llega un momento en que la edad cronológica ya no es el mejor referente para predecir intereses, actitudes, capacidades intelectuales y sociales, o incluso vitalidad y fortaleza.

La última etapa de la vida, producto del alargamiento de ésta, se ha vuelto cada vez más compleja y multiforme. La vida misma y la vejez se tornan diferentes, con otros significados. Los umbrales hacia la vejez, los umbrales de la discapacidad por razón de la edad también se ven trastocados producto de la longevidad y la edad misma va adquiriendo otro sentido.

Por último, compartir esta reflexión de Arthur Schopenhauer:
“En la vejez se aprende mejor a esconder los fracasos; en la juventud, a soportarlos”.

La edad, decisiva en la organización social