jueves. 28.03.2024
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Saque de honor

El periódico quincenal ilustrado El Panorama, en fecha del 30 de abril de 1868, anunciaba al mundo la existencia de la práctica del football en Inglaterra con este titular: El football (bola de pie) en Inglaterra.

Mientras no se descubra lo contrario, fue la primera ocasión en que la palabra football aparecía en una publicación en España.

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El Panorama. 30.4.1908. 'El juego de la bola'

Leyendo dicho artículo se llegaba a la conclusión de que en poco o nada se parecía el football practicado en Inglaterra en 1868 con el fútbol de hoy, si hacemos caso a la descripción que de él hacía dicha revista. Su contenido era de lo más confuso y más parecía que uno estuviese asistiendo a la descripción de una lucha campal entre “dos grupos de entre quince y veinte jugadores” o a un partido de rugby. Transcribo literalmente el texto.

“Este juego es uno de los más populares en la Gran Bretaña y en él forman parte gentes de todas clases y de todas las edades, en la estación de invierno, que es la propia para este ejercicio. Los discípulos de un colegio a los miembros de un club envían un cartel de desafío a otro colegio u a otro club. Aceptada la lucha se designan hora y sitio y los jugadores se reúnen en una llanura, formando dos grupos de quince a veinte personas cada uno de ellos.

Llevan un traje ligero y particular y van decorados con los colores del club, para distinguirse unos de otros. Sobre dos postes hay colocada horizontalmente una larga percha a bastante altura del suelo y a cada lado se coloca un grupo de jugadores. El foot-ball es un fuerte globo de cautchuc cubierto con una envoltura de cuero y el juego consiste por una parte en tirar a golpes de pie la bola más allá del límite señalado por la percha y por la otra en rechazarlo y en volverlo a tirar a la otra parte.

Una vez lanzada la bola los dos con los dos campos se precipitan a la vez el uno para empujar hacia delante el otro para hacerla retroceder los jugadores se juntan se amontonan se pisan y atropellan los codos los puños los pies la cabeza todo está en continuo movimiento para hacer soltar la presa al que se ha apoderado del globo o para apartar a los que tratan de hacerlo si la bola salta sobre las cabezas de agua de la agrupado haz de luchadores y vuela lejos.

Todos se precipitan a cogerlo de nuevo dando gritos y entablando una nueva lucha de gimnastas cada vez que la bola pasa del límite señalado se cuenta un punto en la partida que no se le concluir sin quedar ya de antes rendidos y a veces perniquebrados los combatientes. Aunque el fútbol es un ejercicio violento que puede llegar a ser peligroso, tiene la ventaja de desarrollar las fuerzas musculares dando al mismo tiempo el carácter, la fuerza de voluntad necesaria para conseguir el objeto que nos proponemos, acostumbra a la fatiga y el dolor físico; y contribuye a la salud facilitando la circulación de la sangre” (El Panorama, “El foot-ball (bola de pie) en Inglaterra” 30.4.1868).

Así se veía el football en 1868.

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El Panorama. 30.4.1868
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El Panorama. 30.4.1868

Saque de salida

Prescindo de dirimir la cuestión de cuál fue el lugar donde se jugó lo más parecido al primer partido de foot-ball jugado en este país, si en el Puerto de Villagarcía de Arousa en junio de 1873 o en Huelva en 1878. Si ha sido en el primero lo pondría en duda, toda vez que la fuente siempre citada, el periódico Eco republicano de Compostela no hay modo de dar con él y, para colmo, quienes lo citan no reproducen una copia del mismo .

Pedro Escartín, árbitro internacional, en conferencia dictada en 1948 se inclinaba por Huelva, añadiendo que el primer equipo de España fue, precisamente, el Huelva Recreation Club (1878), con el tiempo, llegó a Bilbao (1898), Palamós (1898).

Según la revista Los Deportes, en 1900, existían en Barcelona el “Foot-ball Club Barcelona” y el “Foot-ball Catalá”, “el cual solo admitía como socios a catalanes”, aunque con el tiempo “permitiría la entrada a socios escoceses” (11.2.1900). Sin embargo,  en los años van de 1892 a 1895 ya existían dos bandos del “Barcelona Football Club” entonces existente” (Los Deportes, “Football”, 6.1.1906).

Madrid apareció en 1902. Así, en el Diario Oficial de Madrid puede leerse: “El Alcalde de Madrid ha dado una copa de plata para premio en el concurso de football que se celebrará en Mayo” (18.4.1902).

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Madrid. 1902

Durante 1900 y 1901 jugaron en Barcelona con ocasión de la Copa Macaya, el Español de Football, la Asociación Unimista de Football de Tarragona, el Club Franco Español de Football, el F. C. Barcelona y el Hispania Atlhetic Club (Barcelona) , de cuyo equipo es la fotografía que reprodujo la revista Iris el 4 de mayo de 1901:

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14.5.1902. Barcelona

Hay quien considera este campeonato como el primero que se libró en España de un modo organizado. Se celebró durante tres ediciones -1901,1902 y 1903-, hasta que desapareció el Hispania Athletic Club. A partir de entonces, el Madrid Foot Ball Club organizaría la II Copa Macaya, denominada la Copa de la Coronación. Con el tiempo derivó en la Copa de España (actual copa del Rey) y fue, también, Copa del Presidente de la II República y, después, del Generalísimo). Dicho de pasada, digamos que el último partido de este Campeonato de España durante la II República se jugó un mes, antes del estallido, entre el Barcelona y el Madrid. Lo veremos.

Tomando el curso de la narración anterior, recordaré que, aunque ya habían pasado unos años desde aquel 1868, el cronista deportivo de 1901 reconocía que “era una tarea ardua reproducir lo que sucedía en el campo”. Y no mentía a juzgar por la información que daba:

“Se debe procurar quitar la pelota a los delanteros cuando la dirigen contra el goal keeper de su bando, valiéndose para ello de fuertes cargas y además deben alimentar constantemente a los delanteros de su bando, esto es, pasarles la pelota nuevamente cuando alguno del bando adversario se la quita”.

Cualquier texto descriptivo deportivo de la época estaba lleno de anglicismos. La línea de defensa estaba formaba por backs, el portero era un goalkeeper; el equipo no era equipo, sino team; a los saques de córneres, los denominaban cornerkick. En el reportaje se informará de que “el sr. Morris, portero del Hispania Atlhetic Club, era fundador del primer club que hubo en Barcelona allá por los años 1897 y 1898, cuando se jugaba en terrenos de Casa Antúnez”. En 1901, era vicepresidente del club.

A Madrid, según el citado árbitro internacional Escartín, furibundo golpista en 1936, “llegó el football en 1902”.

Escartin

Una afirmación que necesita algún matiz si hacemos caso a los periódicos de la época. Es verdad que se registró oficialmente en el año 1902 bajo el nombre de Sociedad Madrid Foot-ball Club. Pero en distintas noticias de la prensa, el equipo ya aparece en 1900, siendo sus animadores Julián Palacios y los hermanos Juan y Carlos Padrós, quienes abandonarán la citada Sociedad para fundar el Club del Real Madrid y registrarlo en 1902. La confusión deriva de que unas veces se utiliza la palabra equipo, otras sociedad y, finalmente, club. Todos ellos con distinta fecha de fundación.

Como prueba exhaustiva del abuso del término football, en 1902, el periódico El Imparcial informaba bajo el epígrafe “concurso de football” que “ayer en el Hipódromo se dio la primera lucha en medio de gran expectación y curiosidad por tratarse de un “sport” poco conocido de los madrileños. Lucharon entre sí el Club Vizcaya de Bilbao y el Español de Barcelona. En el partido que jugaron Barcelona y Madrid, este estaba formado por Juan Sevilla, Mario Giralt, Rafael Molero, José Gorostizaga, Álvaro Spottorno, J. Palacios, A. Thomson, J, Giralt, D. E. Celada” y nada más y nada menos que “37 suplentes”.

El team del Barcelona estaba lleno de extranjeros -entre ellos el suizo Hans Max Gamper, con el tiempo Joan Gamper-, y los autóctonos Vicente Reig, Llobet, Terrodes, Valdés y Albéniz. Y, para no ser menos, 20 suplentes. Ganó el Barcelona por 3-1”. Vicente Reig llegaría a ser presidente del club (El Imparcial, 15.5.1902).

El Marqués de Altavilla
El Marqués de Altavilla

El “semanario político literario y artístico” titulado El Cardo daría algunas noticias de las primeras andadura futbolísticas en Madrid. La publicación la dirigía su fundador, el marqué Alta Villa, que había sido secretario personal de Isabel II durante su exilio en París tras su destronamiento en 1868.

El semanario era un totum revolotum, donde se hablaba de todo. En el número de noviembre de 1902, planteaba la “reconciliación entre el Madrid Football Club y el New Foot Ball Club, muy bien acogida por el elemento footballista madrileño” (El Cardo, 11.11.1902).

el cardo portada 15.11.1902

En 1904, los equipos inscritos para el Campeonato de España, organizado por el Madrid foot-ball club, fueron el Athletic Club de Bilbao, el España foot-ball club de Madrid, el Madrid Foot-ball club, el Club Español de foot ball de Barcelona (Arte y sport, 10.3.1904).

En 1905, el campeonato de España lo organizó la sociedad Madrid foot-ball club. El premio consistía en una copa de plata de S. M. el Rey. Se reproducían las Bases para tomar parte en el concurso” y terminaba diciendo: “El club organizador del campeonato está haciendo activas gestiones para conseguir un segundo premio con objeto de llevar más alicientes y entusiasmo al concurso, al que se espera que acudan sociedades de Barcelona, Bilbao, Vigo y Gijón y la de la Corte” (Arte y sport, 30.3.1905).

En 1907, en la publicación madrileña Álbum iberoamericano se podía leer: “El domingo día 24 dará comienzo una serie de matchs organizados por el Madrid football club para el campeonato de España”. Los premios seguían siendo una copa de plata de S.M. el Rey y once medallas de oro, de oro y plata, de plata, de bronce, patrocinadas por Carlos Padrós todas ellas. En el campeonato se habían inscrito Madrid foot-ball Club, Club Vizcaya de Bilbao, Moderno Football club de Guadalajara, el H. F. C. de Salamanca, el Vigo F. C., el Barcelona foot-ball club y el Huelva Recreation club.” (22.3.1907).

albumiberoamericano. 22.3.1907

Primeros toques de atención

Aunque se hable de fútbol, no se puede olvidar el contexto histórico en que este se estaba desarrollando. Por esta época, un grupo de intelectuales reivindicaban la regeneración de España, que, tras el desastre de Cuba, no levantaba cabeza. La influencia de Joaquín Costa cuyo lema era “Europeización, pero sin desespañolizar” se hizo notar, incluso, en el lenguaje deportivo. La presencia tan exagerada de términos ingleses comenzó a cuestionarse, pues esta invasión se contemplaba como signo humillante de España ante el resto de las potencias europeas, en especial, con relación a la pérfida Albión.

Los primeros en tocar a arrebato fueron los redactores y periodistas de la época, publicando abundantes reflexiones sobre la necesidad de españolizar los términos futbolísticos ingleses al castellano. Todo ello en el marco de una estrategia patriótica. El estudio diacrónico del léxico inglés deportivo hecho por Nomdedeu-Rull -Terminología del fútbol y diccionarios: elaboración de un diccionario de la especialidad para el gran público, 2004-, resulta a este respecto muy esclarecedor. Además, los periódicos incluían cada vez más abundantes crónicas deportivas en sus páginas plagadas de un léxico completamente extraño para sus lectores.

En 1900, eran habituales los términos back, goal, goal-keeper, half-back, referee, y lineman, junto con campo de juego, juez árbitro, juez de línea, marco, juego limpio. En 1901, se añadirán forward, shoot, de la que derivará chut.

En 1902, free-kick, offside, penalty, penalty-kick. Según Nomdedeu, la aparición del Reglamento de foot.ball publicado por la Asociación Clubs Foot-ball de Barcelona en 1902, publicado en español, impulsó la regularización de la presencia de anglicismos. Los términos relativos al fútbol que aparecían en ese reglamento, 67, 30 eran barbarismos.

Uno de los primeros posicionamientos con relación a esta “plaga” terminológica la protagonizó un cronista deportivo que, habitualmente, firmaba con el seudónimo de “Un Delantero” en la revista Los Deportes. Exactamente, en 1902, en un artículo titulado “La cuestión del día” sostenía que, requerido por los lectores para que expresase su opinión con relación al asunto de “sustituir las palabras inglesas del foot-ball” por otras españolas”, respondía de “un modo nada patriótico” y muy contemporaizador.

Aseguraba que no era “partidario a una traducción fiel de los términos, pero sí a la de algunos, los que tengan más fácil o parecida traducción a los términos empleados, así como, también, los que en algún otro país hayan sufrido transformación”. “Un delantero” se mostraba partidario de que lo mejor era dejarlas como iban viniendo: “ corner kick, goal, free kick, kick off, kick, off side, goal kick, behind, penalty, etc.”

En su opinión, el original expresaba mucho mejor que su traducción y era natural que “se escriban y se pronuncien los nombres de los deportes tal y como se efectúen en los países que han sido los primeros en adoptarlos. Si se deciden a traducirlos que se pongan de acuerdo, si no, habrá más confusión”. De hecho, la palabra goalkeeper ya había recibido estas “traducciones”: “guardameta, guarda, portero, guardián, custodiante… “ ¿Y cancerbero? No. Estaría reservado para nuestra época. “Un delantero” opinaba con mucho tino que, tratándose de un deporte internacional, lo mejor era organizar un concurso de traducción, para lo que era necesario nombrar “un Jurado, formado por individuos de todos los clubs, que dictaminase unánimemente dicha adaptación” (Los Deportes, 19.1.1902).

No cuajó la idea.

los deportes 19.1.1902.

Antonio Serra sería el primero, si las cuentas no me fallan, en proponer la adaptación del término foot-ball al castellano. Lo hizo en un artículo titulado Notas de Sport en La Vanguardia. El criterio utilizado fue fonético. Foot-ball quedó en fut-bol sin tilde y con guión. Lo hizo el 17 de enero de 1903. Estas fueron sus palabras:

“El presidente de la Asociación foot-ball (fut-bol) Clubs nos ha comunicado además que dicho Tribunal -que se ha formado para entender en todos los asuntos difíciles que pueden suscitarse en el juego en cuestión- ha organizado un concurso de fut-bol asociación exclusiva para segundos bandos en los clubs constituidos en España”.

La de polémicas que se habrían evitado si el conjunto de los cronistas hubiesen aceptado el término propuesto por Serra: fut-bol. De ahí a fútbol solo quedaba un sencillo pasito. La revista El Cardo publicaría un artículo de Antonio Viada, titulado “Lo que es sport”, dedicado a explicar el significado de distintos términos ingleses relativos al deporte, empezando por el de sport. Entre los sports citados por excelencia citaba los “partidos de foot-ball”. Con relación al adjetivo deportivo aseguraba que había desterrado al exótico sportivo, pero no era verdad. Seguía usándose con prodigalidad. Por el contrario, el sustantivo deportista no había logrado arraigarse, ni proscribirse el anglicismo sportman. (El Cardo, 15.6.1903). En ese mismo año, apareció su libro Manual de Sport. La primera obra técnica del deporte español.

Lo anunció la importante revista Gran vida, el 1 de diciembre de 1903. Su precio 8 pesetas. Inasequible para cualquier obrero. Era tres veces su sueldo.

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Fuente: el Cardo, 8 de mayo de 1900, pág. 18
granvida. 1.12.1903. viada libro
(1.12.1903)
Viada
La Ilustración Católica Española
30 de enero de 1898, pág. 12

Viada hizo un recuento exhaustivo de términos ingleses a los que transcribió al castellano. Entre ellas figuraban: golpe franco, guarda de meta, guardián, fuera de juego, dribbling, meta, pasar, puntapié, rincón (corner).

Pero no terminó con la especulación lingüística que siguió tan fresca como en el primer día.

El gol de Mariano de Cávia

Tanto es así que en 1908 la polémica armada fue de órdago. Y ello ocurrió con la palabra football, a la que ya Antonio Serra había propuesto la adaptación al castellano de fut-bol. Pero ni caso. El saque de honor de la disputa le correspondió al escritor Mariano Francisco de Cávia, alias Sobaquillo -así firmaba sus artículos taurinos en la revista La Lidia (1895)-, exactamente el 1 de agosto de 1908, con un artículo publicado en El Imparcial, titulado “El Balompié”, la apuesta semántica-sustitutoria del término inglés.

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Retrato de Mariano de Cavia en 1989.

La revista quincenal España y América, editada por los padres agustinos, interpretó aquella salida como fruto del liberalismo. Lo juzgaron como un regalo al aniversario de la revolución de la Gloriosa de 1868. Estas fueron sus palabras: “Fraternizando todos y bailando al son de la matchicha, les ha parecido de perlas a los periódicos el aniversario de la Gloriosa y a este fin Cávia, el del balompié, ha propuesto al sentimiento liberal y español que con tal motivo se balompedee en este mes de lo lindo” (España y América, 1.9.1908).

La revolución de La Gloriosa o revolución de septiembre -se la conoce también por la Septembrina-, fue una sublevación cívico-militar que terminó con el reinado de Isabel II y dio origen al llamado sexenio democrático (1868-1874), dando paso a la monarquía parlamentaria y, posteriormente, a la I República.

La polémica caviana sacó a relucir las esencias patrias ocultas de algunos escritores e intelectuales. El hecho de que tal polémica fuese considerada de vital importancia y, sobre todo, nada “baladí” tenía su retranca si se repara en que la palabra baladí, de origen árabe, significa “nacional”, “del país”, opuesto a extranjero, de ahí que lo que venía de lejos o de fuera se considerase mejor, porque era más caro o más exótico. Al contrario de lo que sucedió con football que, aunque procedía de Inglaterra, el término se puso en la picota por parte de algunos genuinos españoles. La anglofilia nunca fue una de nuestras virtudes patrias.

Pero el origen de la polémica no tuvo nada que ver con el aniversario de La Gloriosa. Lo dijeran los Padres Agustinos o los Jesuitas. Ni tenía que ver con la política, fuese liberal o conservadora. O sí. Porque desde El País, además de recordar que la Gloriosa “fue precursora de días mejores, triunfos que nuestros abuelos no llevaron al fin, dormidos en la victoria y víctimas de las preocupaciones religiosas de aquel tiempo, victorias que nuestros padres no han conservado por su censurable debilidad y que nosotros los jóvenes con nuestra pedantería y apartamiento de las luchas vamos perdiendo palmo a palmo”, concluirá: “¡Adelante demócratas, no consintamos que el gobierno reaccionario y sus adláteres jueguen al balompié (antes football) con nosotros!” (El País, 30.9.1908).

No era nueva esta interpretación. El republicano Ricardo Macías Picavea, discípulo de Salmerón, ya había situado el idioma castellano “categóricamente entre los primeros idiomas humanos de la cultura y la civilización del mundo: prueba concluyente y de cierta superioridad de la raza que lo ha formado y lo usa” (Macías, El problema nacional, Hechos, Causas. Remedios, Madrid, 1899). Casi nada.

Pero el origen de la propuesta fue más prosaico que todo eso. Cávia fue requerido por unos jóvenes deseosos de poner nombre a su asociación deportiva para practicar el foot-ball y, queriendo dar un nombre español a ella, se encontraron con que el término inglés les resultaba intraducible. El escritor, partiendo del significado de la palabra inglesa formada por Foot, (pie), y Ball (balón) -este con el significado que le daba el diccionario de la RAE: “Pelota muy grande de viento-, concluía que “el término no solamente no es intraducible, sino que al traducirlo al pie de la letra -ya que el pie toma tanta parte en ese juego- nos encontramos con un vocablo español de la más clara significación y de la más castiza estructura”. Consideraba que decir Piebalón sería una traducción servil y fea, sobre todo, teniendo en cuenta la existencia de castizas palabras españolas donde el noble pie aparecía con suma elegancia, como en buscapié, hincapié, rodapié, tirapié, traspié… Así que Cávia no se lo pensó más y propuso balompié. Y lo hizo con la esperanza de que la palabra se convirtiera en voz corriente. Terminaba diciendo que brindaba “esta modesta “ideica” a los cronistas deportivos en bien de la pureza y riqueza de esta habla española”. ¡Ah, la pureza del habla española! ¡Como si esta existiera! 

Y concluía: “¿No es esto mejor que decir fuból, como dicen los más, diciéndolo torpemente y sin saber lo que se dicen?”. Como padre de la criatura le dirá: “¡Fortuna te dé Dios, hijo! (El imparcial,1.8.908).

Y así empezó su recorrido, cuyos rifirrafes se hicieron extensivos para describir el aspecto cochambroso de la política del país. Así, en el periódico La defensa, retratando los rifirrafes entre las facciones políticas del momento, se aprovechará del discurso deportivo para decir: “De nada ha servido que lo mismo los socialistas que los republicanos, que los moretistas “tres cepas” hayan jugado al balompié, al volapié o a la esperomaquía con la idea del bloque” (10.9.1908), culpando de todo esta telaraña a Canalejas. Lo que era muestra de que el debate footballista estaba ya en boca de todos.

Contrataque por las bandas

Al día siguiente de esta propuesta, el poeta Carlos Miranda respondió a Cávia en El Liberal con un artículo titulado ¿Balompié, Bolapié, bolopié? El mismo dirá que lo suyo es un “deslavazado alegato”. No seré yo quien lo contradiga. Recordaba que el balón inglés tenía un arranque etimológico en el ballon francés. Por lo que venía a decirle que el anglicismo football lo iba a sustituir por un galicismo.

EL IMPARCIAL, 2.8.1908,miranda
El Imparcial, 2.8.1908

Miranda reflexionaba sobre los idiomas aglutinantes, considerados como “sorprendentes y curiosos”. Fue Humboldt quien utilizó por primera vez esta palabra para clasificar las lenguas por su morfología, en aglutinantes y fusionantes. Distinción un tanto forzada si se tiene en cuenta que aglutinar significa pegar una cosa con otra y fusionar, unir, juntar, mezclar.

Lo raro era que un poeta calificase los idiomas aglutinantes como “sorprendentes y raros”. Todos los idiomas, sean aglutinadores o fusionistas, son una maravilla de la inteligencia humana y son raros para quienes los ignoran, como sucede con cualquier realidad, sobre todo con la del otro, con el que viene de fuera, el chivo expiatorio. Y la cosa no es banal. Se empieza calificando de sorprendente y rara una lengua, se sigue estigmatizándola y se termina por asesinar a quienes la hablan.

Como ejemplo de lengua aglutinante, Miranda estampaba la palabra alemana “Deutschedampfschiffabrtegesschlachaft” (compañía alemana de navegación a, de o por vapor.”. Pero, por si se hubiese olvidado, añadía con razón que “nosotros hubimos de entrar de hoy y coz y hubimos de caer de cabeza al pozo del aglutinamiento, aglutinación o de aglutinatismo”. Cierto. Y citaba las palabras taquígrafos, estenógrafo, dactilógrafo. En definitiva, los mecanismos lingüísticos de composición, derivación y parasíntesis los presentaba como muestras de aglutinamiento tan habituales en la lengua española, a pesar de Humboldt que la consideraba lengua fusionante y no aglutinante como el vascuence o el turco.

A la propuesta de balompié, Miranda le encontraba serios inconvenientes: etimológicos y filológicos, ortográficos y fonéticos. El término que él proponía era “bolapié y a jugarlo bolopedar y bolopedista, al acto o juego y el actuante o jugador” (El Liberal, 2.8.1908).

El País -diario republicano progresista, fundado por Salmerón-, sin tantos estreñimientos lingüístico, dirá tajantemente: “No se dice football. Dígase balompié”. Y añadía: “Aceptamos el vocablo que deben todos los periódicos propagar, dar aire, lanzar con brío a la cabeza del vulgo, que se pirra por extranjerizar”. Por decreto.

Hasta aquí el periódico republicano se limitaba a posicionarse respecto al término. A continuación, sus reflexiones se internaban por la banda -no se sabe bien si por la izquierda o por la derecha-, de la política. Y así, sin venir a cuento de la polémica suscitada, dirá: “Cuando España era grande, castellanizaba nombres propios: Aquisgrán, Burdeos. A medida que se ha ido empequeñeciendo deja de castellanizar vocablos extraños y pone empeño en pronunciar a la francesa, a la inglesa o a la alemana los nombres de personas y de cosas. Se llega al ridículo en este prurito”. Sin duda.

Y, luego, añadía: “No hay señal mejor que esta del lenguaje para medir la fortaleza o decadencia de un pueblo. ¿Cuándo se ha iniciado y vigorizado el nacionalismo catalán? Cuando era grande en Cataluña el sentimiento de la patria española, en castellano escribían sus literatos y hombres de ciencia. La lengua no basta, ciertamente, para crear nacionalidades; pero es elemento principalísimo de su consistencia y vigor”.

¿Más todavía? Más. Sin venir a cuento recordaba que “Unamuno, combatiendo el vascuence hizo más contra los bizkaitarras que todas las leyes especiales habidas y por haber. Así que bien está el balompié que Cavia ha compuesto” (3.8.1908). Lo que eran palabras más que aglutinantes, acojonantes.

Unamuno en los Primeros Juegos florales de Bilbao, celebrados el 27 de agosto de 1901, fue su mantenedor y en la conferencia que dictó pidió a sus coterráneos que enterrasen el euskera por inútil:

“El vascuence se extingue sin que haya fuerza humana que pueda impedir su extinción; muere por la ley de vida.  No nos apesadumbre que perezca su cuerpo, pues es para que mejor sobreviva (…). En el milenario euskera no cabe el pensamiento moderno. Bilbao hablando vascuence es un contrasentido. Y acaso esto nos dé ventaja sobre otros, pues nos encierra menos en nuestra privativa personalidad, a riesgo de empobrecerla. Tenemos que olvidarlo e irrumpir en el castellano, contribuyendo a hacer de él, como de núcleo germinal, el español. Enterrémoslo santamente con dignos funerales embalsamado en ciencia; leguemos a los estudiosos tan interesante reliquia” (El Liberal, “Un discurso de Unamuno”, 28.1.1901).

UNAMUNO
Unamuno

Unamuno fue aplaudido y abucheado no sé si a partes iguales o de forma equidistante, como algunas interpretaciones de la memoria histórica de ahora, pero seguro que lo fue únicamente por razones políticas en ambos casos; nunca lingüísticas.

Sigue la presión por el centro

Luis Zozaya era madrileño. Nacido en 1880, fue socio fundador del Real Automóvil Club de España. El Madrid Foot-ball Club lo nombró socio honorario. Según Narciso Masferrer, fundador de El Mundo deportivo, “tenía una manera especial de decir las cosas en un tono agridulce que cautiva al lector desapasionado, pero que zahiere al interesado” (El Mundo deportivo, 14.3.1912).

En 1910, invitó a todos los clubs españoles de foot-ball a integrase en una Federación Nacional. Nadie se preocupó de su propuesta, ni recogió su brillante idea. Y eso que en 1910, Cataluña contaba con su Federación Regional, lo mismo que Galicia, donde figuraban casi todos los clubs (Los Deportes, 5.1.1910).

los deportes, pro federacion 1910

En Heraldo de Madrid, intervino con un artículo titulado Balompié y Bolapié.

Dirá que “ya que hemos españolizado el mitin, interviú, voltio y otras palabras propongo se lo llame fotbal, quitando letras inútiles”. Y en un tono más que humorístico, sarcástico, afirmaba que “al polo bien se le podía llamar bolhipomazo, al fin y al cabo, en dicho juego intervienen bola, caballo y mazo”.

Ya más serio dirá que “lo de balompié, pase, pero de ningún modo el bolapié ni el bolopié. La bola debe ser esférica” -con el tiempo se dirá dar patadas al esférico- y “al football se juega con balón o pelota esférica (el association) y con balón ovalado, de forma de huevo (el rugby), luego la bola puede no existir, y no existiendo, adiós volapié”. Y ballon, recordará a Miranda, “es aumentativo de Balle (pelota)” (3.8.1908). Directa a la escuadra.

heraldodemadrid. 3.8.1908. luis zozaya
Heraldo de Madrid. 3.8.1908

Zozaya, como Serra, optará por fotbal lo que revelaba su buen olfato lingüístico, sin entrar en milongas patrióticas, limitándose a aprovecharse de la eficacia económica de la lengua para ciertas empresas. Tampoco mostraba remilgo alguno a la hora de defender el empleo de la palabra sport para referirse a los deportes en general, motivo por el cual solicitaría su inclusión en el Diccionario español, “por creerla bastante universalizada para merecer en nuestra Patria derecho de ciudadanía”. (El Mundo Deportivo, 14.3.1912).

Mariano Francisco de Cávia en nuevo artículo titulado “El balompié en marcha” volverá sobre sus regates lingüísticos sosteniendo que “hasta quienes han tomado la palabra en sus labios malignos para ponerla en solfa se han familiarizado con ella involuntariamente. Y ya no les caerá la boca cuando escuchen la menor referencia al futból o al fotbál como dicen al estilo de cotorras inconscientes muchos secuaces del Vicente de la Recua, barón de Reata” quien sostenía que “si el balompié se pusiera de moda también él españolizaría el football”.

Sin embargo, será la palabra fútbol la que se imponga sobre la de balompié. Preferencias del vulgo. Y lo de llamar “cotorras inconscientes” a quienes propusieron las palabras fútbol y fotbal para sustituir a football -caso de Serra y Zozaya y otros-, tendría con el tiempo el efecto boomerang que no dejaría en buen lugar el olfato de Cavia. Lo tuvo a nivel lingüístico, pero no parecía que en esta ocasión acertarse con la tendencia del populacho. De hecho, y con el tiempo, todo el orbe futbolístico se poblaría de cotorras hablando de fútbol y muy pocas de balompié.

En cuanto a la intervención de Carlos Miranda, Cavia la calificará irónicamente de “amena y vaga filología”, respondiendo que “aquí no se trata de bolos ni de bolas, sino de balones. Balón con todo su abolengo francés es ya palabra tan española como cadete, edecán, furriel, clisé y mil más”, Terminará diciendo que “el balompié es un juego recomendable siempre y cuando no haya brazos rotos, piernas quebradas y chichones” (El Imparcial, 5.8.1908).

Miranda ya no volvería a balopedear con Cavia, pero el poeta, pasado un mes, aprovechará la presentación de su drama La mala sangre para devolver la patada recibida en la espinilla de su orgullo con estas palabras: “Este drama comprimido lo saqué del teatro de la vida para llevarlo a la scéne, como dicen los sabihondos que “dominan” el francés y saben lo que es reprise y edecán y neceser y petimetre y gendarme y bulevar, toaré y mamelucoY como dirían también los no menos “sabidores” que manejan el inglés a gusto convierten el football en balompié” (Nuevo Mundo, 3.9.1908).

Metiéndose en el barrizal del patriotismo lingüístico y no solo, Cavia recordará con sarcasmo que los ingleses, “cuando se anuncia en Gibraltar una función taurina en Algeciras, la plaza de toros la convierten en Bullring y se quedan tan campantes. Así que lo menos que podemos hacer nosotros es convertir el football en balompié”.

Cerrará su artículo con su habitual ironía: “Para cortar tales cursilerías sale a la plaza el balompié: para pelotear en castellano y para que el equipo a la española no se deje vencer por ningún team extranjero”.

Eso. Aplausos en el campo.

Julio Cejador Frauca en órsay

El 8 de agosto le tocó fajarse en esta polémica al aragonés Julio Cejador Frauca. Lo hizo con un artículo titulado “Y dale al balompié”, publicado en El Imparcial. En 1912, formará parte de su libro Pasavolantes. Colección de artículos. Reconocerá que “se mete donde nadie le ha llamado con el fin de deshacer los entuertos creados” por la propuesta de su amigo y coterráneo Mariano Cavia, al que advertirá: “Verá mi amigo Mariano cómo le guachapeo en dos reveses esos tres escrupulejos, indignos de su agudo caletre”. Eso era lo que se creía. Ingenuo.

cejador
Cejador

Cejador se extiende en consideraciones lingüísticas acerca de cómo funcionan las traducciones de palabras extranjeras al castellano, menudencias que cualquier gramático al uso conocía. Llevado únicamente por su oído dirá que la palabra balompié le resulta “renqueante”, mientras que, guiado por su olfato, observará que los derivados piebalonear, piebalonista son más sencillas, sí, y mucho menos malolientes que balompedar, balompedista o balompear y balompeísta.

A Miranda le recordará que balón o ballon no son variantes de bola, ni de bolo, ni tiene nada que ver con ellos, ni por la etimología, ni por la clase de juego a la que hacen referencia. En cuanto a Bolapié o bolopié, sugería que “vendrán bien para expresar otro deporte que acaso Miranda invente con el tiempo y que consistiría en dar con el pie a la bola o a los bolos del juego de aldeanos, aun a pique de lastimarse los dedos del pie y de echar a perder las botas”. Nada concluyente.

Y, si Miranda apostaba por Bolapié, eso demostraba su poco conocimiento del Diccionario, toda vez que la palabra “a volapié” ya existía con el significado de “mal encaminado”. Por el contrario, Cejador juzgaba la propuesta de El País como “la más honda”, pues aúna “cierta doctrina lingüística acerca del neologismo y del casticismo. España es un acólito tímido y tembloroso que repite cual doctrino imberbe el salmo que le entonan al otro lado de los Pirineos”.

En cuanto a sus preferencias, dirá que Piebalón y balompié pueden decirse en limpio castellano y aunque “prefiero el primero en razón de los derivados más fáciles bien olientes y castizos que balompedar balompedista o balompedero celebraré que se vulgarice el segundo por ser obra de mano tan amiga con tal, claro está, que el pueblo le dé su visto bueno”.

El golazo de Jacinto Benavente

El día 10 de agosto, intervendrá el dramaturgo Jacinto Benavente. Dirá que “cada vez que hable por cuenta propia, dirá balompié y no football”. Con un matiz diferenciador: “El balompié merece todos mis respetos, más en gracia a su ilustre progenie, que por su propia gracia”.

Luego, preguntará: “¿Qué méritos se pueden hallar en un juego como el football que más parece expansión de potros luchando en el prado, para otorgarle carta de naturaleza que otros más lucidos ya airosos no lograron?”. Sin embargo, en el párrafo siguiente se declarará, como Zozaya, partidario de la palabra fuboll. Con estas palabras: “Declaro que el fuboll tiene toda mi simpatía; fuboll me encanta. Me parece nacido en el mismo arroyo de Embajadores. Y, si con cariño se pronuncia, veréis como suena dulcemente y desentonaría menos en cualquier composición poética que el balompié o el piebalón académicos. Confieso que el fuboll me disuena menos que muchas palabras de esas pergaminosas con que a cada paso nos recuerdan muchos escritores del día” (El Imparcial. Hoja del Lunes, “De sobremesa”, 10.8.1908).

Pues ya ven. Fue Benavente, siguiendo el reguero de lo que decían estos periódicos consultados, quien, junto con Serra, Zozaya, propusieron la palabra fuból, que luego quedó en fútbol. Hasta hoy.

Antes de eso intervendrá el ubicuo Azorín. Lo hará en Diario de Barcelona y el Diario de Reus reproducirá su artículo: “Estos días se anda inventando una palabreja que traduzca el juego del football. ¿No tenemos aquí la voz esperomaquia? ¿Qué es jugar con una pelota de viento sino esperomaquia?” (El lamiznero español, 11 y 12.8.1908). Era lo que faltaba. ¡Esperomaquia!¿Imaginó en algún momento Azorín los problemas que dicha palabra podría ocasionar para encontrar sus correspondientes derivados futbolísticos? ¿Esperomaquistas? ¿Esperomaquiar? ¡Uf!

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Azorín

Seguro que Azorín conocía la palabra esperomaquia gracias a un reportaje publicado en 1885 en la Revista Contemporánea. En él se hacían consideraciones eruditas sobre los distintos juegos que practicaban los griegos y latinos. Al hablar de la pelota dirá que “era de cuero, su magnitud estaba entre la pequeña pelota y la mediana; fue ejercicio tan difícil que solo convenía a los hombres robustos y de ningún modo a las mujeres, ni mozos de débil complexión y escasa fuerza. De este juego en sus diversas especies se derivó en la Edad Media el titulado calcium, que conservaron en Italia los florentinos, pratenses y lironenses y que también se conoció en la antigüedad con el nombre de esperomaquia” (Año XI. Tomo LVIII. Volumen 3, 15.8.1885).

El semanario satírico Gedeon, subtitulado como “el periódico de menos circulación de España”, también, aportó su grano de sal gruesa a esta polémica: “Desde hace poco tiempos nos perecemos por toda clase de juegos de sport. La educación inglesa nos ha traído el foot-ball, el criket, el golf y otras tonterías por el estilo. Tan extendido se halla estos deportes que el gran Cavia se ha creído en la necesidad de traducir sus nombres al castellano. Ya se ha traducido el del football llamándole balompié y hay que reconocer que la traducción está muy bien hecha si admitimos que la palabra balón sea castellana, lo cual es bastante admitir (Gedeon, 16.8.1908).

GEDEON

La buena colocación de Andrenio

Andrenio -Andrés Gómez Baquero-, entró en el campo del debate el día 18. Su fragmento más acorde con la materia discutida tomará esta dirección: “Cavia, el gran Cavia, pretende que al football o futboll le llamemos balompié. Pero sale Azorín y dice: “¿A qué viene eso de balompié? ¿No tenemos aquí la voz esperomaquia? ¿Qué es jugar con una pelota de viento, sino esperomaquia?

Y en tono sarcástico añadía: “Ya lo saben los socios de los clubs de football. Lo que hacen es cultivar la esperomaquia. ¡Y ellos que no lo sospechaban! Lo mismo da balompié que esperomaquia, salvo que esta es pedantesca y ridícula. La gente entiende lo que es jugar al football, pero no sabe lo que es consagrarse a la esperomaquia o emprender una partida de balompié. Claro que las gentes se acostumbra a decir balompié y aun esperomaquia”.

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Andrenio

La conclusión, más que sabia, sensata, de Andrenio será: “Lo más sencillo es hablar de modo que le entiendan a uno y aplicar a otros usos más práctico el patriotismo. ¿Qué importa que el football tenga un nombre extranjero si él mismo es un juego extranjero?” Terminaba aceptando que “balompié es una palabra eufónica, sonora, onomatopéyica, que suena como un pelotazo” (La Época, 18.8.1908. “Diario de un espectador. Laminerías y otros excesos”).

Heraldo de Madrid no dejará pasar esta puya de Andrenio contra Azorín y en un artículo titulado ”Pasatiempo de verano. Andrenio y Azorín”, comentará esta pugna utilizando la jerga futbolística de este modo: “Andrenio ha jugado anoche al balompié y no sabiendo qué balón utilizar se ha servido de Azorín, que va rebotando hace tiempo por todos los trinquetes de la crítica sin hallar momento de reposo. El redactor de la Época ha demostrado que manejando el pie sobre los balones Azorines que se le ponen por delante no tiene rival” ( 19.8.1908).

Estaba claro que los periódicos no dejaban pasar una pelota con tal de lanzarla al área del contrario.

¿Fin del partido?

Será Cavia quien pretenda poner punto final a la polémica. El título de su artículo era de lo más esperanzador: “El balompié prospera”. ¿Por qué? Porque en dos periódicos gallegos, como Faro de Vigo y Noticiero de Vigo, al relatar el partido entre el Porriño Adelanto F, B. C. y el Redondela F.B.C. se hablaba de un partido amistoso de balompié y no de football (El Imparcial, 19.8.1908).

Los periodistas gallegos se ufanaban de ser los primeros cronistas deportivos en haber inscrito el nombre español de balompié en sustitución de la voz inglesa. Y aseguraban que “harán lo mismo con todos los términos de los deportes”. Este gesto lo interpretaría Cavia como una “manifestación de españolismo, máxime proviniendo de una región que tiene habla propia. Y tan respetable como otras, cuyos cultivadores se muestran tan exclusivistas y presuntuosos como desatentos con la lengua reina y señora de las demás de la raza”. ¡Ah, la raza!

El Imparcial, gran voceras de la polémica suscitada, no dejaba pasar detalle que redundara en fortalecer la posición de Cavia. Y así informará: “Nos comunican desde Sevilla que se ha constituido allí una sociedad de deportistas bajo el título de “España balompié”. El periódico, que había recibido una entusiasta felicitación por su campaña a favor del patriótico balompié, correspondería por su parte a estos sevillistas “devolviéndosela muy afectuosa a los balompedistas (así se firman y hacen bien) que tienen el buen gusto de decir en español lo que la rutina y el culto cursi al exotismo apenan aciertan a decir en lengua extraña” (El Imparcial, 12.9.1908).

IMPARCIAL, 12.9.1908. BALOMPIE SEVILLA
Imparcial, 12.9.1908. Balompié Sevilla

Por su parte, Cavia comentaría la intervención de Benavente con unas palabras un tanto desabridas diciendo que “el uso empieza a hacer suyo el balompié y balompié habrán de decir cultos e indoctos, obediente al ius et norma loquendi que dijo papá Horacio. No parece sino que mis dignos cofrades tienen una especial complacencia en propagar desatinos, cuyo origen se halla en la ignorancia más grosera, fomentada y jaleas por algún burlón de pocos escrúpulos” (El Imparcial 19.8.1908).

El Liberal contaba que la Sociedad Amigos del País había organizado para “celebrar sus particulares festejos escolares y deportivos ensayar el balompié del maestro Cavia” (4.8.1908). Detalle que el baturro agradecería al día siguiente. Lo mismo sucedió en la festividad del Patronato de san Lorenzo. Para celebrar sus ferias y fiestas en El Escorial “se incluía en su programa, día 12, concierto, balompié y cinematógrafo” (El País 8. 8.1908).

El País dirá que “la sesión de balompié o piebalón fue muy animada jugando los clubs de Pontevedra y Deportivo de la Coruña, venciendo el primero por cuatro a cero” (El País, 15.8.1908). Por su parte, El Correo Español, también, se uniría a esta reivindicación lingüístico patriótica contando que, nada más y nada menos, que el rey Alfonso en sus tardes veraniegas en Santander y san Sebastián había jugado al balompié. (El Correo, 16.8.1908). Fíjate.

Vacilaciones y titubeos

A pesar de esta unanimidad, más aparente que real, en el uso de la palabra balompié, las vacilaciones y contradicciones fueron continuas. Tan pronto aparecía la palabra balompié como foot-ball acompañada de los inevitables match y team.

Por ejemplo Heraldo de Madrid titulaba su información deportiva desde Vigo con la palabra FOOT-BAll. Pero, luego, en la información interior se decía que se jugó el primer partido de balompié de la temporada, entre un equipo de ingleses, “Exiles” y otro de españoles “Industriosa”. Luego, dirá que los ingleses repetidas veces tiraron a goal y que ganaron por siete goals (26.9.1908).

Poco a poco la propuesta de Cávia perdería vigor e intensidad. Desde luego, el efecto de esta polémica no fue lo que el escritor patriótico se esperaba. En Cataluña, por ejemplo, el 28 de noviembre de 1908, en el periódico La Vanguardia se anunciaba:

“Mañana se celebrará un partido de “football” entre el F. C. Barcelona y el “A .G. Galeno”. El match tendrá efecto en el campo que pose el A. C. Galeno junto al hospital Clínico a las tres en punto de la tarde” (La Vanguardia, 28.11.1908). En la revista Madrid científico de 1908 se afirmaba que “en Filadelfia se ha llegado a organizar partidas de foot-ball o balompié como ha impuesto Cávia o piebalón como, con mejor sentido, prefiere el Padre Cejador”.

MADRID CIENTIFICO, 1908
Madrid Científico, 1908

Pero la palabra football se resistía a desaparecer. Veamos algunos ejemplos. En plena campaña de la polémica anunciada, mientras los equipos seguían denominándose club de footbal de…, jugaban no obstante al balompié. Así, por ejemplo, y no fue el único caso, sino la mayoría, El Liberal anunciaba, en su titular “Balompié”, pero, luego, decía que tres equipos de la Sociedad Gimnástica España y tres del Madrid Foot Ball Club jugarán mañana un interesantes match” (12.9.1908). Lo que resultaba un poco paradójico. Si se porfiaba tanto por sustituir balompié por foot-ball, ¿por qué usar match y team en lugar de partido y equipo, respectivamente?

En Navarra, siempre p´álante, la prensa ni siquiera recogió la polémica que tan esforzadamente se litigó entre catalanes y los madriles. De ahí que sus informaciones jamás dieron opción a la palabra balompié o piebalón. Lo habitual era leer:

“Varios jóvenes de esta capital, aficionados al sport, proyectan constituirse en sociedad para dedicarse al juego llamado football. Ya han comenzado a ensayarse en esa nueva fase del pelotarismo, habiendo celebrado en la plaza de toros dos machts (sic) el domingo  y lunes de Pascua y han pedido un reglamento a Madrid. ” (Diario de Navarra, 6.4.1904).

Pero no solo. Ricardo Ruiz Ferry, en La Ciudad Lineal, decía: “Mariano de Cavia, el maestro de maestros, nos ha impuesto este vocablo, en sustitución del nombre auténtico de juego nacional de Inglaterra. Ya no diremos football diremos balompié y con toda sinceridad rogamos a nuestros lectores olviden el nombre inglés. Parece ser que cuando España era poderosa españolizaba multitud de nombres extranjeros… si a tan poca costa hemos engrandecer a España vengan traducciones, pero que las haga Cavia (7. 8.1908). Sin embargo, este cronista deportivo no tardó en anunciar que “el elemento moderno de la Gimnástica Española trabaja sin descanso y que muy en breve comenzarán los ensayos de football (balompié) en nuestro velódromo” (17.9.1908).

Más ejemplos anglicistas: Por ejemplo, he aquí las fotografía del equipo de Alcalá F. B. C. reproducida en 1908 por el periódico El País. Aseguran que se fundó en 1908, pero, con toda probabilidad, vendría funcionando como asociación deportiva desde años anteriores. Eso sí con el nombre de Foot-ball Club Alcalá

alcalá f.b.c.

En Navarra, que estaba aún en el inicio de su afición sportiva, lo habitual era leer estos filetes periodísticos:

“La sociedad deportiva “Pamplona Football club” proyecta organizar un concurso de football para las próximas fiestas de San Fermín” (DN. 28.5.1909)

“Anteayer tuvo lugar en la Medialuna el match de football entre varios aficionados de esta ciudad (…) ganaron los que iba de blanco por dos goals contra uno” (DN. 16.3.1909).

“La sociedad de Football Racing Club de Irún ha contestado a la invitación del Pamplona Foot Ball Club diciendo que tomará parte en el concurso de san Fermín. Se esperan las contestaciones de otras distinguidas sociedades deportivas” (Diario de Navarra, 23.6.1909).

Y así hasta el infinito.

La revista Nuevo Mundo -donde escribía Andrenio y Miranda- reproducía una fotografía del Barcelona y como pie de foto decía: “Primer equipo del Football Club España, de Barcelona, campeón de España, Cataluña y Pirineos Orientales”.

Y, dando un salto en el tiempo, en abril de 1936,se dirá que el Real Madrid y el Club Atlético Osasuna no jugaron un partido de balompié, “sino un match de football, Y los defensas no eran zagueros, sino backs. (DN. 22.4.1936).

dn. 22.4.1936
DN. 22.4.1936

Claro que no se sabía qué era mejor o peor, si lo que acabo de decir, o lo que el 1 de diciembre de 1900 se anunciaba en una publicación; “A las tres de la tarde, en el campo del Hotel Casanovas, jugarán el Hispania Atlhetic Club y el Barcelona Football Club. El team del primero era: “Samuel Morris (goal keeper), E. A. Brown y Juan Soler (backs), José Ortíz, Carlos Soler y Miguel Sanmartin (halfbacks), Enrique Morris, Binek, Gustavo Green (cap.), Alejandro Loig y Bolman (forwards) (La Dinastía, 1.12.1900).

Menudo galimatías.

Tal vez por ello, la revista antimodernista Gente vieja no se anduvo con muchos atajos y mandaba estos juegos al infierno por “tontos y poco inocentes”. En su opinión, y en tono humor negro, sostenía: “Deberían prohibirse el football y el tournement. Bastante tenemos con el sport de los tranvías y de los automóviles para acabar con la humanidad” (10.6.1902).

gente vieja portada

Tiempo de prórroga

La importancia de esta polémica no pasó desapercibida para los forofos del fútbol. Nunca una palabra extranjera despertó tanto interés en la sociedad, ni discutida públicamente. Tiene su particular curiosidad que la Real Academia de la Lengua Española no interviniera en la polémica. Pero los diccionarios, sin embargo, ya venían reflejando que la palabra ball derivaba del indoeuropeo con el significado de inflar.

Consta que el 3 de marzo de 1916 intervino la Real Academia, aunque no por iniciativa propia, sino gracias a la propuesta que le hiciese quien era presidente del Real Madrid, Pedro Parages. Pidió a la Academia que españolizara la grafía de la palabra  fútbol pues ya formaba parte del acervo común. Pero ya se sabe que los asuntos de palacio van tan lentos como los bueyes capados al abrevadero. En 1922, la institución de limpiar, fijar y dar esplendor a las palabras, autóctonas o bárbaras, pudo, por fin, dedicar unos minutos de su preciado tiempo para debatir tal asunto. Fue Gabriel Maura Gamazo, conde de la Montera, presidente de la Federación Española, desde 1916 a 1920, quien consiguió que se aceptase la palabra futbol, sin tilde, algo que ya habían propuesto a su manera Serra y Zozaya hacía una década.

Pero, como ocurrió con la proposición de estos dos precursores, la petición de Maura ni prosperó ni llegó a generalizare. De hecho, cuando se celebren los partidos en los que se lidiaba la Copa de España, la Copa del Presidente de II República y la Copa del Generalísimo, seguían utilizándose palabras inglesas. Para mayor confusión, los periódicos, utilizabanr unas veces futbol y otras football, match y goal. Con un par.

El trofeo que entregó el presidente de la República en 1933 al campeón de España, que fue Bilbao, lo fue por haber ganado un match de football y hacerlo por  dos goals a uno Las distintas imágenes reproducidas y ya no digamos el contenido de sus crónicas interiores dan noticia del evento.

cronica. 25.6.1933, final bilbao -madrid
Final Bilbao- Madrid. 25.6.1933
as, 26.6.1933. goal del madrid
mundo grafico 28.6.1933. bilbao campeon
Bilbao campeón. Mundo Gráfico 28.6.1933

La última final de este campeonato durante la II República, el correspondiente a junio de 1936, La Vanguardia se refirió a él como “match decepcionante” y los “goals” fueron marcados por Eugenio, Lecúe y Escolá”,

la vanguardia.23.6.1936

Como anécdota, recordaré que Ricardo Zamora recibió el trofeo de manos de Mariano Ruiz-Funes, ministro de Agricultura del gobierno de la II República. Este, que acudió a Mestalla en lugar del presidente Manuel Azaña, fue muy sincero cuando le preguntaron lo que le había parecido el encuentro: “No quiero opinar porque no conozco el fútbol, y yo únicamente hablo de lo que entiendo” (La Vanguardia, 23.6.1936). Por fin, un hombre sensato.

He aquí unas imágenes del acontecimiento; una, del Madrid celebrando el triunfo en el Ayuntamiento; y la otra, una imagen divertida del evento:

AHORA. 28.6.1936, MADRID CAMPEON
Madrid campeón. 28.6.1936
CRONICA. 28.6.1936. MADRID CAMPEON CHISTE
Crónica. 28.6.1936. Viñeta Madrid Campeón
abc 1938

Ya en plena guerra civil, diciembre de 1938, el periódico ABC de Sevilla, utilizaba sin complejos la palabra fútbol. Y, al comentar, la Copa del Generalísimo, aun sin haber terminado la guerra, comentaba que “el Comité Nacional de la Federación Española de Fútbol, en reunión celebrada el 20 de octubre pasado, tomó el acuerdo, dada la magnífica normalidad que se disfruta en la zona liberada, de celebrar una competición nacional por eliminatorias entre los clubs regionales clasificados. A esta competición se le ha dado el nombre de Copa Generalísimo por disputarse en ella como trofeo máximo una valiosa donada al efecto por el Caudillo (…) Intervendrán las siguientes regiones: Guipúzcoa, Vizcaya, Galicia, Cantabria, Navarra, Aragón Castilla y Andalucía (…) Se hacen gestiones para que un equipo de la zona española de Marruecos tome parte en la eliminatoria de los clubs andaluces. La consecución de este propósito supondría un éxito. Por la clase de los equipos hispanomarroquíes y por plasmar en hermandad deportiva la comunión espiritual que en estos momentos históricos de Cruzada contra el materialismo mongólico funde a españoles y marroquíes” (Abc, 2.4.1938).

Apenas terminada la guerra, esta copa la ganó el Sevilla y fue el general José Moscardó Ituarte, en nombre del Dictador, quien la entregó al capitán del equipo hispalense.

moscardó 1939
Moscardó 1939

Y, tras la guerra, El 20 de diciembre de 1940, una Circular de la Federación, en su apartado quinto, dictó la desaparición de esta nomenclatura inglesa: ”En virtud de la disposición dictada por el C.O.E.C.N.D. y de acuerdo con las disposiciones superiores, todos los clubes sujetos a la disciplina de la Federación procederán a suprimir de su denominación todo vocablo extranjero y a reformar aquellas cuya construcción no sea gramaticalmente correcta en nuestro idioma. Por ejemplo, no podrán utilizarse la denominación “X Fútbol Club” sino “X Club de Fútbol” o simplemente “Club X”, ni tampoco los vocablos Racing, Athletic, Sporting, etcétera, que deberán ser sustituidos por las castellanos correspondientes”.

Esta circular no hizo sino adaptar el contenido la Orden del 16 de mayo de 1940, firmada por Serrano Súñer, que reproduzco.

orden 16 mayo

Hasta el 18 de julio de 1972 se mantuvo dicha normativa. A partir de esa fecha, el club que lo deseó pudo recuperar su antigua nomenclatura. En cuanto al inolvidable término balompié de Mariano Francisco de Cavia se mantuvo en el Betis, que sigue llamándose Real Betis Balompié. También, lo hizo el Albacete y la Balompédica Linense.

Para concluir, habrá que recordar que, en 1971, el buen escritor Jesús Castañón Díaz al evocar los hechos más sobresalientes ocurridos durante este 1908, relativos al fútbol, citará la campaña de Cavia con estas acertadas palabras: “Se intentó españolizar lo de football transformándolo en fútbol, pero no se consiguió y fracasó el intento hiperpatriótico de Mariano de Cavia que propuso llamarlo balompié” (Publicaciones Tello Téllez de Meneses, “Francisco Vighi y su obra”, Nº 30, 1971).

Ya lo dije. El asunto no era baladí. Se jugaba el prestigio español.

Polémica del año 1908: ¿'Football', 'fuboll' o balompié?