viernes. 26.04.2024
ENTREVISTA A JUAN ANTONIO MOLINA

“La poesía salvará al mundo sin lugar a dudas, es el único instrumento que nos queda para cambiar las cosas”

Periodista, escritor, poeta, ensayista, novelista, dramaturgo. La justicia poética llega a Juan Antonio Molina por su trayectoria y talento.

Foto: Paco Bernal

El polifacético intelectual -un renacentista moderno del siglo XXI por su amplía “multitarea cultural” que desarrolla a diario- ejerce de poeta, periodista, escritor, sociólogo, politólogo, consultor, amigo, padre, … y lo hace con la sencillez y la tranquilidad que le dan el haber oteado, acertadamente, la vida desde una atalaya cercana. Molina vive y respira en medio de las calles y plazas, cerca de los sentimientos del hervidero humano de donde recoge vivencias para ofrecer la excelencia de sus textos.

Paco Bernal​: ¿Cuándo y cómo empezó este amor duradero, e imagino que turbulento, con las letras, con el papel en blanco, con los silencios infinitos? 

Juan A. Molina: Por mucho que dilate la memoria en el tiempo, siempre me percibo escribiendo, desde la infancia, es casi, como concebía Cernuda la vocación poética, una fatalidad en el sentido de fatum en la vieja mitología romana, la personificación del destino, similar a la “Ananké” o “Moira” de la mitología griega. Aunque el vocablo “siempre” es peligroso por lo exhausto de su sentido, se podría decir, si el recuerdo no es frágil que siempre escribí aunque de los escritos de infancia y adolescencia creo que afortunadamente ninguno sobrevivió. No hay poetas ocasionales, ni accidentales, porque la construcción de un mundo poético requiere una especial tendencia a esa revolución semántica de la que nos hablaba Federico García Lorca cuando decía que la poesía era la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse y que forman algo así como un misterio. Eso, en definitiva es la poesía, un misterio porque es decir con palabras lo que no se puede expresar con palabras.

La poesía es un misterio porque es decir con palabras lo que no se puede expresar con palabras

Bernal: ¿Qué te ofrece la poesía que no te da la prosa? ¿Qué te da la prosa que no alcanza la poesía?

Molina: La prosa narra acontecimientos que el lector imagina envuelto por ellos, es como en el relato de Cortázar donde alguien sentado plácidamente en un sillón lee un libro en el que se describe como se acerca un asesino a su víctima hasta apuñalarla y en el mismo acto el pacífico lector cae muerto por el puñal homicida. Ha imaginado tan fielmente lo que el escritor le ha sugerido que ha terminado protagonizando el triste final. La poesía, sin embargo, no demanda la imaginación del lector sino la complicidad. Pablo Neruda afirmaba que cuando un poema suyo veía la luz dejaba de pertenecerle porque compartía la autoría con todo aquel que leía el poema, una obra lírica cambia según el lector, nadie lee el mismo poema, puesto que cada lector lo reconstruye apelando a su sensibilidad y estado emocional. Para Octavio Paz, cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro. Por ello, Pere Gimferrer pide que sus poemas antes que entenderse, interesen, puesto que en esa atracción casi magnética reside el ácido desoxirribonucleico de la poesía. La poesía, en definitiva, es el instrumento emocional del conocimiento, la prosa su espacio material.

La poesía, en definitiva, es el instrumento emocional del conocimiento, la prosa su espacio material

Bernal: ¿Vivimos malos tiempos para la lírica?

Molina: Casi siempre han sido malos tiempos para la lírica, que el mismo Cervantes lamentaba: el año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre, quizá porque, como nos advierte Joaquín Sabina, la poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuguinos de televisión. El poder suele desconfiar de la lírica porque suele empobrecerse mucho cuando tiene que transitar sin libertad y el poeta siempre es un rebelde con causa.

Bernal: ¿Cómo explicarías a los/las lectores/lectoras tu recorrido literario? Puedes repasar brevemente tus obras. ¿Por qué nacieron? ¿Qué te aportaron como autor? ¿Qué le ofrecen al lector/lectora?

Molina: Llevo publicado seis poemarios, uno de ellos premiado y publicado en México a través del Instituto Cultural de Aguascalientes del Gobierno del Estado y que espero que pronto se edite también en España. Cada poemario supone un descubrimiento intelectual apasionante que parece que siempre ha estado latente esperando el estado de ánimo o la sensibilidad adecuada para salir a la luz, es como aquella reflexión de Bécquer cuando escribía que podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía, porque todo está ahí para ser descubierto. Por otro lado está mi obra ensayística que engloba desde temáticas gastronómicas, mitológicas, políticas y últimamente biográficas con un libro sobre Luis Cernuda que espero que pronto vea la luz.

El poder suele desconfiar de la lírica porque suele empobrecerse mucho cuando tiene que transitar sin libertad y el poeta siempre es un rebelde con causa

Bernal: ¿Qué creación tienes ahora entre manos? Sé que hay obras recién publicadas y otras en redacción. ¿Nos puedes explicar cómo ha sido 2022 y cómo será 2023?

Molina: 2022 ha sido un año para mí literariamente muy fecundo, con la publicación de los poemarios: “La muerte de Voltaire” y Prometeo encadenado que presentaré en breve y he entregado a la editorial una biografía de Luis Cernuda. Espero que 2023 siga siendo igual de fértil. 

Bernal: Sé que está inmerso en su primera novela ¿nos puede adelantar algo?

Molina: Estoy terminando una novela en la que he empleado varios años y que estimo refleja un momento histórico y social de nuestro país donde se replantearon cuestiones trascendentes de la vida pública y también en lo personal teñido todo con el sesgo del desengaño y la voluntad de emprender nuevos caminos.

Foto: Paco Bernal

Bernal: Barceló dijo: para un pintor la pandemia -en la fase inicial de encierro obligatorio- no supuso impacto alguno porque vivimos encerrados en nuestra creación. ¿Cómo viviste aquel encierro entre marzo y junio de 2020?

Molina: Estoy de acuerdo con Barceló, el creador necesita aislamiento en la decantación de un mundo interior intemporal y donde el espacio desaparece ante el ejercicio intelectual de generar belleza artística; la creación es siempre hija de la soledad.

La poesía salvará al mundo sin lugar a dudas, es el único instrumento que nos queda para cambiar las cosas

Bernal: ¿Qué recomiendas a tus amigos/amigas para leer? ¿Cuándo es mejor leer poesía, prosa, ensayo, novela,…?

Molina: Sobre el género literario para adecuarlo a un momento determinado es simplemente el que apetezca al lector según su estado de ánimo. Pero es interesante que la lectura conecte con las cosas que al lector le importan, aunque el mismo lector no lo sepa con claridad porque revelan como una actitud vital que subleva para no dejarse vencer a pesar de la oscuridad. Ese es el conocimiento en definitiva convertido en literatura.

Bernal: ¿Pueden las letras salvar al mundo de este calentamiento global?

Molina: La poesía salvará al mundo sin lugar a dudas, es el único instrumento que nos queda para cambiar las cosas. Cuando miramos de forma diferente a todo cuanto nos rodea, las cosas cambian y la poesía, como Adán en el paraíso, siempre percibe las cosas como si fuera la primera vez.

Las etapas más fértiles de la izquierda en Europa se han debido a la conjunción de intelectuales y trabajadores caminando en un mismo sentido 

Bernal: En los tiempos difíciles -sociales y políticos- que vivimos, con los radicalismos de derecha acechando a las democracias ¿Cómo puede involucrarse un escritor en este proceso para mejorar la sociedad? ¿Deben los intelectuales ser vectores defensores de la democracia?

Molina: Las etapas más fértiles de la izquierda en Europa, las más imaginativas en el ámbito ideológico e identitario se han debido a la conjunción de intelectuales y trabajadores caminando en un mismo sentido transformador de la sociedad. El mismo Mayo francés fue un paradigma histórico de la concurrencia de estas fuerzas en la expansión de los valores de progreso que consolidaron la sociedad de bienestar. La realidad actual es muy distinta. Todos los avances sociales conseguidos durante décadas están en peligro. La derecha aliada con los poderes fácticos económicos y sociales ha conseguido que la desideologización y el hiato del acto político consoliden la irreversibilidad del pensamiento único y excluyente para que el debate quede en manos de la tecnocracia. Es por ello imprescindible y urgente que la izquierda reconstruya una hegemonía cultural donde la solidaridad, igualdad y la vertebración ideológica de una democracia social fuerte sean los instrumentos para la convivencia y la soberanía de los ciudadanos.

“La poesía salvará al mundo sin lugar a dudas, es el único instrumento que nos queda...