viernes. 29.03.2024

La filial irlandesa de Microsoft no pagó impuestos a pesar de que ganó 260.000 millones de euros (eldiario.es, 4 de junio de 2021) 


Santiago González Vallejo | Es escandalosa la situación y vigencia de los paraísos (guaridas) fiscales o las llamadas “soberanías de baja tributación”. Todos los poderes públicos (y los defraudadores) conocen los mecanismos por los que se defrauda, se elude o se delinque y se oculta dinero de actividades delictivas como el tráfico de armas, el narcotráfico y la corrupción.

Las multinacionales, sobre todo las tecnológicas, pero no solo ellas, hacen que sus accionistas ganen más. Compiten ventajosamente con las empresas nacionales y locales por medio de la planificación fiscal agresiva y no contribuyen al bien común. Los Estados (cómplices) quieren que sean ellos donde se fije administrativamente la sede de la matriz, con la posibilidad de arrastre en otros rubros económicos, y les dan facilidades para que dejen de pagar impuestos. No solo los generados en dicha administración fiscal, sino que, por medio del cobro de propiedad intelectual, marca, precios de transferencia, deudas con la matriz, etc., no se pague allí donde se originan los beneficios del resto de las filiales. Así, ni en un lado, ni en las demás partes, esa multinacional y sus accionistas pagan nada.

En Delaware, Estados Unidos, en un solo despacho, en el 1209 de Orange Street Wilmington, hay registradas más de 300.000 sociedades

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El libro de José María Peláez, inspector fiscal, desglosa las características de lo que la doctrina entiende por “paraíso fiscal”, expresión a cambiar, y cómo, ante el aparente escándalo periódico de los gobiernos y la presión -insuficiente- de la opinión pública, se hacen (y se desmadejan) las listas de soberanías caracterizadas por denominarse paraísos fiscales. El hecho de hacer listas de guaridas fiscales va unido a una política de restringir capacidad de obrar desde ellas a la economía normal y evitar el blanqueo de dinero. Pero, al igual que no hay una persecución intergubernamental decidida contra los paraísos fiscales, de facto, tampoco hay una capacidad (o interés) de evitar el circuito de entrada a la economía normalizada de los fondos procedentes de los paraísos fiscales.

La cuestión es que los que esconden la procedencia del dinero que hurtan a la economía normal, inmediatamente, ellos o las entidades depositarias (agentes necesarios) lo vuelven a invertir en la economía normalizada. Sobre todo, a los mismos países y a las economías más prósperas y poderosas que, por eso mismo, arrastran los pies en medidas efectivas contra los paraísos fiscales, sus multinacionales o sus ricos hacendados.

Los facinerosos del mundo, pero también las multinacionales estadounidenses o las españolas, crean empresas (con bufetes colaboradores necesarios), por ejemplo, en Panamá o en Delaware, Estados Unidos (en un solo despacho, en el 1209 de Orange Street Wilmington, hay registradas más de 300.000 sociedades) y, ocultando su identidad, llevan dinero a diferentes jurisdicciones. La mayoría de las veces, electrónicamente, para al final invertirlo en la City, en Estados Unidos, etc.

Estudios relevantes sitúan en el 10 % del PIB mundial la riqueza formalizada en paraísos fiscales

Este circuito y por qué Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Países Bajos y otros países menores son beneficiarios de este latrocinio global debiera haber sido más desarrollado por el autor de “Los paraísos fiscales” desde nuestro punto de vista. La globalización, la libertad sacrosanta del movimiento de capitales, bendecida constitucionalmente por la Unión Europea, y los agujeros de la fiscalidad nacional, junto a las carencias de los tratados de doble imposición, han incrementado exponencialmente el agujero para la economía normalizada y la capacidad fiscal de los Estados. Estudios relevantes sitúan en el 10 % del PIB mundial la riqueza formalizada en paraísos fiscales.

Peláez recopila, periodística y detalladamente, los casos más recientes de esas fórmulas evasoras o elusivas y se extiende prolijamente en las medidas antiparaíso que se están llevando a cabo. Estas tienen un impulso destacado desde la crisis de 2008. Gordon Brown, primer ministro de Reino Unido en ese momento, sugirió su prohibición (!?).

El intercambio de información es una condición necesaria, pero, si no se logra desvelar el propietario último de los activos, es insuficiente

Esto no ha sucedido, pero el G-20, los rectores de las economías más grandes del mundo, tras el escándalo de la falta de contribución fiscal de las multinacionales (aunque las distintas patronales nacionales, secuestradas por las multinacionales, no han sido adalides de este empeño) y junto a la presión pública, hizo que se encargase a la OCDE un trabajo para mejorar los instrumentos de la fiscalidad mundial. Eso ha resultado en un desarrollo de los mecanismos de compartir información automática entre las administraciones fiscales nacionales y unos acuerdos de fiscalidad mínima a las empresas pendiente de ejecutarse. El intercambio de información es una condición necesaria, pero, si no se logra desvelar el propietario último de los activos, es insuficiente, y la opacidad de los tenedores de la riqueza y las jurisdicciones que les amparan todavía son el reto a batir. 

Por eso, el libro se cierra con nuevas medidas contra los paraísos fiscales, como la de una mejor coordinación internacional y mecanismos de intervención más punitivos, cortar su capacidad de acceso a la economía normalizada, impedir la contratación de empresas y entidades financieras que hagan uso de las guaridas fiscales, e inhabilitar para cargos mercantiles o políticos a las personas tenedoras de activos en paraísos fiscales.

En definitiva, “Los paraísos fiscales”, de José María Peláez Martos, es un libro que tiene interés para quienes quieran saber el estado de la cuestión sobre las guaridas fiscales. Desde el lado técnico, sin duda, pero también con ideas sobre cómo avanzar en la erradicación o paliación de sus daños.


Santiago González Vallejo, de la Plataforma por la Justicia Fiscal

'Los paraísos fiscales', un libro revelador