miércoles. 08.05.2024
Bret Easton Ellis y Emmanuel Carrère
Bret Easton Ellis y Emmanuel Carrère

En el último mes, por diferentes circunstancias, he podido escuchar y conocer mínimamente a dos reputados escritores: el francés Emmanuel Carrère y el californiano Bret Easton Ellis. Artistas y paradigmas de dos modos de entender la intelectualidad: la europea y la estadounidense. 

Qué diferentes: ahí estaba Carrère, vestido como un pincel, con una americana azul y con una bufanda de cachemira de Hermès al cuello, la mano premeditadamente colocada bajo la barbilla mientras escuchaba las preguntas de la entrevistadora y la miraba con gesto educado pero seductor. Después, la respuesta meditada, elaborada, precisa e interconectada. Correcto en todo momento, pero no sin atisbos de suficiencia en su actitud, no sin rebatir con cierta soberbia a la entrevistadora. 

Cuando terminó la charla y comenzó la sesión de firmas, yo, en lugar de entregarle un libro para que me lo dedicase, le ofrecí una figurita de unos cuatro centímetros de altura de origen portugués, una especie de amuleto con forma de niño. “Un petit cadeau pour vous, Monsieur Carrère”. El tío se nos quedó mirando con extrañeza, a mí y al muñeco, y tras unos segundos de duda lo cogió y se lo metió en el bolsillo, sin decir nada. 

Artistas y paradigmas de dos modos de entender la intelectualidad: la europea y la estadounidense

Easton Ellis, en cambio, todo lo contrario: apareció con la misma ropa que había vestido en la sesión de firmas de la Feria del Libro de Madrid del día anterior, un polo verde que le estaba grande y unos vaqueros gastados. No paraba de moverse de la silla, no encontraba la posición. Respondía a las preguntas de Lucía Lijtmaer de una manera más cercana, más íntima, pero también más deslavazada: básicamente decía lo que le daba la gana, muchas veces sin guardar relación con la pregunta. 

Cuando se bloqueaba o no sabía qué más añadir, hacía un gesto con la mano izquierda, como diciendo: “siguiente pregunta”. Cuando, en la sesión de firmas, le ofrecí el mismo muñeco que a Carrère lo cogió, lo miró y dijo: “What´s this stupid thing, man?”, y me lo devolvió. Bueno, realmente no le di ningún muñeco porque no me quedaban, pero seguro que hubiera hecho eso. En fin, que Carrère bebía agua de un vaso, mientras que Easton Ellis lo hacía directamente de la botella: qué mejor ejemplo que ese.

Carrère versus Easton Ellis