sábado. 20.04.2024
la union y el fenix
Edificio La Unión y el Fénix

(Capítulos 41, 42 y 43)

41.- LA UNION Y EL FENIX

Poco más arriba de las Calatravas, en la esquina con la calle Virgen de los Peligros, se encuentra el edificio de la Unión y el Fénix, obra de los arquitectos Modesto López Otero y Miguel de los Santos, levantado entre 1928 y 1930, sobre el solar en el que se alzaba el Palacio de Torrecilla, obra de Pedro de Ribera, que no ha conseguido llegar a nuestros días.

El edificio de la Unión y el Fénix, con su fachada de piedra y su aire modernista, intenta transmitir la imagen de fuerza y prosperidad de la compañía de seguros. Procura mantener cierta armonía con la contigua iglesia, utilizando alguno de sus motivos, como los frontones triangulares en la fachada y en la torre y procurando que la cúpula del templo no sea tapada por la construcción, misión lograda sólo a medias, al haberse incrementado posteriormente la altura inicial, construyendo una planta y un cuerpo elevado sobre el edificio original.

42.- BANCO DE BILBAO Y BANCO ESPAÑOL DE CREDITO

banco bilbao 2

Estáis llegando a la altura de la calle Sevilla, que se llamó al principio calle de los panaderos y más tarde Peligros Ancha, por contraposición a la de Peligros Estrecha, situada frente a ella y que tomaba su nombre de la Virgen de los Peligros que se encontraba en el convento de Vallecas, allí situado.

Os encontráis en la confluencia de las calles de Alcalá y Sevilla. Otra de las esquinas codiciadas por el poder financiero del primer tercio de siglo XX para establecer sus sedes. Es el caso del Banco de Bilbao, que para construir su oficina principal en Madrid convoca un concurso ganado por Ricardo Bastida. Las obras se inician en 1919 para concluir en 1922.

La fachada se ajusta al trazado convexo de la confluencia de las dos calles. Como en el caso de otros bancos, la fachada de amplios ventanales, queda enmarcada y dividida por columnas gigantes.

El edificio queda coronado por dos torres laterales en las que se colocan las cuadrigas realizadas por el artista vasco Basterra, mientras que en la balaustrada de la fachada es Quintín de la Torre quien se encarga de esculpir las figuras humanas que la adornan.

La planta se adapta a la forma del solar y presenta la funcionalidad característica de las operaciones que se realizan en los patios y oficinas de las entidades bancarias.

En la otra esquina de las calles Sevilla y Alcalá, encontramos, cómo no, otro banco, el Español de Crédito. El proyecto del edificio fue encargado a José Grases Riera, el mismo arquitecto que se encargara en 1901 de la construcción del Monumento a Alfonso XII en el Parque del Retiro y en 1902 de la Casa Palacio para el banquero Longoria, hoy sede de la Sociedad General de Autores, rompiendo, con ésta obra, los moldes clasicistas y eclécticos de sus obras anteriores y adoptando un lenguaje modernista, tan utilizado en Cataluña y en Francia en esos momentos y que tan poco se prodiga, sin embargo, en Madrid.

El edificio del Banco Español de Crédito es construido en 1882 para servir de sede central de La Equitativa en Madrid. El espacio triangular de la esquina condiciona la resolución del proyecto, que ordena en este ángulo el encuentro entre las dos calles. En el vértice se eleva una torre circular sobre la que se levanta otra torre más pequeña, con un reloj y un templete superior, coronado por una cúpula casi oriental. Dos mujeres contemplan, desde ambos lados del mismo, el paso de los manifestantes. El balcón del piso principal se encuentra soportado por cabezas de elefantes concentrados en el esfuerzo, mientras sostienen bastones con sus trompas.

El edificio albergó el Casino de Madrid, hasta que se levantó su sede en el otro lado de la calle. Los transeúntes podían pararse a leer las últimas noticias de la capital que el Heraldo de Madrid, que tuvo allí su redacción, exponía en pizarras, informando al público de las primicias informativas del momento.

El Heraldo, dirigido por Francos Rodríguez, era el periódico donde trabajaba Carmen de Burgos, Colombine,  la primera mujer periodista, joven, moderna, que hacía campaña a favor del divorcio y pronunciaba conferencias en los círculos republicanos. La misma mujer ignorante que, harta de los fogones y del marido juerguista y tenorio, que no dudaba en pegarla cuando volvía borracho de madrugada, estudió magisterio y descubrió su vocación periodística y literaria.

Abandona a su marido en Almería y se planta con su hija en Madrid, donde encuentra la ayuda de hombres como Romanones, Moret o Blasco Ibáñez. Ayuda de amantes, “ya que hoy todo se encuentra en manos de los hombres”. Hasta llegar a ser conocida como Colombine, la dama roja, amiga de Blasco Ibáñez, Nakens, Gómez de la Serna o el pae Ferrándiz, el cura republicano de verbo incendiario.

En 1920, el Banco Español de Crédito compra el edificio para convertirlo en su sede central y encarga las reformas a Joaquín Saldaña, a quien debemos también el Instituto Escuela, luego Colegio Estudio, de la Calle Miguel Angel y el Palacio de la Condesa de Adanero, en Santa Engracia, hoy dependiente de la Administración Pública. Enrique Cebrián culminará en 1945, el patio de operaciones del banco.

43.- EL CREDIT LYONNAIS

Aun cuando sólo sea por el respeto que me merece el hecho de haber convivido durante años con personas que han sufrido la pérdida de su puesto de trabajo y el hundimiento de la industria en la que iniciaron su vida laboral y su actividad sindical, os propongo que dirijáis vuestra mirada calle Sevilla adelante, hacia la fachada del Credit Lyonnais, en la Plaza de Canalejas.

En sus bajos se comercializaban los productos de Plata Meneses, ejemplo paradigmático de las transformaciones de la industria madrileña y de los movimientos de un empresariado especulador, más preocupado por la obtención de beneficios inmediatos, a costa de la descapitalización de las empresas. Muestra, también, de la desidia de las administraciones y de la lucha contracorriente de los trabajadores, dispuestos a los más duros sacrificios con tal de mantener su puesto de trabajo.

Algún día, alguien tendrá que contar la historia de la arqueología industrial madrileña, para comprobar que Plata Meneses fue uno más entre los miles de ejemplos que repiten esa misma constante.

El edificio del Credit Lyonnais, que fuera Casa de Tomás Allende, es obra de Leonardo Rucabado, entre 1916 y 1920. Las dos primeras plantas debían servir como oficinas, mientras el resto sería ocupado por viviendas. Dos fachadas, a la Carrera de San Jerónimo y a la Plaza de Canalejas, aparecen ensambladas por una torre semicircular en la esquina.

El conjunto presenta una rica variedad de elementos arquitectónicos procedentes de diferentes zonas españolas, desde Toledo a Salamanca, pasando por Andalucía y destacando la galería con artesonado de madera de reminiscencias cántabras, en la fachada de la Carrera de San Jerónimo.

Esta mezcla de estilos y materiales conforman un edificio singular en la arquitectura madrileña de principios de siglo, que fue objeto de restauración a finales de los ochenta.


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