domingo. 28.04.2024
india

La preparación de mi reciente viaje a la India del Sur (Tamil Nadu, Kerala y Karnataka) me llevó a prestar atención al anuncio en la “Barcelona Negra 2023” de una novela de Deepti Kapoor: “La edad del vicio". Luego realicé el viaje, con un impacto superior al previsto y que he traducido en unas notas que publiqué recientemente.

Lo observado en el viaje me estimula a volver sobre esa novela que entiendo plenamente compatible con lo observado. Novela y experiencia concreta dándose mutuamente sentido, ayudando a entenderlas, aunque la acción de la novela se desarrolla esencialmente en el Norte y en la capital.

Deepti Kapoor escribe una “novela negra”, no describe una historia real, pero constituye sin duda una aproximación a la realidad superior a muchas crónicas.

Es una novela sobre la corrupción, el “vicio” en su título.

En una primera impresión de su lectura es fácil entender que nos acerca a la corrupción económica, a la corrupción política, menos quizás a la corrupción derivada del aún vigente sistema de castas, más allá de la importante regulación legal de éste que sin duda ha intentado desde hace años hacerle frente con importantes avances, al igual que a otras formas de violación de los derechos humanos, como es sin duda la violencia de género. Sus primeras páginas no dejan duda ya de que esto sigue sucediendo en este país.

Pero considero más significativo apuntar lo que me ha parecido una nueva dimensión en la novela negra: la aproximación a cómo la corrupción incide en la vida interior, en la conciencia, consciente o inconscientemente, de los corruptores y de los corruptos, o de los corruptores corruptos, de las personas inmersas en una cadena de interrelaciones de corrupción, en sus almas, si el concepto de “alma” tiene algún significado más allá de las fórmulas que ofrecen las diversas religiones (y la India tiene una buena representación de bastantes).

Quiero apuntar además algo que he percibido luego, cuando he intentado transmitir al papel lo que esta novela me ha sugerido, como es la corrupción que puede resultar de la esclavitud en este siglo XXI, de cómo ésta puede incidir en la vida de un ser humano más allá, mucho más allá, de la corrupción, apuntando que quizás hay otras formas de esclavitud además de la venta de la persona, como es todavía el caso que nos describe Deepti Kapoor. 

Sunny, Neda y Ajay son sus protagonistas, rodeados por muchos más, víctimas y victimarios, que nos acercan a esta impactante aventura por las tierras de este país.

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Quiero terminar estas notas señalando otra componente no destacada en las crónicas que sobre esta novela he leído. Parecía que el desarrollo de lo que Deepti Kapoor nos contaba subrayaba que la degradación que supone la corrupción en la vida individual de corruptores y corrompidos, en las condiciones de vida colectiva del país, en la relación entre las personas, y entre éstas y las instituciones, suponía una importante degradación de la democracia como efectivamente es. Pero “La edad del vicio” contiene al mismo tiempo un indudable canto a la democracia al contemplar la acción de un corrupto ejerciendo los derechos democráticos como un instrumento para hacer frente a cierta corrupción en beneficio propio, cuando uno de los hijos de los capos mafiosos que nos presenta apela a la denuncia pública de su progenitor para intentar sucederle al frente de sus redes mafiosas, apuntando para ello a procesos electorales en perspectiva.

Me he lanzado a su segunda lectura para superar la dificultad que en muchas novelas me supone la cantidad de personas y situaciones que surcan sus muchas páginas. Y estoy ciertamente descubriendo muchos más elementos, personas y situaciones, que en su primera lectura, facilitado por conocer ya desde las primeras páginas a algunos de sus personajes principales, así como el desenlace de las numerosas aventuras entrelazadas.

Y como elogio final quiero señalar la similitud del impacto de esta novela con el de otras dos que me ha perdurado a lo largo de los bastantes años vividos disfrutando y penando con algunas: “El libro de un hombre solo” de Gao Xingjiang y “El cero y el infinito” de Arthur Koestler.    

La India desde su novela negra