'Guadalajara no es Abisinia'
Reflexiones en torno a El Hombre de la Providencia de Antonio Scurati.
Ya el anterior libro de Scurati: El Hombre del Siglo, daba claves del acceso al poder de Mussolini, que entraba en el gobierno de coalición conservadora con solo el 8,15% de los votos y de cómo desde ese trampolín puso en marcha la estrategia totalitaria: “…el fascismo reivindicará la plena libertad de acción y reemplazará al Estado que una vez más habrá dado prueba de su impotencia.” (Cesare Rosi. 1º de agosto de 1922) Aquél libro, meticulosamente, detallaba los años previos a la conquista del poder y en su lectura resulta inevitable para el lector proyectar algunas similitudes con los comportamientos ultras actuales, lo cual me empujó a escribir por entonces otro artículo en este mismo medio.
Otra de las características del periodo es el control ideológico de la cultura y la estética. En los primeros años marcado por el escritor condotiero, Gabriel D’Anunzio; la exaltación del guerrero macho y heroico; la apropiación del imperio romano por parte del régimen. Todo muy al gusto general de los dictadores, para ser copiado desde luego en España y que llega decenios después hasta la Nicaragua de Somoza, quien encarga una cultura ecuestre sobre la base del diseño de otra proyectada para Benito Mussolini, con la variante de las sustitución de la cabeza de Antonio Somoza. Después, su megalomanía le llevó a dictar sus propios criterios estéticos: “Hacer cosas de hoy, modernísimas por lo tanto audaces…/…Quiero una exposición palpitante de vida viril y teatral también. Instrucciones de B. Mussolini para la exposición del X aniversario fascista”. Mientras tanto, artistas y literatos tuvieron que emigrar, mayoritariamente a Francia.
Los pensamientos vuelven a los tiempos actuales cuando desde sectores enquistados en poderes institucionales claman y actúan contra raperos, titiriteros, actores o presentadores del programa televisivo de El Intermedio. Son procesados por meterse unos con el Rey, otros con la religión católica o la simbología franquista del Valle de los Caídos. Eso por no hablar del Torquemada reconvertido en pragmático presupuestario pretendiendo vilipendiar el recuerdo de la recién fallecida Almudena Grandes.
Inevitable que vengan a la memoria los actuales acosos mantenidos durante meses ante la vivienda de algunos líderes de izquierda. Inevitable pensar hasta qué punto la reflexión de Amendola no se reproduce inconscientemente en la cabeza de alguien sometido a esa violencia. Y, claro que la distancia es abismal, como el siglo que los separa. Ahora hay nuevos medios, las redes sociales y las fake news para dilapidar a alguien, como los ocho mil mensajes al diputado de Teruel Existe con amenazas de muerte y falsas acusaciones de todo tipo a fin de quebrar la voluntad popular y el resultado de las últimas elecciones generales.
No pretendo que exista mimetismo. Por supuesto que la democracia, incluso con sus carencias es antagónica al estado fascista, precisamente por eso pretenden socavarla. No conviene olvidar que las auténticas libertades hay que defenderlas cada día de fuerzas con gran peso internacional: Trump, Le Pen, Bolsonaro…, con sus eficaces estrategias para excluir por cualquier mecanismo a dirigentes políticos a los que marcan como enemigos. A nivel internacional probablemente el caso más relevante sea el de Lula Da Silva, finalmente exculpado de todos los cargos, pero en el dique seco durante años; son decenas los que han seguido ese camino. En España esas fuerzas de ultraderecha instaladas en buena parte de la estructura del Estado pulen esa misma forma de actuar y han logrado, por poner un par de casos, que aquí tuviera que dimitir la diputada y jueza, Victoria Rosell, por falsas acusaciones aunque alguno, como el juez Alba, fuese condenado a seis años y medio por conspiración y cohecho contra ella; pero el mal ya estaba hecho y la legislatura acabada cuando se sentenció. Luego consiguieron, por otras vías, la inhabilitación del diputado canario Alberto Rodríguez, condenado a mes y medio de cárcel sustituida por 540 euros de multa; de forma tan barata lograron expulsar también del parlamento a sus representados, los votantes canarios que lo habían llevado allí. Veremos más: los gorriones han dado en el trigo.
Llegado a este punto final, no me resisto a incluir unos versos de Ángel González que parecen escritos tanto como resumen del libro de Scurati como de las amenazas actuales de forma mucho más concisa y estética −como no puede de otro modo viniendo de quien vienen−, que este artículo.
Gritaron: ¡a las urnas!
Y él entendió: ¡a las armas! −dijo luego.
Era pudoroso y mató mucho.
Con pistolas, con rifles, con decretos.
Cuando envainó la espada dice:
La democracia es lo perfecto.
El público aplaudió. Solo callaron,
impasibles, los muertos.
El deseo popular cumplido.
A partir de esta hora soy –silencio−
El Jefe si queréis. Los disconformes
que levanten el dedo.
Inmóvil mayoría de cadáveres
le dio el mando total del cementerio.