sábado. 04.05.2024

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Pablo D. Santonja | @datosantonja   

Antes, cuando los cómics se llamaban tebeos, aquí en España teníamos genios como F. Ibañez, Vázquez o Escobar. Pero en el resto de Europa plantaron cara un grupo de dibujantes y guionistas franco-belgas que crearon personajes icónicos y reconocibles en la cultura popular. ¿Quién no conoce Las aventuras de Tintín (de Hergé), Astérix (Goscinny & Uderzo), Lucky Luke (Morris & Goscinny) y Los Pitufos (Peyo)?

Pues en el enorme catálogo de cómic franco-belga, tal vez el nombre de Maurice Tillieux no brille tanto, pero su carrera abarca décadas, con una obra que ha dejado tendencia en el noveno arte.

Nacido en Huy, Bélgica, en 1921, Maurice Tillieux comenzó su carrera en el mundo del cómic a una edad temprana, publicando sus primeras obras en revistas locales. Sin embargo, fue en la década de 1940 cuando su talento comenzó a destacar, con la creación de personajes más reconocibles.

Tilleux falleció a los 56 años en un accidente automovilístico, pero sirven este tipo de especiales y recopilatorios para rememorar la obra de artistas que sentaron las bases del cómic europeo

Una de las características más destacadas de la obra de Tillieux es su habilidad para combinar el humor, la acción y el misterio de una manera magistral. Sus historias están llenas de giros inesperados, personajes memorables y diálogos ingeniosos que mantienen a los lectores pegados a las páginas de principio a fin.

Pero más allá de su talento como narrador, Tillieux también se destacó como dibujante, con un estilo distintivo que combinaba líneas limpias y expresivas con un uso magistral de la composición y el espacio, creando una tipología de personajes de trazo reconocible.

De sus personajes más icónicos se encuentra Gil Pupila, detective privado. Desde su debut en las páginas de la revista "Spirou" en la década de 1950, Gil Pupila se ha ganado un lugar privilegiado dentro del cómic policial. Lo que distingue a Gil Pupila de otros detectives de la época es su enfoque único para resolver los casos. A diferencia de sus compañeros del gremio, como Sherlock Holmes o Hercule Poirot, Pupila no se limita a seguir pistas o deducir la verdad a partir de la evidencia física, no. Él confía en su instinto y su capacidad para leer entre líneas, utilizando su astucia y su perspicacia sin temor a las escenas de acción, en caso necesario. 

En este tomo editado por Dolmen Editorial, nos presenta los inicios del detective, desde 1956 hasta 1960, incluyendo en el mismo tomo las obras “La fuga de la libélula”, “Arte y papaína”, “El paso del ahogado” y “Los barcos del crepúsculo”; añadiendo al final un extenso bloque de “extras” en forma de bocetos, bibliografía y trabajos del autor, que sirve para poner una merecida guinda en el pastel que tiene entre las manos. 

Lamentablemente Tilleux falleció a los 56 años en un accidente automovilístico, pero sirven este tipo de especiales y recopilatorios para rememorar la obra de artistas que sentaron las bases del cómic europeo. No se usted, pero yo tuve la suerte de vivir cerca de una biblioteca pública, donde la sección infantil/juvenil estaba llena de tebeos, dónde comencé con Mortadelo y Filemón, hasta dar el salto a obras más serias como Spirou y Fantasio, Lucky Luck, Tintín, o el propio Gil Pupila, adentrándome en historias cada vez más serias y oscuras, hasta convertirme en el ávido devorador de novelas gráficas que soy hoy. Por eso cuando cae un tomo así en mis manos no puedo dejar de pensar en las horas muertas de mi infancia leyendo cómics belgas, sin saber su procedencia. Si usted es de esos, no lo dude, este integral de Gil Pupila de 1956 a 1960 es el mejor de los auto regalos. 

'Gil Pupila, detective privado'. De 1956 a 1960, rememorando las historias de Maurice...