martes. 23.04.2024
alice
Fotograma de la película

Cristina Rosales García | 

Había una vez tres muchachitas a las que le gustaba salir a tomarse unos alcoholes; tirarle los tejos a algún camarero buenorro y de paso explicarse sus penas. Pero resulta que una de ellas está atravesando por una relación tóxica no, lo siguiente, con un perla de los que te chupa hasta el sentido. Y a la pobre no le queda más remedio que, literalmente, tirarse de los pelos. Si bien Alice claramente no está en ningún tipo de terapia, y ni siquiera es honesta consigo misma sobre lo que está sucediendo, ha encontrado un mecanismo de afrontamiento: la tricotilomanía. En momentos de crisis o inquietud ansiosa, se arranca mechones de su cabello de raíz, sin sentir placer en el acto autodestructivo, pero usándolo como lo haría con las drogas o el alcohol para hacer frente al estrés.

El terror psicológico al que está sometida es tal que con un chasquido de dedos del menda ella ya está de los nervios. El que lo haya sufrido en sus carnes sabrá de lo que estamos hablando, discriminación de genero sin que aparezca violencia física pura y dura, así que tampoco vamos a entrar en muchos detalles.

Tras la exposición del duro meollo del farragoso asunto, la acción se traslada aúna cabaña situada en un pueblo remoto donde las tres amigas marchan a celebrar el cumpleaños de una de ellas. Allí el drama psicológico explosionará en toda su intensidad para dar paso a situaciones tensas en el que la amistad y la sororidad cobraran un protagonismo crucial.

Si bien no es exactamente el thriller tenso que se anuncia, el film presenta a Anna Kendrick en su mejor actuación (al menos la más madura) desde que se convirtió en estrella y fue nominada al Oscar por "Up in the Air" en 2009. El arco emocional de su personaje va creciendo a medida que va avanzando la trama, ofreciéndonos momentos subyugantes en los que se desnuda ante la cámara sin necesidad de recurrir a la socorrida dictadura de lo narrativo. Kendrick, casi siempre una actriz de roles cómicos que rara vez se le presenta un protagónico dramático, transmite de manera efectiva el tormento mental ineludible de su personaje.

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La película comienza con un primer plano del rostro de Alice, que se ve pensativa mientras flota bajo el agua. Es el tipo de toma vagamente metafórica que sabemos que servirá como un sujetalibros, y eventualmente lo hace cuando termina la película. Alice, como cualquier persona encerrada en una relación similar al Síndrome de Estocolmo marcada por la manipulación, el abuso verbal y el control, es experta en compartimentar quién es ella con Simón y quién es ella en el mundo y con sus amigos.

Kendrick ha comentado en algunas entrevistas que se basó en sus propias experiencias en una relación tóxica para canalizar a Alice, y se nota, aunque este tipo de afirmaciones siempre hay que cogerlas con pizas cuando se trata de promocionar un nuevo trabajo: es una actuación de subestimación y melancolía silenciosa, y rara vez se vuelve loca fuera de los baños en los que se encierra para gritar. y tirar de su cabello. Esta recomendable propuesta defiende a Kendrick como actriz dramática, especialmente cuando está forjando su propio material en términos personales, aunque en su próximo proyecto (Self Reliance, que leu ne a Christopher Lloyd y Andy Samberg) ya vuelva por sus derroteros cómicos de siempre.

Alice, Cariño: fuera tóxicos