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Las 72 edición del festival cinematográfico de San Sebastián proyecta en su clausura ‘Vivir el momento’. Cabría presentarla como un ‘Love Story’ adaptado a las complejidades de los tiempos modernos, pero sería injusto hacerlo así. Es una historia bien contada y que aborda muchas cuestiones de grueso calibre. Los toques de humor acompañan decisiones difíciles y problemas vitales de primer orden.
El tema de la muerte, o más bien el modo en que cabe despedirse de la vida, ha sido un bajo continuo en el programa del festival, como una especie de hilo conductor que se ha dado sin mediar ese propósito, seguramente porque así lo demanda nuestra época. Un envejecimiento masivo hace que haya muchos finales en soledad y con unas condiciones bastante deterioradas, aunque también pueda sobrevenir un cáncer intratable a edades más tempranas.
Despedirse de la vida ha sido un tema que atraviesa todo el programa del 72. Zinemaldi, como testimonia su película de clausura
Cómo abandonar este mundo es el tema ciertamente de ‘La habitación de al lado’, pero también de ‘Los destellos’, ‘Mi eterno verano’ y ‘El último suspiro’. En todas ellas los guiones y cineastas abordan las formas en que cabe afrontar la muerte. Así lo hace también ‘Vivir el momento’, donde se nos cuenta la historia de una mujer que siempre ha reunido las convenciones en todos los campos y tiene un afán de superación personal envidiable.
Es un acierto que la cronología del relato vaya presentándonos distintos momentos y que sea el espectador quien debe ir ordenando en su cabeza la sucesión de los acontecimientos narrados. La protagonista hace muy creíble un personaje lleno de aristas y contradicciones internas que sabe afrontar las adversidades a su manera.
Se cierra una nueva edición de un festival maravilloso que suele acertar con su selección fílmica y brilla con luz propia en lo tocante a la organización, gracias al equipo sabiamente dirigido por José Luis Rebordinos, un amante del cine que ha demostrado una pericia encomiable para convertir al Zinemaldi en uno de los mejores festivales cinematográficos, cuidando con mimo todas y cada una de las múltiples dimensiones que debe tener un encuentro como este. Donosti es desde luego un marco ideal para ello.