sábado. 27.04.2024

@jgonzalezok | En las elecciones del pasado mes de octubre, que Hugo Chávez ganó con el 55 % de los votos, el candidato opositor, Henrique Capriles, cosechó 6,5 millones de votos,  44 % de los sufragios. Fue el mejor resultado de la oposición en los 14 años de chavismo, pero insuficiente para derrotar a Chávez. El próximo 14, Capriles se enfrenta a su heredero, Nicolás Maduro. Ambos presentan el mismo programa electoral, pero no conviene olvidar una obviedad. A pesar de que el fallecido líder lo designó, Maduro no es Chávez.

El gran capital político de Maduro es, precisamente, el respaldo recibido por el caudillo bolivariano, en vísperas de la última operación en Cuba. Y en presentarse como el seguro de que el legado de Chávez será mantenido. Está haciendo la campaña presentándose como el hijo del fallecido líder, con constantes invocaciones místicas y religiosas para suplir la falta de carisma.

Desde que se anunció la desaparición física de Chávez, el pasado 5 de marzo, Maduro ha mencionado en sus discursos más de 6.000 veces al líder, según el recuento que está haciendo una página web, madurodice.com, que además ha abierto un concurso entre los usuarios para que adivinen cuántas veces lo hará en total hasta el cierre de la campaña. En algunos casos orillando el ridículo, como cuando aseguró haber percibido el espíritu de Chávez en un pajarito que se le presentó y le silbó.

Maduro, además, ha radicalizando el discurso contra su rival, Henrique Capriles, que también ha endurecido posiciones. En el caso del candidato opositor, busca dos objetivos fundamentales: mantener a todos los votantes del pasado octubre y lograr que en el chavismo un número importante se abstenga. Capriles pone en duda la capacidad de Maduro y sostiene que “los liderazgos no se heredan, se sudan, se construyen junto al pueblo”

Henri Falcón, gobernador del Estado Lara hasta que asumió la jefatura del comando de campaña opositor, sostiene que de cada cuatro chavistas que votaron el pasado 7 de octubre, uno no quiere votar por Maduro. Esto sería un 25 %, cifra muy importante, pero que posiblemente sea más una aspiración y un deseo que un dato basado en datos reales.

La duración oficial de la campaña es de solo diez días, pero de hecho se inició nada más terminar el entierro de Chávez, hace un mes. El oficialismo se ha vuelto a  aprovechar de todo el aparato del Estado, lo que da pie a acusaciones de inequidad, colocando en situación de clara ventaja a Maduro.

No hay reproches sobre el proceso electoral en sí, pero Vicente Díaz, uno de los integrantes del Consejo Nacional Electoral –y el único no chavista-, denunció la falta de igualdad de condiciones de los candidatos. En una entrevista con la Agencia France Presse, Díaz afirmó: “si nos fijamos en el ecosistema electoral nacional, estamos ante una elección profundamente antidemocrática porque el principio básico es que los contendientes participen en igualdad de condiciones y eso no es lo que está pasando”. Díaz ya presentó en el pasado –sin ningún éxito-, 16 denuncias contra Hugo Chávez por comportamientos abusivos.

La oposición, además, ha denunciado ante el Consejo Nacional Electoral que el gobierno utilizará al ejército para movilizar electores el día de los comicios. El diputado Alfonso Marquina entregó una lista de militares en activo que integrarían un dispositivo para el 14 de abril, además de aportar un documento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en el que se tacharía a la oposición como “el enemigo”.

De hecho, el ministro de Defensa, general Diego Molero, no ocultó su posición, cuando dijo: “ahora, más que nunca, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana debe permanecer unida para lograr el objetivo, la misión que él (Chávez), nos encomendó de llevar a (…) Maduro a ser el próximo presidente electo de todos los venezolanos”.

En un gobierno en el que los gestos y los símbolos son importantes, no es casual que la fecha para las elecciones fuera fijada para el 14 de abril, 10 días después de lo que manda la Constitución, Ese día los chavistas celebran también el regreso de su líder al poder, después de fracasado el golpe del 11 de abril de 2002. Y es que pareciera que Chávez no ha muerto. Sus fotografías están por todos lados, la cadena de medios oficialistas lo recuerdan en todo momento. Y hasta participa, de forma virtual, en los mítines de Nicolás Maduro. El equipo de campaña utiliza en todos los actos vídeos del comandante, sea cantando el himno nacional, o nombrando a Maduro como su heredero, en el último discurso que pronunció -8 de diciembre-, antes de partir a Cuba.

Pero el gran desafío de Maduro será gestionar la victoria, si es que se cumplen los pronósticos de las encuestas. Heredará un país más igualitario, pero también con problemas económicos graves. Una inflación que sigue desatada -5 % en los dos primeros meses del año-, escasez de algunos productos de primera necesidad, violencia, corrupción y cortes constantes de electricidad, entre otros. 

Será la vuelta a la realidad, después de meses en que todo giraba en torno al estado de salud de Hugo Chávez, figura excluyente en los últimos 14 años en la historia de Venezuela. 

La figura de Chávez domina la campaña electoral en Venezuela