martes. 23.04.2024
leopoldo

@jgonzalezok | A solo unos días de cumplir 88 años, murió otro legendario músico de tango, el bandoneonista, compositor, arreglador y director de orquesta, Leopoldo Federico. A pesar de su avanzada edad, continuó en activo casi hasta su muerte. Hacía años que arrastraba problemas físicos y caminaba muy encorvado, pero mantuvo intactos sus dedos y su cabeza. Una vez que se sentaba en el escenario, los dolores y los males desaparecían.

En los últimos tiempos se rodeó de músicos mucho más jóvenes, como el pianista Nicolás Ledesma. Pero su historia tuvo que ver con la mayoría de los grandes maestros del género. Tocó en las orquestas de Alfredo Gobbi, Osmar Maderna, Mariano Mores, Carlos Di Sarli, Horacio Salgán, Emilio Balcarce, Lucio Demare, Miguel Caló, Juan Carlos Cobián y otros. Con quien no quiso tocar fue con la orquesta de Juan D´Arienzo, una formación tremendamente popular en su época, con la que habría ganado mucho dinero, pero que artísticamente estaba lejos de la jerarquía de los anteriores.

En 1955 integró el Octeto Buenos Aires, de Astor Piazzolla, formación mítica en la que él era el segundo bandoneón, y en la que también formaron Enrique Francini y Hugo Baralis en violines, Atilio Stampone en piano, Horacio Malvicino en guitarra eléctrica, José Bragato en violoncello y Juan Vasallo al contrabajo.

Piazzolla siempre lo consideró como uno de los grandes del bandoneón, un par. Y cuando en Buenos Aires se discutía acaloradamente si lo que hacía Piazzolla era o no era tango, con insultos entre ambos bancos, fue Leopoldo Federico el que logró el armisticio. Fue el representante de Piazzolla el que sugirió a Federico que armara una reunión entre músicos tradicionales y Piazzolla, que venían intercambiando ataques en los medios. La reunión terminó en paz, ya que en el fondo todos se admiraban como músicos, y la polémica perdió su beligerancia.

En la carrera de Leopoldo Federico hay varios hitos. Uno de ellos fue haber acompañado a Julio Sosa, el cantor uruguayo que, en la década del 60 fue un absoluto ídolo popular. Un personaje venerado por el público casi al nivel de Gardel y que, como él, desapareció prematuramente, a causa de un accidente de automóvil. Juntos grabaron 64 tangos, entre noviembre de 1962 y noviembre de 1964.

A pesar de eso, Leopoldo Federico no se convirtió meramente en un acompañante del ídolo, mantuvo su jerarquía de músico de alto vuelo. Y tras la muerte de Julio Sosa, siguió brillando con sus distintas formaciones. Se puede destacar su asociación con el guitarrista Roberto Grela, en el Cuarteto San Telmo.

Había empezado a tocar el bandoneón a los 12 años, con un maestro del barrio. Fue impulsado por un tío suyo, admirador de Pedro Maffia. A partir de ese momento supo que no podría ser otra cosa que músico. Pero Leopoldo Federico no siguió la senda de Maffia, sino de otro ilustre intérprete del bandoneón, Pedro Laurenz.

Hablando de su estilo interpretativo, alguna vez dijo que él era de ir al frente, para llevarse con él toda la orquesta: “A veces pienso, yo tendría que haber tocado el piano, en lugar del bandoneón, porque el piano me da más posibilidades de llevarme la orquesta conmigo”. Ese tipo de interpretación con fuerza es lo que se conoce, en el ambiente del tango, como bandoneón cadenero, brioso y enfático, como lo definió el periodista Julio Nudler.

Este mismo periodista le preguntó una vez sobre los mayores bandoneonistas de toda la historia. Mencionó a Aníbal Troilo, Astor Piazzolla, Osvaldo Ruggero, Roberto Di Filippo, José Libertella, Julio Pane, Néstor Marconi y Juan José Mosalini. De ellos, solo los tres últimos están vivos.

Fue presidente y gran impulsor de la Asociación Argentina de Intérpretes, entidad a la que iba a trabajar todos los días, a pesar de sus problemas de salud.

Ganador de dos Grammy Latinos, entre otros premios, hizo extensas giras por Japón y otros países. Con la desaparición de Leopoldo Federico, el tango pierde uno de sus referentes, en el año que Argentina conmemoró el centenario de Aníbal Troilo, otro bandoneonista mítico, y a solo unos días de la desaparición del poeta Horacio Ferrer.

Se fue otra leyenda del tango, Leopoldo Federico