viernes. 19.04.2024
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El país aún no se recuperó de la sacudida de abril y el año se cerrará con las peores cifras económicas de los últimos años

@jgonzalezok | El 2008 será un año para olvidar en Argentina. Especialmente para el gobierno de Mauricio Macri, que veía fácil revalidar el mandato en las urnas en octubre del próximo año. La tormenta se desató a finales de abril, cuando el Banco Central decidió elevar sus tipos de interés -en solo unos días pasó del 27,25 % al 40 %-. Esto no sirvió para evitar una corrida cambiaria que en solo diez días provocó que el peso argentino perdiera el 15 % de su valor, debido a la fuga de capitales.

Como consecuencia de esta situación el gobierno decidió acudir al Fondo Monetario Internacional, que acordó préstamos por más de 50.000 millones de dólares, el mayor empréstito en la historia del organismo. A cambio, el Fondo impuso una serie de recortes para reducir el déficit. El objetivo es déficit cero y expansión monetaria cero. Eso sí, el Fondo cedió de momento en la exigencia de que el gobierno apruebe la reforma laboral y la previsional, hasta que se pueda lograr un consenso.

Para empeorar aún más las cosas, Argentina sufrió este año una sequía que supuso pérdidas para el campo -el principal sector de la economía del país- por valor de 7.500 millones de dólares.

La desconfianza provocó que el riesgo país llegara casi a los 800 puntos, más de 500 puntos respecto al promedio latinoamericano, alcanzando un récord en una década. Son momentos difíciles para los países emergentes en general, pero uno de los factores que los expertos destacan en el caso argentino es la posibilidad de que el año que viene vuelva al poder el kirchnerismo y se vea en peligro la capacidad de pago de la Argentina.

El país aún no se recuperó de la sacudida de abril y el año se cerrará con las peores cifras económicas de los últimos años. La inflación llegará, como mínimo al 45 %; los salarios reales perderán un 12 %; el dólar se habrá revaluado un 106 %; y el PBI volverá a contraerse: en el tercer trimestre se retrajo un 3,5 % en términos interanuales, sumando dos trimestres seguidos negativos. La previsión del FMI es que la economía se contraiga un 1,5 % en 2019.

Esto supuso, naturalmente, más desempleo y pobreza. El último estudio de la Universidad Católica Argentina, conocido estos días, estableció un aumento brusco, alcanzando al 33,6 % de la población, es decir, 13,5 millones de personas. La cifra corresponde al tercer trimestre de este año, y supone un aumento del 19 % respecto a lo que midió la misma institución un año atrás. Aunque el gobierno de Macri había mejorado esta cifra respecto a la que heredó del gobierno anterior, ahora hay más pobres que al final del gobierno de Cristina Fernández. Junto a esta cifra destaca también el nivel de inseguridad alimentaria, que llega al 20 % de la población, mientras que la inseguridad alimentaria severa, es decir, aquellos que pasan hambre, alcanza al 7,9 %.

Antes de que se precipitara la crisis, el gobierno de Macri parecía haber logrado el milagro de encarrilar la economía. Es más, venía respaldado por la victoria en las elecciones parciales del 2017. La economía venía creciendo al 5 % y se esperaba que la inflación estuviera entre el 17 % y el 20 %. Es más, a comienzos de 2018, en la primera semana, Argentina había logrado colocar deuda por 9000 millones de dólares, a la tasa más baja de la historia.

¿Tocó fondo la economía argentina y empieza la recuperación? Sería vital para el gobierno, teniendo en cuenta que en agosto hay elecciones primarias y en octubre generales. Normalmente, en los próximos meses el gobierno llevaría a cabo una política de fomento del consumo y gasto público generoso, para tener contento al electorado, pero esto no será posible por las condiciones impuestas por el FMI.

La buena noticia para Macri es que las encuestas serias -hay otras sin ninguna credibilidad-, dan una recuperación para el presidente argentino, que con la crisis se había hundido. Ahora vuelve a estar en posición de ganar a su más clara contrincante, Cristina Fernández, aunque ésta aún no decidió si competirá por volver a la Casa Rosada. La diferencia entre ambos, que en las encuestas del primer trimestre del año eran claras a favor del presidente, es todavía corta, pero sirve para alimentar las esperanzas del gobierno.

El enorme papelón que el país vivió con la frustrada final de la Copa Libertadores en territorio argentino, se vio compensado con el éxito organizativo de la reunión del G-20 en Buenos Aires. Nadie daba nada por Argentina, sobre todo con los antecedentes de Hamburgo y otras reuniones similares, donde países y gobiernos más solventes no pudieron evitar escenas de suma violencia por parte de militantes anti sistema. Pero, el mismo gobierno que no pudo organizar en paz un simple partido de fútbol -aunque se tratase del clásico Boca-River-, fue impecable a la hora de organizar y asegurar la seguridad de la cumbre a la que asistieron los mayores líderes del mundo. Esto, seguramente, también ayudó a Macri en las encuestas.

La posibilidad de que la oposición se una en un frente anti Macri es incierta. La única realidad es que quien mejor mide en las encuestas es la ex presidente Cristina Fernández. Pero tiene el problema de que tiene un techo muy marcado: posee un electorado fiel e inmune a cualquier denuncia de corrupción en su contra, que puede llegar a un tercio. La mayor parte de estos votos están en el conurbano bonaerense, donde está la mayor parte de población carenciada.

El annus horribilis de Mauricio Macri