viernes. 19.04.2024
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Más de 3 mil mujeres murieron desde la recuperación democrática por abortos clandestinos

Liz es la primera mujer fallecida como consecuencia de una ley que la mayoría de los senadores rechazó, sustentando su negación a este derecho con argumentos que atentan contra la sensatez.Yo estoy en contra del aborto antes de ser creyente. En el norte, cuando dictamos la ley que sancionaba el abuso, los diputados de Salta decían que no podían votar eso porque el regalo de los que sirven en el campo es la virginidad de su hija al patrón de la estancia",  sostuvo la Diputada oficialista Elisa Carrió.

Argumentos de esta naturaleza fueron los que finalmente se impusieron para que la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo fuese rechazada. La muerte de Liz, madre de dos niños, tiene como responsables a estos expositores que manifestaron sus férreas posturas, muchas de ellas viciadas por dogmatismos anacrónicos. “Soy creyente y no voy a votar por esta ley. Y si la ley se aprueba, propongo que se haga un cementerio para los fetos”, manifestó el diputado salteño Alfredo Olmedo.



Por su parte, y practicando una suerte de fusión entre futurología y  selectividad, el senador nacional por Formosa, José Mayans, defendió su postura contraria a la legalización explicando que. "Imagínense que la madre de Vivaldi, por ejemplo, le hubiera negado el derecho a la existencia. O la madre de Mozart, o de Leonardo Da Vinci, o de Miguel Ángel. Bueno, le agradezco a mi madre que no me negó el derecho a la existencia".

El senador nacional Rodolfo Urtubey se refirió a casos de violación "sin violencia". "Hay algunos casos donde la violación no tiene esa configuración clásica de la violencia sobre la mujer sino que a veces la violación es un acto no voluntario con una persona que tiene una inferioridad absoluta de poder frente al abusador, por ejemplo, en el abuso intrafamiliar, donde no se puede hablar de violencia”.



El voto a favor de la clandestinidad se cobró ayer una nueva vida. Los autoproclamados “defensores de las dos vidas” no se han pronunciado respecto de la muerte de Liz. El movimiento “pro-vida” y la Iglesia Católica argentina celebran una dudosa victoria que los hace responsables, junto al Estado, de las vidas que anualmente se lleva esta negación de un derecho. 

Más de 3 mil mujeres murieron desde la recuperación democrática por abortos clandestinos. A partir de ahora, estas muertes le serán conmutadas a quienes, escudados detrás de sus propias creencias religiosas, han preferido votar a favor de la clandestinidad, que mata más de cincuenta mujeres al año. Anticipándose a la posibilidad de que la ley fuera rechazada, la actriz Muriel Santa Ana acertó al manifestar que “Si este proyecto fuera rechazado, sepan que llevarán de por vida, sobre sus espaldas, a las muertas que de aquí en más produzca la industria del aborto clandestino”.

Aborto, otra víctima de la clandestinidad