viernes. 26.04.2024
consejeria medio ambiente murcia

Estos días, una vez más, se habla de lo que pasa en la Dirección General de Medio Ambiente de Murcia. Aunque es cierto que el desmantelamiento y la manifiesta falta de personal de las direcciones generales ambientales que ha dado lugar a artículos, quejas y al estancamiento de procedimientos y proyectos, ya no sorprende a nadie. Y no pasa nada: que se hunda el barco que la orquesta sigue tocando. El problema es que a esta orquesta le faltan músicos, instrumentos y, lo que es peor, también les falta el director y parece que la partitura. Y no es casual.

El informe de la Dirección General de Medio Ambiente filtrado a la opinión pública hace poco más de un mes lo dejaba claro, en negro sobre blanco: "más de 2000 expedientes sin resolver". El verano pasado la Directora General del Mar Menor también lo hizo saber a todos: "resulta evidente que los medios humanos disponibles son claramente insuficientes". Y es conocido que la Dirección General del Medio Natural también ha trasladado el enorme déficit de personal que arrastra, y tanto el Consejero como Función Pública son sabedores de ello. Para ser eficientes hay que tener la capacidad suficiente para abordar el trabajo y en este caso no se tiene. Lo peor es que ya no se puede alegar desconocimiento y cada día cobra más crédito la versión que señala una intencionalidad en todo esto.

Son varias las normas ambientales que exigen la necesidad de dotar de medios técnicos y humanos a las direcciones generales ambientales para hacer posible su aplicación

Son varias las normas ambientales que exigen la necesidad de dotar de medios técnicos y humanos a las direcciones generales ambientales para hacer posible su aplicación, entre ellas la Ley 3/2020, de recuperación y protección del Mar Menor, sin ir más lejos. Pero se incumplen sistemáticamente, engañando al ciudadano. Y si la administración mira para otro lado, ¿con qué autoridad pide al administrado su cumplimiento? Piensen en la cara que se les queda a los funcionarios que no dan abasto y no pueden resolver los asuntos de las empresas o los ciudadanos cuando se les piden explicaciones.

En respuesta a esto, tanto el presidente de la Región de Murcia como el consejero Luengo, respondían en su día a la prensa que la plantilla medioambiental se ha incrementado desde el pasado verano, olvidando que buena parte de esas tímidas contrataciones no corresponden a profesiones denominadas verdes y obviando al periodista que esa dotación no estaba destinada a las direcciones generales ambientales. También se dejan en el tintero que de las pocas incorporaciones que llegan, la mayor parte se trata de interinos por programas, es decir, contratos precarios con fecha de despido a corto plazo. De igual forma nombran a nuevos jefes de servicio, asesores y personal "de confianza", pero olvidan que han arrinconado, trasladado o invitado a echarse a un lado a los funcionarios expertos que demostraron capacidad técnica en su día a día.

Precisamente, se habla de eso en la denuncia en un acertado artículo publicado en la prensa murciana por uno de estos trabajadores, asesor jurídico para más señas: de la decisión, seguramente meditada, de los responsables de la consejería que les ha llevado a prescindir, poco a poco y de manera organizada, de muchos de los profesionales de reconocido prestigio y trayectoria en la Dirección General de Medio Ambiente. Estamos totalmente de acuerdo con esta denuncia, pero es necesario ampliarla al resto de direcciones ambientales. También se ha apartado a funcionarios de reconocido prestigio y carrera intachable en la Dirección General del Medio Natural, o se creó una Dirección General del Mar Menor con graves carencias en el mismo sentido. El problema es aún mayor, la pérdida de esa experiencia y de ese conocimiento de los asuntos medioambientales no solo es una cuestión técnica. Esta deconstrucción de los órganos ambientales está siendo causa clara de un colapso interno de la estructura. Una situación grave en la que prevalece el desorden y el caos administrativo. Hoy tenemos servicios sin jefe de servicio, jefes de servicio que no asumen responsabilidades, interinos obligados a responsabilizarse del trabajo que debería hacer un técnico responsable y asistencias técnicas asumiendo tareas que no les corresponden. Incumplimiento sistemático de plazos, expedientes que caducan, tensiones entre compañeros, bajas laborales... Y mientras, el cuerpo directivo, responsable de este caos, improvisando el día a día, dando órdenes que no firman y priorizando tareas mediante criterios desconocidos. Y ya sabemos cómo acaba esto, si un día alguien pide explicaciones, se señalará a los de siempre: "yo solo hacía lo que mis técnicos me decían".

La cacareada simplificación administrativa es imposible en este caos infradotado. La obligada planificación y dirección por objetivos y el control de la gestión y evaluación de los resultados de las políticas públicas no existe. Es inevitable comparar la administración ambiental murciana con una empresa en la que los ejecutivos improvisan, alteran constantemente las prioridades o despiden al jefe de sección para colocar al amigo de turno. No es difícil barruntar que está abocada a la quiebra.

Hace unas semanas CCOO pedía la evaluación de riesgos psicosociales en las direcciones generales ambientales, advirtiendo ya de esta preocupante situación. Queremos recordarlo una vez más, antes de que sea tarde: muchos somos conocedores de la enorme presión que esta situación está causando a los trabajadores. Y no son unos pocos y pensar en que solo se ven afectados los eslabones más débiles sería un error. El problema es ya común: son muchos los funcionarios veteranos y expertos que ven cómo llega el hundimiento sin poder hacer nada y muchos los interinos en precario que no pueden, ni deben, asumir la ineficiencia intencionada de la administración ambiental. Y mientras, pagan los ciudadanos, las empresas y el medio ambiente.

Lo que pasa en las direcciones generales ambientales