jueves. 25.04.2024

Después de fracasar con la operación de seguir controlando el Tribunal Constitucional como contra-parlamento dedicado a anular la obra legislativa del Gobierno de coalición, el Partido Popular ha cambiado de táctica y ha pasado a centrar su oposición en la petición de nuevas elecciones.

Esta petición, que ya practicaba José María Aznar cuando no logró vencer al PSOE en la elecciones de 1993, tiene más de deslegitimación del Gobierno que de oferta de un programa alternativo de Gobierno. Pero, desde la época de Aznar como jefe de la oposición, el Partido Popular ha combinado una táctica de oferta programática con otra de deslegitimación de los Gobiernos de izquierda, táctica muy empleada tanto por Casado como por Núñez Feijóo, quienes no lograron liberarse del complejo de la derecha española que le lleva a considerar que es de Derecho natural que gobierne esa derecha.

La táctica de pedir elecciones tiene algo de deslegitimación del adversario, porque comporta, en primer lugar, no admitir la prerrogativa del Presidente del Gobierno de disolver el Parlamento cuando lo considere oportuno (artículo 115 de la Constitución). Y, en segundo lugar, trasmite la idea de que el Gobierno está ocupando ilegítimamente un lugar que no le corresponde.

El método demoscópico, con instrumentos de intoxicación, que está practicando el Partido Popular para apoyar la petición de elecciones anticipadas muestra la desorientación de ese partido que, tras fracasar en el control ilegítimo del Tribunal Constitucional, ve sus métodos de oposición obturados y agotados

Ese mensaje lo han repetido las derechas españolas desde la moción de censura de 2018 hasta el extremo de que en la investidura de 2020 la señora Arrimadas, durante el debate en el Congreso, llegó a preguntar si habría Diputados socialistas que se atrevieran a no votar a Pedro Sánchez (como se ha demostrado ulteriormente, la señora Arrimadas tenía labia, pero no experiencia de partido).

Más allá de la finalidad deslegitimadora del Gobierno, la petición de elecciones anticipadas no es, por sí sola, una buena táctica opositora, porque ningún Presidente del Gobierno va a atender esa petición y lo que percibe el ciudadano es que la oposición reclama imposibles, es decir, que la oposición no puede alcanzar lo que reclama. Por eso, para dar más fuerza a la táctica opositora, las derechas españolas practican al mismo tiempo la oposición demoscópica, consistente en difundir sondeos preelectorales cuya metodología puede llevar a intenciones de voto no siempre acertadas. A este respecto conviene examinar el sondeo que ha publicado los días 2 y 3 de enero El Mundo.

Antes de comentar el sondeo de El Mundo conviene recordar, como ya hemos hecho otras veces en esta sección, que desde hace unos pocos años se ha generalizado en los medios españoles una práctica engañosa que consiste en publicar como resultados demoscópicos reales la media de varios sondeos.

Es una práctica engañosa porque se ofrece la media de sondeos efectuados con rigor y con medios técnicos suficientes (como los que ofrece el Centro de Investigaciones Sociológicas) con pseudo-sondeos realizados con pocos y deficientes medios (por ejemplo, una muestra muy pequeña con preguntas enviadas por correo electrónico).

El resultado es que la combinación de sondeos bien realizados con sondeos deficientes (que además siempre tienen una intencionalidad política previa) crea una gran confusión en la opinión pública a la que se transmiten informaciones sesgadas y falsas, sin base sociológica suficiente.

Volviendo al sondeo publicado el 2 y 3 de enero en El Mundo, debemos empezar por señalar el mensaje falso con que se inicia. En la primera plana del diario de 2 de enero se decía: “Sánchez hunde al PSOE tras atacar la separación de poderes”.

De modo que antes de examinar cómo respiran los ciudadanos encuestados en El Mundo conviene indagar de qué manera el Presidente Sánchez ha atacado la separación de poderes. Porque si se demuestra ese ataque, y en recuerdo a la sagrada memoria de Locke y de Montesquieu, se comprende que los ciudadanos den la espalda al Presidente Sánchez.

¿Acaso el Presidente Sánchez ha hecho aprobar por el Gobierno una Ley (no un Decreto-Ley) que corresponde a las Cortes? ¿O quizá el Gobierno del Presidente Sánchez se ha atrevido a nombrar al Juez de Primera Instancia e Instrucción del Barco de Valdeorras? Más aún, a lo peor el Gobierno del Presidente Sánchez se ha atrevido a dictar Sentencias que corresponden al Tribunal Supremo…

Pero nada de eso ha ocurrido. La acusación de “atacar” la separación de poderes (como se desprende del editorial de El Mundo del 2 de enero) se debe a: “El insólito episodio de tensión institucional que enfrentó al Poder Legislativo con el Tribunal Constitucional y acabó provocando la intervención de Bruselas y el discurso del Rey”.

Es decir, la vulneración de la autonomía de las Cámaras por parte de la anterior mayoría del Tribunal Constitucional, a la que el Rey aludió con discreción, se convierte en un ataque a la separación de poderes, no por parte del órgano que la realizó, el Tribunal Constitucional que presidía González-Trevijano, sino por parte del Presidente Sánchez. Además, se añade una alusión a “Bruselas” que nada significa, pero parece una crítica adicional.

Y todo el conflicto se origina porque el Gobierno intentó cumplir el artículo 159.1 de la Constitución y poder ejercer la prerrogativa que le otorga ese precepto constitucional y nombrar dos Magistrados del Tribunal Constitucional, como hizo el Gobierno de Rajoy en 2013 sin que nadie se lo criticara ni se pusiera en cuestión. Pero si el Gobierno ejerce sus prerrogativas como órgano constitucional y con ello se dice que ataca la separación de poderes es, simplemente, porque rompe la mayoría conservadora y ultraconservadora que se había asentado ilegítimamente en el Tribunal Constitucional desde junio de 2022.

Con esta intencionalidad, los resultados de la encuesta de El Mundo eran los esperables. Por un lado, rompen todas las tendencias demoscópicas de los últimos meses al atribuir al Partido Popular un 30’9% de intención de voto y a Vox un 16’2%, frente a un escuálido 24’8% al PSOE. Lo peor no son resultados tan alejados de los sondeos rigurosos que se han difundido en los últimos meses. Pero lo que llama la atención es que la ficha técnica (que sólo ha aparecido en el diario el segundo día del sondeo) nos revela que estamos ante un método que puede provocar una distorsión de los resultados.

Según la citada ficha técnica, el sondeo de  El Mundo ha utilizado como técnica de recogida de datos un determinado panel con metodología mitad telefónica mitad on line. ¿Cuál es la técnica del panel? Consiste en que las personas que quieren obtener unos pequeños ingresos se apuntan a un panel al que se accede por correo electrónico y desde ese correo electrónico responden cuantas encuestas (políticas, comerciales, etc.) reciben.

Es un método que no es representativo ni es aleatorio, porque no responden todos los ciudadanos que en teoría podrían ser encuestados, sino exclusivamente los que se han apuntado al panel (no hay límites de cuantas encuestas puede responder una persona siempre que lo haga desde correos electrónicos distintos). De modo que se puede calcular el grado de acierto de los sondeos demoscópicos mediante la técnica del panel.

El método demoscópico, con instrumentos de intoxicación, que está practicando el Partido Popular para apoyar la petición de elecciones anticipadas muestra la desorientación de ese partido que, tras fracasar en el control ilegítimo del Tribunal Constitucional, ve sus métodos de oposición obturados y agotados. Mucha imaginación tendrán que poner para ofrecer un programa novedoso que no haga aguas, como le ha pasado a este partido con la bajada de impuestos.

El Partido Popular cambia la táctica opositora