jueves. 25.04.2024
La secretaria general del PSOE de la capital, Mercedes González
La secretaria general del PSOE de la capital, Mercedes González

En 2023 se celebran elecciones municipales y autonómicas en Madrid. Y, aunque no solo en Madrid, es solo de eso de lo que quiero hablar hoy.

Desde 1995, el PSOE ha ido presentando, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad, listas electorales cuyo primer puesto ha estado ocupado, cada vez, por una persona distinta. Naturalmente, en ninguna de ellas ha logrado conseguir el gobierno en alguna de las dos instituciones ni, con el apoyo de otros grupos políticos, como en 1979, ni, mucho menos, en solitario, como en 1983 y 1987.

Como si se tratara de un procedimiento de prueba y error, después de cada derrota electoral, el frustrado candidato a alcalde/sa, y pasado un cierto tiempo, era, o designado para cualquier otro cargo, o puesto de patitas en la calle, sin más. En ambas modalidades, el PSOE tenía que empezar de nuevo la búsqueda de otro presunto candidato/a a alcalde con el que ilusionar al electorado. El problema es que una ilusión exprés no se logra, ya, con la mezcla de una buena marca, el PSOE, y el brillo aparente de una personalidad, por mucho brillo o mucha apariencia que tenga. Hace falta algo que, aunque ahora se llama relato, es lo que siempre se ha conocido como sustancia.

El problema es que una ilusión exprés no se logra, ya, con la mezcla de una buena marca, el PSOE, y el brillo aparente de una personalidad (…) Hace falta sustancia

Por eso, digo quizás porque no pretendo sentar cátedra, ninguno de esos/as pretendientes, ha podido consolidar sus pretensiones de gobernar ni Ayuntamiento, ni Comunidad. ¿Porque no tenían sustancia? No, porque no tuvieron tiempo de demostrar que la tenían, si es que la tenían. Porque el relato ya no puede consistir solo en hablar de los años de historia de la marca ni que los de derechas son muy malos. El relato debe tener, repito, sustancia. Es decir, soluciones alternativas, concretas, a problemas, concretos, de los ciudadanos. Y que dichas soluciones tengan la coherencia de una ideología que se pueda reconocer como diferenciadora de otras ofertas electorales. Desde luego, eso no es fácil. Si lo fuera, yo mismo lo sabría. Pero, si no se dispone de esas facultades, aspirar a gobernar solo se puede hacer con otra cualidad: la paciencia.

En Madrid tenemos dos ejemplos de ello: Álvarez del Manzano en el Ayuntamiento y Ruiz Gallardón en la Comunidad. Con ambos, su partido, tuvo la suficiente paciencia para mantenerles como candidatos hasta conseguir el objetivo, a pesar de haber perdido anteriores elecciones. Porque, como nada es eterno, la ciudadanía, convertida en electorado, se termina cansando de sus gobernantes y busca una alternativa. Si, en ese momento, la alternativa ya la tiene a la vista y no ha dicho o hecho suficientes tonterías, puede aplicar la máxima de que más vale malo conocido que bueno por conocer.

El PSOE debería elegir sendos candidatos con vocación de volverse a presentar a las elecciones de 2027 y, si se me apura, a las de 2031

En 2023, como recordaba antes, hay elecciones. Si todo lo dicho anteriormente, cosa que tampoco me atrevo a pontificar, fuera útil, el PSOE debería elegir sendos candidatos con vocación de volverse a presentar a las elecciones de 2027 y, si se me apura, a las de 2031. Para eso, hace falta, además de juventud, "una salud de hierro y una mujer paciente" (he usado la frase, ahora políticamente inadecuada, que, en su momento, utilizó Tarradellas para explicar su caso). En la Comunidad parece que puede ser así, pero en el caso del Ayuntamiento, y una vez que la joven Delegada del Gobierno ha sido desechada de esa posibilidad, el PSOE está a tiempo de volver a hacer una repetición de las anteriores jugadas. Esperemos que no sea así.

Y esperemos también que, en la otra esquina de la izquierda madrileña, dados también al cambio de cartel, hayan aprendido de sus errores anteriores. Por ejemplo del cometido entre 2015 y 2019, después de que habían logrado gobernar en el Ayuntamiento con una de esas raras ilusiones exprés a las que me refería antes. Partiendo de una posición de partida más desfavorable que el PSOE, lo habían conseguido con una candidata con un buen currículo de persona comprometida con la izquierda, Manuela Carmena y un programa que, aunque ciertamente voluntarista, contenía propuestas concretas y atractivas.

Espero que, en la otra esquina de la izquierda madrileña, dados también al cambio de cartel, hayan aprendido de sus errores anteriores

Una de esas propuestas se refería a la Operación Chamartín y a su compromiso de paralizarla en el formato especulativo en que estaba previsto hacerse. No estoy yo muy seguro de que ese asunto estuviera latiendo en la opinión pública como algo definitivo, pero sí que lo estaba entre los compañeros de candidatura y la parte más militante del electorado que la había apoyado. Por eso, cuando Carmena decidió no cumplir con esa promesa, se rompió su coalición, ruptura que llegó hasta las elecciones de 2019.

Lo que ocurrió entonces ya es historia. Aunque Carmena, con una nueva coalición, ganó las elecciones, no lo hizo con la holgura suficiente y, unido a lo que hizo, una vez más, el PSOE, el resultado de aquello se llama Martinez Almeida.

Ahora, la izquierda tiene una nueva oportunidad. No sé si de ganar, aunque si de establecer las bases para hacerlo más adelante. Diaz Ayuso, ahora, puede parecer imbatible pero, tarde o temprano, su estrella se apagará. Será cuando la gente empiece a reclamar libertad para todos (por cierto, ¿por qué algo tan sencillo no se está pidiendo ya?) y no solo para los que pueden. Entonces, el "contra Sánchez", su otra gran oferta, se tendrá que enfrentar al "contra Diaz Ayuso".

Diaz Ayuso, ahora, puede parecer imbatible pero, tarde o temprano, su estrella se apagará

Como es sabido, sic transit gloria mundi, en algún momento la oposición a Diaz Ayuso dejará de serlo para sustituirla en el poder. Conviene que, en ese momento, esa alternativa esté sentada, ya, en los escaños de la Asamblea de Madrid y no tenga que aprenderse el camino de la vallecana Avenida de Pablo Neruda.

Lo del Ayuntamiento, hay quien cree que es más fácil y, desde luego, lo parece. Pero no creo que con unos buenos carteles para colgar en las farolas sea suficiente. Yo pensaría en un poco más allá de 2023 y, para eso, hace falta que los que inicien el viaje a la Plaza de Cibeles, no saquen billete de ida y vuelta.

El mundo madrileño no se acaba en 2023