viernes. 26.04.2024
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Imagen de archivo.

GREGORIO BENITO | Todos nosotros enmudecimos y quedamos circunflejos cuando contemplamos en las televisiones –un soporte especialmente reconvertido para propósitos manipulantes- bajar por la rampa de entrada a los Juzgados de Palma a un Duque que dejaría de serlo, pero conservaría su dignidad nobiliaria presentándose ante la prensa lanzando un reto insolente a la justicia humana: Demostraré que soy inocente.

Viene al pelo ese recuerdo porque los comunicadores emergentes han venido construyendo un manual para personajes en crisis. Qué hacer ante la probabilidad de que nos cojan con las manos en la masa. La experiencia de las grandes empresas ante grandes o pequeñas catástrofes provocadas por negligencias ha llevado a confiar en Gabinetes de Prensa contratados a estos efectos. Y a ir elaborando un manual que incluye un plan con actuaciones muy precisas de lo que se debe decir, cuándo y en qué lugar. La actuación incluye la compra directa e indirecta de voluntades en los medios de comunicación de mayor audiencia. Las inversiones en publicidad es uno de los más conocidos pero las subvenciones, la adhesión ideológica, la reciprocidad a la hora de obtener informaciones privilegiadas son otros. Son un sistema de aseguramiento general que forma parte de la gestión de riesgos.

Desde los hilillos del Prestige, el primo físico de M. Rajoy, el finiquito en diferido de Cospedal, los martillazos al ordenador del PP, o los trapos sucios de un partido de derechas se lavan en casa, hasta el último planazo deportivo del emérito en Sanxenxo, que le ha convertido de nuevo en Rey de España en el exilio, nos indican que desde hace algunos años se ha producido un giro radical en la preparación, dirección y presentación pública de este tipo de episodios cada vez más frecuentes y con más trascendencia.

La nueva comunicación y los nuevos comunicadores son las nuevas estrellas de esta nueva etapa del engaño público

La nueva comunicación y los nuevos comunicadores son las nuevas estrellas de esta nueva etapa del engaño público. Personajes muy diversos como Ónega ahora, ya lo fue Hermida con su famosa entrevista al Rey, o ahora MAR y el diseñador de VOX o el ingenuo Pablo Montesinos –de los nada creíbles como Marhuenda, Jiménez Losantos, Pedro J., Inda, Herrera ya no hablamos porque sólo les creen los suyos, aunque no son pocos- forman parte de una pirámide con diversos estratos y tentáculos enraizada en las instituciones más poderosas de nuestra sociedad. Son hoy la fiel infantería, los propagandistas de la fe de otros, mercenarios de la producción y presentación de la imagen de los cuatro poderes fácticos de nuestro país: Aristocracia y nobleza, sectores del poder militar vinculados, jerarquías de la Iglesia más recalcitrante y oligarquías Financiera, de la Construcción, Turística, Agroalimentaria. El contexto político y económico exterior, mayoritariamente reaccionario, y nuestra subordinación al mismo favorecen este tipo de actividades.

Hemos de decir que, como es lógico también en otras actividades, los trileros no siempre se salen con la suya, pero al igual que Medina, de los Medinaceli, desfilan por los Juzgados como por la pasarela, con estilo y dignidad. El poder judicial es resultado de los poderes fácticos. El juez del caso Noos necesitó Dios y ayuda para condenar al hoy ya ex Duque, que luego ha pactado la separación consentida, divorcio suena para súbditos, después de constatar que le habían dejado más solo que a un cantaor.

Acostumbrados a los reality, los periodistas se han pasado masivamente a una especialidad que da dinero para la hipoteca del chalete. La urdimbre de las sinergias que beneficia la interconexión entre los distintos poderes ha incorporado plenamente a los poderes comunicativos. Se cierra el círculo y todo queda atado y bien atado. Así, a los tradicionales poderes fácticos se unen el comunicativo y el judicial. El poder político queda aislado y prisionero y eso lo confirma el despido de Pablo Casado por el PP, sin finiquito en diferido ni nada y con humillación incluida. Los políticos de la derecha son como Sergio Ramos: se les despide y a otra cosa. Meros empleados. Y el parlamento un puro escenario de marionetas parlantes.

Pero el objetivo final es obvio: conseguir la legalización de la corrupción en lo público. Ya fuman, pero ahora lo quieren hacer “legalmente”. En vista de la resistencia de los ciudadanos conscientes a privatizar lo público, se opta por robar desde y de lo público. ¿Explicaciones de qué? Espetó Juan Carlos a la periodista que le preguntaba. Matas respondía a Jordi Évole: Me lo pedía el yerno del Rey. Usted lo entiende. Las comisiones por mediación comercial no están reguladas, contestaban los Ayuso y los Almeida.

¿Sus eminencias recuerdan que en otros tiempos el Vaticano excomulgó a los famosos Reyes Católicos por motivos ético-religiosos? ¿Dónde habéis dejado vuestro honor, generales? ¿Qué significa Patria para vosotros? ¿Es en el pueblo o en el Rey, dónde reside la soberanía? Y aquellos cortesanos tan prestos a defender su honor, ahora a defender su acceso a antesalas concesionales, presentando Títulos Nobiliarios y protegiéndose detrás de Escudos y Blasones.

¿No se está pretendiendo la subordinación del Estado Constitucional y de Derecho a un monarca, inviolable e inimputable, jefe supremo de las fuerzas armadas? Las comisiones percibidas por Juan Carlos se parecen tanto a las concesiones reales de explotación de recursos de nuestro país, realizadas por la monarquía en el siglo XIX y XX a empresarios nacionales y extranjeros, y a las correspondientes comisiones percibidas por los/las monarcas de entonces. Los grandes empresarios que rodeaban a los reyes tienen ahora sus análogos. Las adjudicaciones reales o regalías al Marqués de Salamanca, a los inversores franceses en el Ferrocarril, de Minas de Riotinto a RTC, de Almadén a los Rockefeller, Líneas Marítimas al Marqués de Comillas se han continuado, con un nuevo sistema de comisiones reales.

García Pelayo diferenciaba las Constituciones formales de las materiales. La nuestra es, por lo que estamos observando, formal. La corrupción política y la impunidad en los delitos de corrupción se ha ido extendiendo en los últimos años en nuestro país como una mancha de aceite hasta abarcar todo el territorio para la derecha caciquil. Añoran los tiempos en que España era Patrimonio Real.  

El pueblo traicionado (P. Preston) con ayuda de algunos poderosos medios de comunicación y de algunos jueces va aceptando y normalizando la corrupción como una especie de sistema económico paralelo, sólo para las élites de los poderes fácticos y alrededores. El “Dios nos ponga dónde haya” con el Tú también lo harías, pero te jodes porque no puedes, cierra el círculo de una sociedad enferma de corrupción. ¡Vaya tropa! Tenía razón Trillo.

¿No estaremos asistiendo a un golpe de Estado blando para entronizar de nuevo de facto a un ex amante del absolutismo monárquico frente a una monarquía parlamentaria recogida en nuestra Constitución de 1978? Sólo les queda derribar el reducto del gobierno social-comunista ilegítimo y todas las instituciones del Estado quedaran rendidas a sus pies. Entonces tendremos en nuestro país un perfecto Estado absolutista. Todo ello bajo el directorio de los poderes fácticos y en su beneficio.

El indiscreto encanto de la nobleza rancia