viernes. 26.04.2024
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En lo más profundo del invierno aprendí que dentro de mí había un verano invencible.
Albert Camus


Estas líneas han sido provocadas e impulsadas por la lectura de un artículo de Jesús Gago titulado “¿Votar es de derechas?” (Nueva Tribuna 28-03-2021)

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Tras un lúcido análisis de la evolución de la participación y el voto en los distintos distritos de Madrid y las ciudades de su entorno metropolitano, Jesús Gago concluye que el triunfo de la derecha, en estas últimas décadas, no se debe a que en esta Comunidad Autónoma sean más los ciudadanos de derechas que los de izquierdas. Lo que sí es cierto es que la participación en las elecciones regionales es mayor en los municipios y distritos ricos que en los barrios populares. Y así ha quedado reflejado dolorosamente con la permanencia de un gobierno de derechas durante más de dos décadas en la Comunidad de Madrid.

Una triste historia que amenaza con repetirse el próximo 4 de mayo, con una derecha más fortalecida y enardecida con la incorporación de Vox y una peligrosa baja participación. Es esta no desdeñable posibilidad que implicaría el hundimiento de la izquierda lo que hace exclamar a Gago: “gracia, lo que se dice “gracia”, no nos va a hacer ninguna. ¡lacrimosa dies illa!

Pero, reacio a rendirse, saca el resto de optimismo y, con los mejores deseos, propone, entre otras cosas, que “el principal objetivo de las izquierdas debería ser la mayor participación de su electorado “natural”, es decir del que reside en los barrios y ciudades populares”. Si es que ser de izquierdas es algo “natural” en los barrios populares más castigados por los gobiernos y las políticas de derechas.

Así, un hipotético triunfo de los partidos de izquierdas permitiría constituir un gobierno progresista que palíe el dolor de las heridas sufridas y que mejore la crítica situación en la que se encuentran debido a la creciente desigualdad a la que les condena la derecha en el poder.

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Suscribo las palabras de Jesús Gago, al tiempo que surgen en mí dudas y preguntas que resumo de forma telegráfica a continuación.

En estos últimos veinticinco años ¿han ofrecido los partidos que se autocalifican de izquierda alternativas creíbles y atractivas más allá de declaraciones genéricas que se venden como progresistas?

¿Han estado presentes en los barrios populares, en la capital o las ciudades y pueblos la CAM, compartiendo con sus vecinos sus problemas y heridas, descubriendo y denunciando juntos a sus causantes?

¿Se han comprometido (no digo liderado) con el movimiento ciudadano y sus distintas formas de organización que, de una u otra forma, sí han denunciado las causas, manifestado su protesta y demandado soluciones?

Me temo que no. Que las casas del pueblo, agrupaciones y círculos de los distintos partidos que identifican hoy a la izquierda han cerrado ojos y oídos a las realidades de su entorno, enclaustrados en sus locales y ocupados en las batallas por los puestos en las listas electorales, en la pugna por el escalafón en cada partido o, más triste, en una confrontación irresponsable y descalificadora entre ellos.

Si no han estado presentes ni lo están hoy en los distritos y ciudades que más golpes han recibido de la derecha, ¿cómo pueden reclamar el voto “natural” a pocas semanas de que abran las urnas?

Esta ausencia física y política solo ha estado compensada por la acción continuada, generosa y esforzada, del movimiento ciudadano organizado en asociaciones vecinales y otras formas colectivas como la PAH e incluso los okupas, a los que añadir Caritas Diocesana, que sí representan y practican una cultura de izquierda, sin auto apropiarse de esta etiqueta, tanto en la denuncia como en las propuestas de soluciones viables y necesarias.

Y en estos últimos días, próximos a la apertura de los colegios electorales, ¿cómo concitar la participación y el voto de la izquierda, cuando uno de los dos partidos que pueden representarla, Más Madrid, niega la posibilidad de concurrir junto a Unidas Podemos en una misma candidatura y el tercer partido, PSOE, declara sin recato que su aliado preferente en un futuro gobierno es Ciudadanos y su lema de campaña es “gobernar con las dos manos”, en busca del ansiado centro?

La izquierda madrileña no puede, no debería vivir hoy de las rentas del capital político ganado en los años setenta y ochenta del siglo pasado, difíciles pero fértiles, en los que sí supo asumir las demandas y esperanzas de los ciudadanos. Hoy no puede confiar en que aún permanezca en su memoria y que esa memoria los movilice y vuelvan a votarla.

Con estas dudas y sin respuesta a estas preguntas aún confío en que los ciudadanos de izquierda participen y depositen su voto en cualquiera de los tres partidos que, hoy por hoy, pueden garantizar un gobierno de la CAM que palíe al menos el dolor, la desigualdad, el hambre que ha creado la derecha en Madrid. Un gobierno que defienda y garantice la libertad y los derechos de los madrileños.

Un triunfo de la izquierda, por líquida que sea, pero necesaria para oponerse a una derecha que, vuelta al poder, prolongará la ineficacia que ha acreditado durante la pandemia, junto a la corrupción. Se quitará la máscara centrista para gobernar al más puro estilo neoliberal autoritario, imponiendo recortes aún más duros, la privatización de bienes y servicios públicos, al tiempo que una indiscriminada limitación de la libertad de expresión y derechos ciudadanos.

Yo votaré el 4 de mayo a la izquierda, no solo para desalojar a la derecha del gobierno de nuestra Comunidad, sino por que aun creo que en el corazón de la izquierda anida la fuerza que nos conduzca a la conquista de un próximo y luminoso verano.

Eduardo Mangada. Arquitecto | Socio del Club de Debates Urbanos

La izquierda, o se moviliza o se hunde