jueves. 28.03.2024
juanma moreno
Juanma Moreno, junto a Juan María (C'S) en el Parlamento de Andalucía.

Después de lo sucedido en Castilla y León, es decir, después del resultado electoral y de matrimonio gubernamental entre PP y Vox en esa comunidad parece que ha cundido un cierto desánimo en la izquierda y un alborozo en la derecha, en el mundo mediático de la derecha (ABC, El Mundo, La Razón, periódicos digitales, redes, etc.). Parece que han remozado las campanas de la derecha en esta ya finiquitada Semana Santa para tocar un laudeamus por el previsible resultado electoral en Andalucía y por un posible nuevo encamamiento del PP y Vox en el palacio de San Telmo, sustituyendo en esta hipotética situación Vox a Ciudadanos como pareja de cópula política del PP. Incluso para preparar a los posible votantes futuros del PP y de Vox, estos medios están tildando de “derecha” y al PP de “centro-derecha”, y así hacer más presentable la pareja en las urnas futuras. Pero no tan deprisa. En primer lugar veamos la composición del Parlamento andaluz actual, porque el PSOE tiene 33 escaños, Adelante Andalucía 17 (que suman ambos 50), y PPA (26), Ciudadanos (21) y Vox (12), suman 59. Es decir, la derecha aventaja a la izquierda en 9 escaños. Por otro lado, estas tres derechas aventajaron en solo 231.918 votos a las dos formaciones de izquierdas. Hay que pensar que la izquierda tiene opciones de dar la vuelta a esos resultados electorales del 2018, pero tiene poco margen de maniobra y ha de hacer las cosas bien, muy bien, en varios sentidos y en poco tiempo.

En primer lugar parece imprescindible la unidad de la izquierda a la izquierda del PSOE, y eso no solo vale para Andalucía sino para todo el país, para todas las Comunidades y para la Moncloa siempre. Y no se trata de un toque de arrebato porque por primera vez en la reciente historia de la democracia española haya consejeros fascistas en una Comunidad, sino porque la forma de combatir la izquierda a la extrema derecha es, en esta coyuntura, es combatir a la derecha –sin más– y, en concreto, al PP. Vox recuerda aquello de Xabier Arzallus del nogal y las nueces: en este caso Vox zarandea el nogal pero las nueces gubernamentales las recoge el PP. Los partidos –lo mismo que las personas– se definen por sus amistades, por sus acuerdos, por los hechos, no por las palabras, y el PP se ha convertido en el partido que alfombra a la extrema derecha y nada hay que acordar, proponer, negociar, etc. con esta “derechita cobarde” (Abascal dixit) mientras siga encamada con el franquismo-siglo XXI que es Vox.

En segundo lugar, hay que conseguir para Unidas Podemos que deje de una vez para siempre de vender la piel del oso antes de cazarlo, es decir, este partido debe esforzarse en ampliar su base electoral, su influencia, sus escaños como tarea fundamental y, luego, discutir sobre programas conjuntos, gobiernos o consejerías, tanto si los electores le colocan en la oposición o en un posible gobierno municipal, comunitario o estatal. No puede ocurrir más que haya que repetir elecciones (2019) porque se discutan puestos gubernamentales o de hipotéticas consejerías antes de la caza: nunca máis.

En tercer lugar, la izquierda a la izquierda del PSOE tiene que aprovechar toda ella todo el capital político, mediático y de imagen acumulado por Yolanda Díaz, para crear una plataforma de izquierdas que dé el sorpasso, pero el sorpasso útil, que consistiría en desalojar del gobierno andaluz al matrimonio plausible o hipotético PP-Vox por uno de coalición de la izquierda. El sorpasso inútil sería que esa plataforma existiera y obtuviera un buen resultado electoral, pero que no impidiera seguir al PP y su posible consorte en el gobierno andaluz y en una mayoría parlamentaria. Por ello debe quedar claro desde el mismo momento del nacimiento de esa plataforma de izquierdas –o como se la denomine– la relación entre ella y el PSOE; debe quedar claro que son dos partidos distintos dentro de la izquierda, pero que ambos, ni por activa ni por pasiva, van a permitir que gobierne la derecha si tienen escaños suficientes en el Parlamento andaluz para impedirlo. A partir de ahí se pueden confrontar programas, ideas, tareas, pero lo anterior no debiera ser objeto ni siquiera de parlamento. Una vez cazado el oso luego se podrá discutir sobre composición de consejerías, presidencias, programas, etc., pero luego. Y esto tiene un corolario que salta desde el ahora mismo: que no tiene sentido que, en ningún ámbito, MásPaís y Unidas Podemos sean dos partidos distintos. Y aprovechar que no esté entre los podemitas ya su macho-alfa, aunque siempre haya que agradecer al Sr. Iglesias su labor de creación e impulso del partido morado.

En cuarto lugar el programa de la izquierda –y más en Andalucía– debe tener dos guías, dos ansias, dos parámetros, aunque genéricos: defender y ensanchar lo público y acortar la brecha de la desigualdad en esta comunidad, pero que ambas tareas valen para todo el país. La derecha está deteriorando lo público allí donde gobierna aunque de forma también desigual, pero su objetivo es único: privatizar en lo posible lo público, es decir, la sanidad, la educación, la dependencia, etc., y que cada uno se la pague y el que no pueda –como dijo una diputada del PP en el Congreso– que se joda. Instrumentos y recursos hay para ambas cosas. Está la fiscalidad cedida y compartida y el consiguiente gasto público: no hay excusas.

Y por último sería quizá inteligente desgajar en el tratamiento a Ciudadanos de las dos derechas franquistas para ayudar a que este partido deje de ser el perrillo faldero del PP. Es verdad que a lo mejor no se lo merece, que este partido ha permitido, al menos por pasiva, que el PP gobierne con la ayuda de Vox –como ocurre en Andalucía–, pero Ciudadanos era la esperanza de que por fin hubiera en España un partido de ámbito nacional de derechas de origen no franquista. Quizá merece la pena hacer un esfuerzo en ello y que sea Ciudadanos quien se coloque el solito donde no le conviene, cosa que, es verdad, ha hecho hasta ahora. Y así les va. Quizá merece la pena que la izquierda evite el suicidio de Ciudadanos; que alguien le explique a Arrimadas y compañía que hacer de perrillo faldero en política te lleva a la extinción, porque aún no se han dado cuenta.

Elecciones en Andalucía: un reto para la izquierda