martes. 19.03.2024
El crowdfunding de la Ayuso

Al poco tiempo de su declaración por la OMS, un congresista estadounidense del Partido Republicano, Trey Hollingsworth, afirmaba: dejar que más estadounidenses mueran por el coronavirus es el menor de dos males, a cambio de salvar la economía. Días antes, Frits Rosendaal, el Jefe de Epidemiología Clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden, Países Bajos, solicitaba que no se ingresara a los ancianos para así "prevenir su sufrimiento y no saturar los hospitales”, criticando a España por hacerlo. 

Estas críticas no son totalmente ajustadas a la realidad patria y como prueba de ello tenemos la gestión de la pandemia en las residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid. Si los trabajadores de aquellas llevaban tiempo denunciándolo, en los últimos días saltó a los medios de comunicación un documento que evidencia la negativa del gobierno de la región al ingreso hospitalario de mayores con patologías compatibles con COVID-19, provenientes de tales residencias.

Pero la nefasta gestión en este ámbito por el gobierno del que es presidenta Isabel Díaz-Ayuso, no termina ahí. Para evitar nuevos contagios y con ellos mayor mortalidad, los ancianos y ancianas fueron confinados en sus habitaciones donde permanecen a la espera de una prueba PCR para confirmar su positividad o negatividad frente al virus y mantener el confinamiento o, al contrario, poder incorporarse a las actividades de terapia ocupacional, rehabilitación etc., proporcionadas por el centro y que constituyen la base de su necesaria socilización y actividad física. El problema es que en las Residencias Concertadas, la mayoría de la Comunidad, por orden de ejecutivo regional y en contra del criterio de las mismas, o al menos –nos consta- de alguna de ellas, dichas pruebas PCR no son realizadas por el Hospital de referencia, debiendo la propia residencia “buscarse la vida” con un laboratorio privado para realizarlas, asumiendo su coste los familiares de los residentes.

¿Qué sucede en el caso de una familia que atraviesa dificultades económicas: una realidad que se ha multiplicado a consecuencia de la crisis económica sobrevenida por la crisis sanitaria? ¿Qué sucede en el caso, para nada infrecuente, de una anciano o anciana sin familia? ¿Quedará confinado sine día o al menos a la espera de la caridad para someterse a dicha prueba?

Una frase atribuida a García Márquez afirma: La muerte no llega con la vejez sino con el olvido”. Parece que esta fuera la estrategia de Ayuso para adelgazar la demografía regional en los tramos superiores de la pirámide: condenar al aislamiento y al ostracismo a quienes, en algunos casos de manera heroica y contra todo pronóstico, han superado la COVID-19 o no se han visto afectados por la misma.

Cuando se sabe que una acción o una omisión puede provocar la muerte y no se actúa para evitarlo o, al menos, para revertir en la medida de lo posible la situación, la justicia habla de homicidio involuntario o negligente. Evidente, no somos juristas, ni es nuestra intención juzgar a nadie, pero las situaciones descritas -al menos a primera vista-  presuntamente se asemejan bastante a esa calificación.

Pareciera que la Presidenta de la región le dieran igual los ancianos y ancianas fallecidos o confinados; el número real de contagiados o un posible repunte. Da igual, lo importante es abrir la economía madrileña. Da igual que falten cientos de profesionales sanitarios: más de 700 según la Plataforma de Médicos de Atención Primaria. Da igual que aún haya centros de Servicio de Urgencias de Atención Primaria cerrados. Da igual que dicho cierre se siga atribuyendo falsamente a una supuesta orden Ministerio de Sanidad. Da igual lo que diga el Presidente del Colegio de Médicos de Madrid, Miguel Ángel Sánchez Chillón, para quien la sanidad madrileña no está preparada para un rebrote “ni física, técnica, ni incluso anímicamente, pues el personal sanitario está extenuado. Con no invitar a este profesional a la reunión de expertos para tratar la desescalada, asunto concluido. 

Da igual igual que los datos comunicados diariamente no se correspondan con la realidad y se acuda para ello a un andamiaje estadístico. Da igual que la Consejería de Sanidad facilite un dato que no se corresponde con las PCR que han dado positivo, pues muchas muestras fueron recogidas en días anteriores. A medida que los laboratorios comunican los datos, estos se suman a posteriori en las fechas en las que tuvo lugar la prueba. Da igual: lo primero es la economía de la región.

Pareciera que a la Presidenta regional le preocuparan solo dos cosas: la economía de la región, como hemos dicho, y salir bien en las fotos: ya sean en la pista del aeropuerto junto a los aviones que traían material sanitario; en la clausura del Hospital de Ifema rodeada de multitudes -da igual que las reuniones de personas estuvieran y continúen prohibidas- o durante la misa en honor de las víctimas de la pandemia con poses propias de las cuadros que aparecen colgados en las paredes de los templos. La fotos de la citada misa demostraron que tanto ella como su equipo son expertos en la utilización del maquillaje, ya sea rímel o datos estadísticos.

Si, con un sistema sanitario que colapsaría en caso de producirse un nuevo rebote de la pandemia, Isabel Díaz-Ayuso es capaz denunciar ante el Supremo al Ministerio de Sanidad por impedir pasar a Madrid a la Fase 1 de la desescalada, es que los muertos que se produjeran por el mencionado rebrote le importan poco. Serían, parafrasando al congresista estadounidense, un mal menor ¿Y si los muertos le importan poco, qué le van a importar los ancianos?

Residencias de ancianos en Madrid: ostracismo para los sobrevivientes de la pandemia