sábado. 20.04.2024
irene montero
Irene Montero. (Foto: Diario Público)

“La persecución a la que están sometiendo a Irene Montero no tiene nombre. Tiene un origen de nombre conocido y un objetivo más allá de la destrucción de la persona de Montero, pero no tiene nombre. Sinceramente, no le pagamos lo suficiente por el sacrificio que está haciendo al actuar como ministra de España y, no creo que se lo vayamos a poder pagar nunca”. Esta fue la primera frase del día de ayer en el WhatsApp familiar. La escribió mi primo Enrique, 40 años, historiador, emigrante en Berna.

En la primera frase dice dos cosas con las que transmite dos alarmas “la persecución a Montero tiene un origen conocido”: es fascismo, violencia política fascista, y “un objetivo” que es doble, la destrucción de su persona y algo que va mucho más allá: degradar la democracia hasta triturarla, y las primeras víctimas serán las mujeres. En la segunda frase reconoce que el trabajo de Irene Montero es impagable.

Se hacía eco de las últimas barbaridades vertidas por la diputada de Vox, Carla Toscano en la tribuna del Congreso de los diputados, sede de la soberanía nacional, y casa de la Democracia, ese lugar en el que se debe trabajar para hacer leyes que beneficien la concordia, el bienestar y la igualdad entre las personas, y no para generar odio, como hizo la señora Toscano y hace la derecha nacional casi cada vez que tiene el uso de la palabra desde que se inició la legislatura. Barbaridades que superaron todos los límites del respeto a la ciudadanía y a la convivencia democrática, convirtiéndose en descarnada violencia política directa sobre una ministra del Gobierno de España y por extensión sobre las mujeres libres. Un antes y un después. Y, cuidado que la deriva es peligrosa, porque tal como escribió Juan José Millás en un tuit “la derecha parlamentaria ha alcanzado ese grado de violencia verbal que precede al de la agresión física. ¡Cuidado!”.

El feminismo es un pilar de la democracia que hay que defender en todas las tribunas

Todo esto se produce en un contexto general, también internacional, de ofensiva contra los avances en derechos conseguidos por el feminismo, algo que hay que tener muy en cuenta, porque las derechas internacionales están queriendo instalar un marco político de deslegitimación de todos esos avances. Se puede decir que el patriarcado está en guerra contra el feminismo y sus valores y políticas de igualdad, ataca para defender sus privilegios. Algo que hay que tener muy en cuenta para contener a los bárbaros, ya que el feminismo es un pilar de la democracia que hay que defender en todas las tribunas, en todos los lugares con argumentos, organización y buen desempeño.

Desde que la semana pasada comenzó una brutal acometida mediática para desprestigiar la necesaria y avanzada Ley del Solo Sí es Sí (con un primer objetivo inmediato, que era tapar comunicativamente hablando el desastre de la señora Ayuso en la sanidad madrileña, y otros objetivos aun por ver), atacando de nuevo con ferocidad a la Ministra de Igualdad, que tiene una montaña de insultos del tamaño del Himalaya acumulados a sus espaldas, que comenzaron nada más salir elegida, pensé que tenía que escribir sobre esto de cara al día 25 de noviembre, día internacional contra las violencias machistas. Y he de confesar, que al principio tuve dudas sobre como enfocarlo. Recuerdo que tuve una conversación con una diputada de Unidas Podemos a la que admiro y quiero, en la que yo le decía que igual la ministra debería haber sido más comedida en su primera declaración pública cuando comenzó el ruido mediático, y ella me dijo que en realidad daba igual, que iban a por Irene y que después irían a por todas las demás, porque lo que persiguen es desprestigiar tanto la democracia que la gente la aborrezca, y que en ese camino quieren volver a llevarse por delante los derechos conquistados y a las mujeres protestonas.

En la cabeza de Irene Montero quieren cobrarse la de todas nosotras, las mujeres libres, independientes y demócratas

Pasada una semana, y visto lo visto, esa diputada tenía más razón que Teresa de Jesús denunciando las perversiones de la Iglesias contra las mujeres. En la cabeza de Irene Montero quieren cobrarse la de todas nosotras, las mujeres libres, independientes, feministas y demócratas, que cada día aportamos nuestro granito de arena para llegar a esa linda playa que es construir una democracia feminista.

Pero hay algo más. La cacería específica contra la persona concreta llamada Irene Montero, tiene además un elemento de disciplinamiento social añadido, un aviso a navegantes, feministas y demócratas en general, muy del gusto del totalitarismo: no te metas en política para cambiar nada, que mira lo que te puede suceder, y si eres mujer, saldrás peor parada todavía. Por eso tenemos que sujetar a Irene Montero entre todas como un bastión. En este sentido, la concentración de apoyo de las diputadas, periodistas y trabajadoras de diversos grupos políticos del Parlament de Catalunya es un ejemplo positivo y necesario.

Las derechas contra Irene

Y, ¿cómo catalogar lo que hace la derecha contra Irene? ¿Es violencia de género? Sí, es violencia política, y es violencia de género, porque la insultan, la señalan y estigmatizan por ser mujer, la degradan llamándola inútil, la denigran y la humillan diciendo que está ahí ‘por ser pareja de’ y la cosifican perdiéndole el respeto de forma absoluta, como si no hubiera sido elegida por miles de votos en las urnas de la democracia para estar ahí y ser una de las ministras del Gobierno de España.

Lo primero que hace un maltratador en su casa es minar la autoestima de la mujer con la que convive, insultándola, humillándola, denigrándola y a continuación genera miedo en ella para que no tenga autonomía y no se revele. Cuando ninguna de estas cosas funciona, y en virtud de esa superioridad de la que están imbuidos desde que nacen por ser hombres, utilizan la violencia física hasta matarlas si fuera necesario.

He aquí el peligro de lo que está pasando, y por qué hay que frenar en seco la violencia verbal política y de género usada por las derechas.

Desde que Irene Montero es elegida se establece un zumba y dale mediático y político encaminado a minar su autoestima primero y a generar miedo en ella para que no lleve a cabo las propuestas políticas de transformación de país que están escritas en la letra de su programa político, y abandone. Y en ese zumba y dale están por medio sus hijos e hija y su familia al completo. Todo un despropósito, que como decía mi primo, no está pagado.

Por ahora pinchan en hueso, ella sigue de pie. Y desde esta tribuna le digo que no está sola.

A Montero no le perdonan las leyes que está sacando adelante, que suponen una transformación y un avance en derechos de igualdad

Irene Montero es una mujer joven, brillante, inteligente y capaz, como hay pocas en la política española. Tiene otra característica que enerva a la jauría y la hace peligrosa tanto a ojos de esa turba española casposa y nacionalcatólica -hija del franquismo-, que son odiadores profesionales de las mujeres libres y de los cambios que ellas traen que merman sus privilegios; como a sus primos, esa otra derecha mezquina y petulante, bien vestida, a veces de discurso vago que tiende a confundir  -que se sienta en los Consejos de Administración- y quiere recuperar el poder político a toda costa, porque piensan que el poder es suyo. Irene es intrépida, propositiva, quiere de verdad hacer cambios profundos en pro del bienestar de las mujeres, y no se doblega aunque acuse los golpes y se duela en público -tal como pasó el miércoles en la sesión de presupuestos-, porque a la vez es capaz de sobreponerse y responder con dignidad y contundencia comprometiendo a todo un país: “Quiero solicitar que se incorpore al diario de sesiones la violencia política que se está ejerciendo en este momento en la sede de la soberanía popular, para que no se borre, para que después de mí no venga ninguna, para que todo el mundo pueda recordar la violencia política y a quienes la ejercen, para que se pueda saber que las feministas y las demócratas somos más y les vamos a parar los pies a esta banda de fascistas, con más derechos”. Discurso impecable. Más de dos minutos de aplausos de toda la bancada de las izquierdas presentes en el hemiciclo, miles de mensajes de apoyo y respaldo hasta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Emocionante. No se doblega. No lo pueden soportar. Esa frase última, “Las feministas y las demócratas somos más y les vamos a parar los pies a esta banda de fascistas, con más derechos” es el “No pasarán” del siglo XXI: Les vamos a parar los pies a esta banda de fascistas, con más derechos. Con derechos, con derechos, con más derechos…esa es la principal diferencia entre nosotras, las demócratas y ellos. Nosotras construimos avances democráticos con la fuerza de las leyes para todas las personas y ellos se saltan la democracia y la Constitución cuando algo no les conviene, tal como está sucediendo con la renovación de los órganos del poder judicial, que llevan seis años en funciones porque el PP se niega a ello.

A Montero no le perdonan las leyes feministas democráticas que está sacando adelante, que suponen una transformación y un avance en derechos de igualdad importantes para el desarrollo democrático completo del país, que equilibran la balanza y frenan privilegios instaurados por el machismo ancestral a los que muchos hombres no quieren renunciar.

Pero como he escrito en un párrafo anterior, Irene Monero no está sola, no camina sola. Y haciendo uso de ese mensaje feminista que nos levanta de la silla y nos conmina a caminar unidas, “si tocan a una, tocan a todas”.

Leo, justo cuanto termino esta reflexión, que acaban de aprobarse los Presupuestos Generales del Estado en el Parlamento de España. Grandeza y honor para todas las izquierdas unidas en lo importante, la defensa de los intereses de la inmensa mayoría con más justicia social y mejor reparto.

“A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar, cabalga caballo cuatralbo, jinete del pueblo, que la tierra es tuya” (Paco Ibáñez y Rafael Alberti, dixit).

Espero que ver tan de cerca las fauces de la jauría del infierno propicie que termine el ruido entre las izquierdas y sumemos, nos necesitamos todas juntas, a una.

Juntas somos más grandes.

*Dedico este artículo a la memoria de mi tía Manuela Corredera, en el sexto aniversario de su fallecimiento. Ella fue la primera concejala de un Ayuntamiento democrático -el de Córdoba- tras la dictadura, que puso en marcha los servicios sociales. 

Falleció con los tacones puestos en una manifestación del 25N protestando contra las violencias machistas en su ciudad. 

Honor y gloria, Manuela. 

Carmen Barrios Corredera

Este 25N, hablemos de violencia política