lunes. 29.04.2024
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Hay que convertir la actual Confluencia de 15 partidos en un proyecto político unitario

Se trata ciertamente de un problema que estaba planteado, no sé si entendido suficientemente, desde que se anunció la propuesta de SUMAR, antes incluso de su bautizo. Y no he publicado antes de este momento (las 20,01 horas del 23-J) estas consideraciones para no distraernos de lo esencial hasta este instante: conseguir todos los votos posibles para el proyecto de progreso posible y necesario hoy en este país: el GOBIERNO DE COALICIÓN PROGRESISTA PSOE-SUMAR.

PSOE y SUMAR, SUMAR y PSOE, constituyen ahora dos espacios distintos, pero hoy necesariamente complementarios y mutuamente imprescindibles para una política de progreso en España. Veremos hoy, y desde mañana, cómo los valora la ciudadanía y cómo ambos responden.

Hoy, 23 de julio de 2023, será sin duda un hito en la historia de nuestro país, pero la rueda de la Historia sigue girando, y avanzando, aunque el significado concreto de estas palabras será distinto según resulte el escrutinio electoral de esta noche.    

Ahora, cualesquiera que sean los resultados del escrutinio que está empezando, independientemente de su traducción institucional, creo que desde SUMAR hay que entender que una cuestión esencial, la de su ORGANIZACIÓN, no está resuelta.

SUMAR se planteó en su anuncio como un proyecto “para 10 años”, lo que era una forma de señalar que no pretendía constituirse sólo como plataforma electoral para estas elecciones generales. Pero luego, hasta este momento, no ha sido, quizás no podía ser, otra cosa que una plataforma electoral, que no ha ido más allá de la confluencia y escasa coordinación, en una misma candidatura electoral, de 15 organizaciones políticas, algunas compitiendo además hasta ayer entre sí en un mismo ámbito.

A pesar del indudable éxito que supuso reunir en una sola candidatura este conjunto, la campaña electoral no ha desarrollado toda la potencialidad del proyecto ni en organización ni en contenidos. Se trataba ciertamente de estimular el voto, pero podía haber sido, creo que debía haber sido, un trabajo de formación de opinión, no sólo de voto, y, a través de ello, de organización.

Desde SUMAR, como parece desde del conjunto de organizaciones políticas, se aceptó como único ámbito de confrontación los medios de comunicación, de televisión en particular, y de las redes sociales, junto con los mítines. No se ha conseguido, y no parece que se hubiera planteado, establecer una directa y organizada relación con los colectivos sociales, con las formas que tiene la ciudadanía para tejer las relaciones que articulan los movimientos sociales. Una buena referencia podrían haber sido los grupos de trabajo con las 1.000 personas que contribuyeron a la elaboración del programa electoral, con unas primeras formas de relación con el proyecto desde todos los rincones de la piel de toro. Pero no se tomó ninguna iniciativa conocida al respecto. Tampoco hay constancia de una mínima estructuración de los necesarios órganos de dirección que precisa toda organización democrática a sus diversos niveles, más allá de algunos nombres de portavoces en determinados temas y una referencia al “equipo de SUMAR” de desconocida composición.

Ahora empieza una nueva etapa de características que pronto sabremos. Habrá que hacer necesariamente política desde el gobierno o desde la oposición, y en todo caso desde la sociedad con la ciudadanía. Hacer política individual y sobre todo colectivamente, como corresponde a una organización política.

Aprovecho la referencia y el momento para subrayar una vez más un riesgo permanente, que ha aparecido de nuevo estos días también desde planteamientos progresistas, como es asumir una diferenciación, contraposición incluso, entre “los partidos políticos”, “los políticos”, y la ciudadanía, olvidando al parecer que los partidos políticos, sobre todo los de izquierdas, los progresistas, sólo pueden serlo si consiguen convertirse en organizaciones activas de la ciudadanía en torno a propuestas de acción política.  

Para las políticas conservadoras, reaccionarias, basta ocupar poder desde las instituciones y desde los grupos de presión (económicos, mediáticos, …). Pero para una política progresista hay que vencer muchas resistencias, muchas inercias, muchos intereses de los grupos de presión, también cuando se han conseguido espacios institucionales, y para ello siempre es necesario una ciudadanía organizada y activa en torno a sus intereses sociales colectivos y en torno a concretos proyectos políticos. Es imprescindible recordarlo como proyecto y como propuesta de acción y organización colectiva, como manifestación de la acción política que no puede constituir sólo una denuncia de las políticas conservadoras, reaccionarias; no una demagógica denuncia de “la política”, que acaba siendo caldo de cultivo primero de la abstención y luego de las propuestas autoritarias y finalmente fascistas. 

Por y para todo ello SUMAR no es, no ha de ser, “el Partido de Yolanda”. El problema no es que lo digan otros, sí lo sería que así se entienda y se practique desde SUMAR, que así se perciba desde la ciudadanía. Tampoco una Coordinadora de 15 organizaciones más las personas que nos hemos “sumado” sin carnet previo. Todas las coordinadoras o confluencias que han permanecido como tales, que no han sido capaces de transformarse en un proyecto único, han fracasado porque no han sido capaces de crear un proyecto cohesionado, una ORGANIZACIÓN.

SUMAR no es, no debe ser, la suma de personas que aplauden a la líder, sino no un proyecto colectivo que se proyecte a la sociedad. No sólo con bonitas ideas para aplaudir. Ha de ser un proyecto que much@s asumamos como propio y podamos contribuir a su construcción, conscientes de que es posible, pero que no nos lo van a regalar sólo por los aplausos que le dediquemos. Ha de ser expresión y síntesis de intereses y voluntades no todas coincidentes, superando obstáculos, venciendo inercias inevitables en contra (si no se dieran significaría que el proyecto no es serio), y para ello ha de suscitar fuerzas para conquistarlo, si se entiende que no es una quimera.

Hay que integrar este complejo y aún heterogéneo colectivo para convertirlo en un proyecto unitario, solidario, de ámbito estatal, con un desarrollo coherente en el conjunto del Estado, también con un desarrollo coherente, autonómico y municipal. Con propuestas y organización territoriales y sectoriales. Seguramente no será fácil por el plural punto de partida.

No sé cuáles han de ser las mejores formas de construir este proyecto unitario. Esto también debería discutirse desde la construcción de la propia organización, aunque sí quisiera apuntar que considero que la mejor forma resultaría de organizar el espacio en torno a reivindicaciones y propuestas de acción en todos los ámbitos, para que poco a poco, o rápidamente, la identidad de SUMAR se convierta en prioritaria más allá de las identidades de procedencia.

Los resultados de este 23-J, que no he querido esperar, van a situar cuál es el punto de partida para este proyecto. Pero en cualquier caso entiendo que será necesario asumir que estanos planteándonos aún la articulación de un importante espacio político virgen de dirección, de directa incidencia en los movimientos sociales de la ciudadanía, con una enorme potencialidad para hacer frente a las propuestas reaccionarias y para el avance de las de progreso.

Tras el 23J: organizar Sumar para hacer política