domingo. 28.04.2024
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La madrileña calle Lista (43) donde se encontraba le despacho laboralista.

Me acabo de enterar del fallecimiento de Fernando Martos y me ha venido el recuerdo de una lejana mañana de otoño en la que ambos teníamos una cita que se prolongó con una breve estancia de dos meses en la cárcel de Carabanchel. No escribiré un obituario ni un relato político sino un recuerdo nostálgico de una página de juventud.

Una mañana de domingo, 6 de octubre de 1974, se había convocado una reunión de la Comisión Obrera del Metal de CCOO en el despacho laboralista de Lista 43. La calle Lista ya no se llamaba así desde 1955 sino José Ortega y Gasset tras la muerte del filósofo. El gobierno franquista que no permitió que hubiera manifestaciones públicas de duelo por el pensador liberal, pese a que había permanecido en silencio (que remedio) tras su regreso pactado en 1945, le quitó la calle a un sacerdote del siglo XIX, Rodríguez Lista, para dársela al medio hereje Ortega. De todas formas todo el mundo siguió llamando Lista a esa calle tal vez porque la estación de metro no cambió de nombre.  

Esa soleada mañana yo dije a mi sobrino Paquito (hoy señor Francisco) que tenía que ir a por tabaco. A partir de entonces cuando salía sin él me decía que no fuera al estanco porque tardaba mucho. Los representantes de las distintas zonas llegamos al despacho de Lista que había reservado Fernando Martos que era el único de los asistentes que pertenecía a la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) en la que también militaba la titular del despacho Paquita Sauquillo. Los demás éramos del PCE.

Tomamos las precauciones básicas, citas de seguridad, etc., que no servían de mucho si estabas fichado y te seguían desde tu casa o al salir de la empresa. Los de Comisiones éramos presa fácil porque el movimiento era ilegal pero no clandestino ya que lo formábamos trabajadores con horarios y domicilios conocidos. Al empezar la reunión se constató que había algunas sospechas de seguimiento y que lo mejor era irse a otro sitio. En la “Diligencia” que preparó la Brigada Político-Social para el juez de Orden Público, que me ha pasado Begoña San José, una de las “afectadas”, trabajadora de OSRAN (zona de Méndez Álvaro) parece ser que éramos unos peligrosísimos comunistas, y nosotros sin saberlo:

“Que teniendo conocimiento esta Brigada Central de Investigación Social, de que el domingo 6 de octubre del año en curso, la Comisión Provincial del Metal de las Comisiones Obreras tenía el propósito de celebrar una reunión al objeto de organizar a las clases trabajadoras para que secunden sus fines de declarar una huelga general revolucionaria en todo el territorio nacional. (…) acudieron unas  quince personas a una cita previa en la calle de Lista…Que después de estar reunidas durante unos momentos, y tras cambiar impresiones entre ellos, unos se marcharon, en tanto que otros, por diferentes medios  se dirigieron a la Barriada de Zarzaquemada".

Efectivamente solo siete decidimos hacer la reunión a pesar de todo e irnos del centro a la periferia a la casa de Rosa Roldán (de Construcciones Aeronáuticas, Getafe) y ni siquiera recuerdo que orden del día teníamos, pero desde luego más modesto que el que decía la Social. En realidad solo éramos seis pues a Ángel Lupión, marido de la anfitriona (futuro alcalde comunista de San Fernando de Henares y más adelante gobernador socialista de Málaga) se lo llevaron pero no había participado en la reunión. Era un destacado militante de Pegaso pero no era miembro de aquella Provincial en la cual yo, que trabajaba en FIAT Hispania, representaba a la zona de San Fernando-Coslada. Los restantes eran Pepe Casado de ISODEL (zona de Méndez Álvaro), Daniel Laguna de RE-CON (zona de Alcobendas) y José Antonio Uceda, entonces desempleado.

Si el juez del TOP hubiera creído lo que decía la Social nos hubiera procesado pero nos puso en libertad y  no creo que fuera por la coartada que habíamos preparado en el piso de Zarzaquemada para el caso de detención: estábamos reunidos para formar una cooperativa obrera de viviendas. Seguramente no querían mas tajo en el TOP pues había tal acumulación que muchos juicios no llegaron nunca a celebrarse. Para que no nos fuéramos de rositas el Director General de Seguridad nos impuso una multa de 200.000 ptas. que en caso de impago suponía dos meses de arresto. La consigna era no pagar pero a Rosa y a Ángel la familia, para su disgusto, les pagó la multa. Begoña San José pasó los dos meses en la cárcel  de Yeserías, mientras que Fernando, Pepito, Daniel, José Antonio y yo  los cumplimos en Carabanchel de paso en comparación a los del “1001” y otros con casos graves.

Sin duda Fernando Martos era el más afable de nuestro grupo (al margen del humor exuberante de Pepito Casado) y cuando se organizó un campeonato de ping-pong de la “comuna de presos de Comisiones” los dos llegamos a la final y la ganó Fernando. Me lo ha recordado demasiadas veces con su sonrisa socarrona y su cara de niño bueno y grande.

No voy a trazar su trayectoria posterior desde que acompañó la salida de la ORT de CCOO para crear el Sindicato Unitario, combativo pero de corto alcance, hasta su ingreso en el PSOE donde estuvo hasta el final  formando parte muy activamente de la Agrupación de Chamberí. Durante muchos años se dedicó al asociacionismo vecinal llegando a ser promotor y dirigente de  la Federación de AAVV de Madrid. Hace un par de años manifestó su deseo de asistir a los debates de la Tertulia Macario Barjas de veteranos de CCOO. El primer día que vino hizo uso de la palabra y sin que en ningún momento se sintiera en corral ajeno nos reprendió cariñosamente por el exceso de pesimismo que observaba en relación al momento presente.

Juan Moreno

Fernando Martos y la caída de Zarzaquemada