sábado. 27.04.2024

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Supongo que estáis al cabo de que hay una creciente cantidad de personas que se han revelado ante la máxima tradicional de que cuando el sabio apunta a la luna, el necio mira el dedo. Los rebeldes creen que existe un ardid por el que los poderosos desacreditan la observación de lo que pasa aquí y ahora y diluyen la ambición del conocer por una entelequia mucho menos asequible. El dedo está aquí, puedo verlo, medirlo, husmearlo, hasta romperlo llegado el caso. La luna en cambio parece solo al alcance de agencias nacionales o de grandísimas corporaciones de tipo Tesla. Los rebeldes plantean un cambio paradigmático por el que lo humilde no sea relevado de lo fundamental. La luna me enseña menos que el dedo, no soy sabio sólo pretendo serlo, vienen a decir.

Que cada cual elija lo que prefiera, si se quiere ponderar más al dedo o la luna es cosa de cada cual, la imagen y la metáfora ya están ahí y son de dominio público. Ahora bien, yo quisiera ensalzar el espíritu de lucha y las ganas de llegar al fondo de las cuestiones cuando quienes rechazan la comodidad de lo aceptado descubren las posibilidades de planteamientos irreverentes, de las posibilidades revolucionarias de no aceptar algo sólo porque parezca notable. El coraje de mirar al dedo en lugar de a la luna puede sernos de mayor utilidad que mirar embobados al satélite de la noche.

Los rebeldes plantean un cambio paradigmático por el que lo humilde no sea relevado de lo fundamental

Esto me parece particularmente relevante en el caso de la Inteligencia Artificial (IA) y de toda la artificialidad que lo rodea, que yo creo es premeditada para que no nos fijemos en el dedo: las redes sociales. Un sinfín de resultados conmocionantes están asaltando los medios de comunicación y con ello al conjunto social. Nos impacta que una versión de IA haya desarrollado una nueva e inexistente canción de los Beatles, o el uso pirata de caras para componer sucias secuencias pornográficas, son como la luna del proverbio antiguo, los resplandores a que nos inducen mirar para no resultar necios mientras nos cuelan aplicaciones de IA que extreman el poder coercitivo y las herramientas de control de gobiernos y de corporaciones, que es a lo que se dedican los mayores esfuerzos. El montante inversor más destacado en IA no son los GPT (Generative Pretrained Transformer) como el difundido ChatGPT, programas para la redacción de documentos escritos, sonoros y de imágenes. Los mayores esfuerzos de programación y las más voluminosas cantidades de dinero van dedicadas a crear software de patrones de conducta a partir de rasgos adscriptivos físicos o sociales y al diseño de respuestas (políticas o comerciales) tipificadas en los patrones. La finalidad de estas aplicaciones de la IA es el control político por parte de los gobiernos de todo tipo y la hipermotivacion a la compra surgida de todo tipo de mercados.

Nos cuelan aplicaciones de IA que extreman el poder coercitivo y las herramientas de control de gobiernos y de corporaciones

Y ¿de dónde sale la información para generar los patrones, dónde obtienen los datos para construir tipos y proyectar las conductas asociables? Pues básicamente de las redes sociales. Desde luego que algunas bases de datos administrativos de educación, salud, incluso bancarios y fiscales rompen el cerco protector que la legislación de datos otorga (no muy segura por cierto) y facilitan información que es aprovechada por la IA, pero es en el inmenso océano de las redes sociales donde pescan a su anchas. Todo mensaje, contenga lo que contenga vehiculado por la red que se quiera (Whatsapp, Facebok, X, Telegram, etc) es analizado e interiorizado por algoritmos que ubican los datos obtenidos en el retrato perfil deseado ¿Con qué finalidad? Pues si el promotor del algoritmo es la comisaría general de extranjería va a ser la identificación de rostros asimilable a la etiqueta de persona residente ilegal. Si el promotor del algoritmo es la dirección de marketing de un fabricante de autos, buscará el todo aquello que haga que te guste conducir. Si es una farmacéutica, apoyará un algoritmo que perfile el uso de sus drogas legales con actividades sociales de moda. El diseño del algoritmo que nutra a la IA es tan abierto y flexible como el deseo de poder y de prestigio entre los seres humanos.

¿De dónde provienen los datos que lo permiten? De nosotros mismos, de las huellas que vamos dejando de manera continua en las redes sociales

E insisto ¿de dónde provienen los datos que lo permiten? De nosotros mismos, de las huellas que vamos dejando de manera continua en las redes sociales y en los usos que damos a las convencionales, lo que vemos y visitamos en las webs y otros medios digitales también da mazo de información necesaria para general IA a la carta del promotor, quien no piensa particularmente en nuestros deseos o necesidades, más bien en las suyas. Y nosotros le damos toda la información necesaria para practicar su sucio juego.

Deberíamos prestar mucha más atención a las redes y a lo que hacemos en ellas. Sospecho que la gran literatura mediática referida a ciertas aplicaciones espectaculares de la IA no tienen otro objetivo que forzarnos mirar allí, cegarnos con lo deslumbrante e incomprensible de la Inteligencia Artificial. Mientras tanto seguimos soltando por un tubo todo lo que el usufructuario temible de la IA requiere de nosotros. 

Te digo de verdad que cuando el gurú tecnológico, el demagogo político o el visionario organizacional apunten las maravillas de la IA, mira su dedo, concéntrate en las redes sociales, lo que haces en ellas y lo que desde ellas nos pueden hacer. 

Cuando el demagogo señala a la inteligencia artificial, nosotros deberíamos mirar a las...