jueves. 02.05.2024

¿Otra Guerra Mundial? Una breve historia sobre los arsenales nucleares y su papel geopolítico

Las patrias culturales no acostumbran a identificarse con fronteras políticas y tienden a ser cosmopolitas. Esta lección de la historia debería tenerla muy en cuenta Europa.

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Al colapsar la Unión Soviética, Ucrania era nada menos que la tercera potencia nuclear del mundo. Se la convenció de liquidar su arsenal atómico porque ya no existía la división dentro los dos grandes bloques generados por la Segunda Guerra Mundial. ¿Habría osado Putin invadir Ucrania de conservar esta su bien surtida Santa Bárbara? Es una pregunta muy relevante ahora que la Unión Europea parece mentalizarse para un posible conflicto bélico dentro de sus fronteras. El tío Sam ya no es el primo de Zumosol, máxime con un eventual y escalofriante retorno a La Casa Blanca de Trump. Este presunto golpista que nunca ha dado un palo al agua y se precia de no pagar impuestos, retira la cobertura del Tratado Atlántico a los países europeos que no coticen lo suficiente. Podría predicar con el ejemplo y contribuir con su bolsillo a los gastos defensivos de su propia nación.

El paraguas del arsenal atómico francés no parece ser suficiente. Nadie plantea reubicar los misiles más cerquita del potencial invasor. Nos tenemos que gastar un potosí en armamento convencional, si el término sigue valiendo en tiempos de los drones y la IA. Una vez armados hasta los dientes, ignoro si tendremos una mayor sensación de seguridad. Lo cierto es que dispondremos de menos recursos para sostener un mínimo Estado del bienestar, sobre todo si continúan sin tributar quienes obtienen mayores rentas a costa de los demás. Los dividendos bursátiles, las ganancias de la banca y los beneficios de las grandes empresas no tributan ni mucho menos como un asalariado medio. Revertir el efecto Mateo es un anatema económico y una blasfemia para la sacrosanta mentalidad ultra neoliberal.   

Tras la Gran Guerra de 1914, la cual transformó lo que Zweig denominó “El mundo de ayer”, nadie hubiese pronosticado que solo dos décadas felices después hubiese otra conflagración mundial. Pero se pusieron las bases para propiciarla. El Tratado de Versalles arruinó y humilló a una Alemania que había dejado de ser un imperio. La República de Weimar nació en unas condiciones nefastas. Una parte del pueblo alemán quería emular la revolución rusa e implantar un paraíso comunista. El ala conservadora prefirió aligerar con quienes añoraban una gran Alemania que necesitaba espacio vital y reclamaba una peligrosa superioridad étnica. La socialdemocracia se convirtió en el enemigo a batir por ambos extremos y tampoco pudo gestionar unos niveles de hiperinflación que alentaron a sus detractores, dando pie al inaudito ascenso de un cabo que decidió identificarse con Federico el Grande incluso encerrado en su búnker.

De nuevo cambió el mapa de la Vieja Europa. Se dividió el territorio alemán y fue colonizado ideológicamente por las dos grandes potencias que lograron acabar con el nacionalsocialismo. Poco importó que Stalin llegase a pactar con Hitler y hubiese invadido Polonia por su flanco este. La Unión Soviética fabricó su propia bomba nuclear en 1949 y se convirtió en intocable. Aprendió de la derrota japonesa que un ejército bien pertrechado no sirve para mucho, aunque cuente con unas tropas entusiastas, algo que por cierto no prevé tener Putin, al verse obligado a contratar mercenarios que osaron hacerle frente y pagaron tal osadía con sus vidas. Irak tampoco parecía tener aquellas armas tan letales que justificaron su invasión y en cambio no está muy claro cuál es el arsenal de Irán. Trump no tiene ningún empacho en confraternizar con el dictador comunista de Corea del Norte, porque cuenta con su propio arsenal arsenal anónimo y hace ostentación del mismo

¿Qué hubiera sido de Cuba, si no hubieran desmantelado las ojivas nucleares que se instalaron en su territorio? Nunca lo sabremos. China tomó buena nota de las cruentas invasiones niponas en sus dominios y no dejó de pertrecharse con armamento atómico, poco después de la Crisis de los misiles por cierto. Israel siguió sus pasos y de hecho contó con ayuda francesa desde un principio. ¿Sería capaz de utilizar ese arsenal con sus vecinos? Es una hipótesis que nadie parece descartar. Por de prono utiliza su poderoso ejército para golpear cruelmente a una población indefensa, invocando un derecho a defenderse que nadie le discute. Lo cierto es que, lejos de acabar con la insufrible lacra del terrorismo, es muy probable que consiga reforzar sus nichos de reclutamiento.

La comunidad internacional debería sancionar negativamente ciertas actuaciones absolutamente desproporcionadas o sencillamente injustificables

La comunidad internacional debería sancionar negativamente ciertas actuaciones absolutamente desproporcionadas o sencillamente injustificables. Pero responde con timidez ante la vulneración del derecho internacional y de los derechos humanos más elementales. Al principio se congelaron las cuentas de algunos oligarcas rusos y se confiscaron unos lujosos yates. Con los intereses de tales activos podría comprarse munición para Ucrania. Difícilmente podrá defenderse un país invadido si no se le permite contraatacar dentro de las fronteras del agresor. ¿Acaso debieron haberse detenido los aliados de 1945 en las fronteras alemanas previas a 1939? En ese caso Kaliningrado seguiría llamándose Königsberg y se hubiera podido celebrar allí el tercer centenario del nacimiento de Kant.

Las patrias culturales no acostumbran a identificarse con fronteras políticas y tienden a ser cosmopolitas. Esta lección de la historia debería tenerla muy en cuenta Europa, cuya compleja identidad cultural no se reduce a impartir una moneda o incrementar unos gastos defensivos. En términos políticos debería esforzarse por mejorar las condiciones vitales de su ciudadano, luchando por ejemplo contra la corrupción sistemática que arruina los erarios públicos. La compra de material sanitario debería haberse centralizado, como se hizo con las vacunas. Quizá eso hubiera evitado que algunos desaprensivos hubieran hecho su agosto con unas comisiones indecentes, falseando facturas, además de burlar al fisco mediante sociedades pantalla y paraísos (o mejor guaridas) fiscales. Hay batallas que merece la pena librar y solo necesitan aplicar o enmendar las leyes. La mejor arma de cualquier democracia que merezca ese nombre.

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